domingo, enero 28, 2007

SUMARIO 28-01-07

Hola amigos en Venezuela y el mundo.

Ideas de Babel les presenta esta semana el siguiente sumario:
  1. Se buscan jóvenes desesperados y excluidos. Tras la derrota electoral de la oposición el pasado 3 de diciembre y la radicalización autoritaria del gobierno, se pone de manifiesto que los sectores más jóvenes de la población —la gran mayoría excluida del festín de la "revolución"— no ven luz al final del túnel. No tienen respuesta firme ni del gobierno ni de la oposición.

  2. El desconcierto global. Los mexicanos Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga —director y guionista de Babel— sorprenden al mundo con una película global, en el mejor sentido de la palabra. Sus postulaciones al Oscar y su victoria en los Globos de Oro son apenas la confirmación de un cine hecho a conciencia.

  3. El Tokio perdido de Haruki Murakami. El escritor japonés más conocido en Occidente propone en su novela Tokio Blues, Norwegian Wood la visión de los jóvenes que a finales de los sesenta estaban dispuestos a cambiar el mundo —en Japón, Francia, el mundo— pero sin poder cambiar sus propias vidas.

  4. La evolución de la Caracas gastronómica. A lo largo de tres décadas la ciudad ha expresado la transformación de sus hábitos culinarios de acuerdo con los cambios económicos y sociales que ha experimentado Venezuela, pero al final ha logrado generar su propia visión de una cocina propia.

  5. En defensa del individuo. Trino Márquez argumenta por qué el gobierno necesita de un discurso colectivista para impulsar sus planes de dominio y represión y por qué el país debe reafirmar los valores del individuo frente al colectivismo.

  6. Estaticemos el Estado! Gerver Torres ofrece una óptica distinta para asumir el tema de las estatizaciones que Chávez ha emprendido para sellar su plan de control de toda la sociedad venezolana.

  7. Volver a la vida entre aguas y vapores. Alexandra Cariani —para hacernos olvidar las angustias de la cotidianidad rescata el Centro Termal Las Trincheras, en el estado Carabobo, como una opción para encontrar curativa en el plano físico y reconfortante en el plano emocional.

Gracias.

Alfonso

jueves, enero 25, 2007

Política Ficción: SE BUSCAN JÓVENES DESESPERADOS Y EXCLUIDOS

Este fue el título que puse a una nota que publiqué el 13 de noviembre del año pasado a propósito de las elecciones presidenciales y de la carencia de un discurso que motivara a los sectores jóvenes excluidos y desesperados de la población, entre quienes se registraba la mayor cantidad de indecisos, según las investigaciones de aquel momento. Hoy me luce de lo más pertinente traerlo a colación.
Tras la derrota del 3 de diciembre y la radicalización de la revolución autoritaria de Chávez, la oposición se halla dividida en dos vertientes claramente identificables: una organizada alrededor de las figuras de Manuel Rosales, Teodoro Petkoff y Julio Borges y otra liderada por algunos disidentes de sus respectivas organizaciones —como Alfonso Marquina y Leopoldo López— que proponen nuevas formas de activismo más vinculadas con lo social que con lo político. Pareciera que la oposición busca su redefinición aunque sea evidente la ausencia de la famosa unidad. La tesis según la cual la participación en las elecciones del 3D lograría conformar un movimiento opositor organizado y en acción ha resultado insuficiente. No hace falta argumentar demasiado: es un hecho. Los liderazgos no se decretan.
Pero lo que me parece más importante es que ninguna de las dos vertientes opositoras logra captar la atención de los jóvenes. Tal vez porque no han sido capaces de articular un discurso que los conecte con los menores de treinta años, quizá por mero desinterés hacia segmentos de la población desconocidos o no compendidos. Sea cual fuere la razón, lo central es que millones de jóvenes
—especialmente los de los sectores más desposeídos— no divisan una luz al final del túnel. Ni con el gobierno ni con la oposición.
¿Quién será capaz de articular una política que, además de enfrentar las arbitrariedades totalitarias del gobierno, logre construir un discurso y un programa alrededor de las necesidades de un amplio conjunto de la población que necesitan que le vislumbren el futuro? Educación, empleo, seguridad social, planes de vivienda y el crédito identifican sus necesidades. ¿Quién les va a vender la esperanza?

