Lo descubrí el año pasado, gracias a mi amiga Alexandra Cariani, quien me dio a probar algunas delicadezas elaboradas artesanalmente por su madre, una mujer nacida en Montenegro, al sur de la extinta Yugoslavia, en mayo de 1932. De padres rusos, la señora María vivió la mayor parte de su juventud en Kosovo, región de fuerte influencia musulmana, donde aprendió la preparación de muchos de los platos tradicionales de la cocina balcánica que luego seguiría poniendo en práctica durante su estadía en Italia, Chile y Venezuela, país donde ha vivido por más de 50 años.
La península balcánica, la más oriental de las penínsulas de la Europa meridional, es una región esencialmente montañosa ocupada por Albania, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Grecia, Macedonia, Montenegro, Serbia y la Turquía europea. La convivencia de tan diversos países y culturas en un mismo espacio geográfico dio origen a una cocina de extraordinaria riqueza que mezcla sin prejuicios ingredientes y procedimientos tanto de oriente como de occidente.
Además del ajvar, los pepinillos al estilo ruso y los tomates secos, es posible encontrar cremas de pimentón y berenjena ahumados, encurtidos y antipastos de calabacín, champiñones y aceitunas, aderezos picantes, tomates secos, salsa para pasta con hierbas aromáticas y panes integrales. También un surtido de strudels: de ricotta y espinaca, de papa y ajoporro y los de manzana con nueces, son verdaderos manjares para el paladar.
Los productos La Dacha se presentan envasados al vacío, en frascos de vidrio de 200, 300 y 500 grs. y pueden conseguirse en el mercadito de Los Palos Grandes, ubicado en la calle paralela al Parque Cristal, bajando por Wendys, todos los sábados entre 6:00 a.m. y 1:00 p.m. Y también por encargo, llamando a la señora Cariani por los teléfonos 781.3392 y 0416 6310687.
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