miércoles, enero 24, 2007

Cine: EL DESCONCIERTO GLOBAL

En apenas seis años los mexicanos Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga han construido una de las trilogías fílmicas más importantes de las últimas décadas. En el año 2000 sorprendieron al mundo con su violenta y muy humana Amores perros —producida en México y hablada en español—, drama urbano que entrelazó los personajes de tres historias paralelas y simultáneas signadas por la violencia, aparentemente sin conexión pero coincidentes en espacio y tiempo en Ciudad de México. En 2003 desconcertaron a media humanidad con 21 gramos —producida en Estados Unidos y hablada en inglés—, una película de estructura compleja que indagó en las emociones de los hostigados personajes de tres historias convergentes a partir del arrollamiento automovilístico de una niña. Tres años después se presentan con Babel —con producción en México, Estados Unidos, Marruecos y Japón y hablada en inglés, español, beber, árabe y japonés—, una mirada crítica a la incomunicación personal e ideológica del mundo contemporáneo, paradójicamente determinado por las telecomunicaciones y la integración globalizadora. Con su reciente victoria como mejor película en los Globos de Oro y su múltiple postulación al Oscar —incluyendo mejor película, mejor director y mejor guión— la convierten en la película del momento.
Una acción cualquiera puede desatar reacciones en distintos puntos del planeta con diferentes consecuencias. Un disparo en el desierto marroquí impulsa decisiones en la frontera entre México y Estados Unidos, que a su vez generan conflictos en Japón. Personajes que no se conocen cruzan sus vidas de forma directa o indirecta. Seres humanos que hablan disímiles idiomas pueden comunicarse e interactuar en diversos lugares del orbe. El episodio bíblico de la torre de Babel —referido a la incomunicación como producto de las lenguas desconocidas, decretada por Dios ante la soberbia de los hombres— se desliza en el film de González Iñárritu y Arriaga al terreno de la afectividad y a las aguas movedizas de la intolerancia, la no aceptación del “otro”, de ése que no es “como yo”. Unos niños marroquíes, dos turistas norteamericanos, un adolescente japonés sordo y una niñera mexicana protagonizan las cuatro historias que se interconectan de forma aparentemente azarosa. El director mexicano partió de sus diferencias culturales, nacionales, étnicas y religiosas para establecer un área de identidad común. Y lo logra de forma admirable, coherente y extremadamente franca.
Con un elenco mixto —grandes estrellas al lado de perfectos desconocidos— y una producción internacional, Babel conforma un drama humano de alcances insospechados que estructura un retrato a mano suelta del planeta que moramos. Como obra coral, transita de un personaje a otro con marcada agilidad, tejiendo entre ellos un pañuelo común, más allá de sus diferencias étnicas, culturales o lingüísticas. Las distancias ya no se miden en kilómetros sino en emociones, en prejuicios, en posiciones tomadas, en necesidades afectivas. Los estereotipos nacionales —los gringos imperialistas, los árabes terroristas, los mexicanos son flojos, los japoneses están alienados por la tecnología— se derrumban ante un lenguaje que no es idiomático ni gestual,
ni siquiera racional sino eminentemente emocional. Esta postura de los autores de Babel constituye la fortaleza más significativa del trabajo creador.
Babel no sólo reitera una perspectiva creadora que se halla en Amores perros y 21 gramos —la intertextualidad de los relatos y los personajes en el tiempo y el espacio— sino que concluye la trilogía de las relaciones humanas no decretadas pero reales. Además, marca el distanciamiento de González Iñárritu de su exitoso guionista Guillermo Arriaga, quien ya ha trabajado para otros realizadores y prepara su debut como director. Sólo por estas tres películas, ambos se han ganado un lugar en la historia del cine.

BABEL (“Babel”), EEUU, 2006. Dirección: Alejandro González Iñárritu. Guión: Guillermo Arriaga. Fotografía: Rodrigo Prieto. Montaje: Douglas Crise, Stephen Mirrione. Música: Gustavo Santaella. Elenco: Brad Pitt, Cate Blanchett, Adriana Barraza, Gael García Bernal, Rinko Kikuchi, Kôji Yakusho, entre otros. Distribución: UIP.



martes, enero 23, 2007

Letras: EL TOKIO PERDIDO DE HARUKI MURAKAMI

Confieso que he llegado tarde a la literatura de Haruki Murakami, tal vez el escritor nipón más importante de la generación que comenzó a publicar a finales de los setenta y sin duda el más conocido fuera de Japón. Lo único que hasta ahora he leído de su extensa producción —que incluye novelas, cuentos y ensayos— es Tokio Blues, Norwegian Woods, suerte de ejercicio de la memoria.que le permite rescatar personajes, situaciones y conflictos de finales de los sesenta y comienzos de los setenta gracias a una vieja canción de los BeatlesBosque noruego— redescubierta en un avión que aterriza en un aeropuerto alemán. Una aventura de los recuerdos que regresa al tiempo cuando Toru Watanabe era un estudiante en un desmesurado Tokio y cuando conoció a dos mujeres muy distintas que coincidieron en la urgencia de ser comprendidas: la atormentada Naoko y la apasionada Midori.
Publicada originalmente en 1987 y editada en español por la barcelonesa Tusquet en junio de 2005, Tokio Blues, Norwegian Wood reconstruye la educación sentimental y erótica de Watanabe, al mismo tiempo que expone la transformación de la juventud japonesa en tiempos de renovación mundial. La trama se construye sobre la base de las memorias de Watanabe en un ámbito que no marca diferencias con los jóvenes de cualquier otra gran ciudad del mundo. El escritor y traductor —que ha recibido los premios literarios más importantes de Japón— propone un tejido de relaciones personales que van más allá de la mera relación amorosa para insertarse en los entrepliegues de la enajenación, el sexo y la muerte. Es una novela sobre el desengaño y sobre el crecimiento emocional forzado por hechos inevitables. La estructura del relato, que al principio parece multitemporal, cobija las confesiones del personaje central, desde la perpectiva que le ofrecen dos décadas transcurridas entre el encuentro con una y otra chica y un presente ubicado a mediados de los ochenta. El resultado es una obra intimista, honesta, nostálgica si se quiere, que apuesta por la permanencia de una determinada visión sobre la memoria. Algo así como que la vida no es como es sino como la recordamos.
Murakami nació en enero de 1949 en Kyoto pero creció en Kobe dentro de una familia culta, cuyos padres fueron profesores de literatura japonesa. Tras estudiar drama en la Universidad Waseda, creó un local de jazz en Tokio —la música siempre está presente en su novelística— al mismo tiempo que publicó Escucha el canto del viento (1979) y Pinball 1973 (1980), novelas en las que evidenció una influencia decisiva de autores occidcentales, especialmente Dostoievski o Dickens. Su primer título que alcanzó reconocimiento en el .ambito mundial fue La caza del carnero salvaje (1982). seguida por El fin del mundo y el fin de las maravillas del hampa (1985), Tokio Blues Norwegian Wood, que hoy comento, Baila, baila, baila (1988), Al sur de la frontera, al oeste del sol (1992), Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1994), Underground (1997), Sputnik, mi amor (1999), Kafka en la orilla (2002), After dark (2004), y Sleep (2004).También ha escrito libros de relatos como El elefante desaparece (1993), Después del terremoto (2000) y Cosecha Murakami (2004). Después de su masivo triunfo comercial, Murakami residió en Europa y Estados Unidos, antes de regresar de nuevo a Tokio a mediados de los noventa donde vive actualmente.

TOKIO BLUES Norwegian Wood, de Haruki Murakami. Tusquet Editores, Barcelona, 2006.

Culinaria: LA EVOLUCIÓN DE LA CARACAS GASTRONÓMICA

A mediados de los años setenta, cuando el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez impulsó la llamada Gran Venezuela tras el alza de los precios petroleros, los restaurantes caraqueños comenzaron a operar un cambio significativo. Hasta entonces, la llamada alta cocina de la ciudad era básicamente la vieja cocina francesa encarnada en locales como Henri IV, Anatole, Le Chantilly y Laserre, que se imponían sobre las propuestas italianas, españolas, alemanas y venezolanas, Emblemas tan variados de la época —Da Guido, Le Coq d'Or, Laserre, Bar Basque, Urrutia, Guernika y La Estancia— se mantienen hoy en la escena gastronómica sobre la base de su calidad específica y de una lealtad desarrollada por sus clientes. Pero la gran mayoría, desde luego, ha desaparecido.
En aquella época surgió la nueva restauración con tres grandes nombres que hoy evocamos con nostalgia: Le Gazebo, Patrick y Le Groupe. Tres restaurantes que conformaron el llamado Triángulo de las Bermudas, pues quien "caía en ellos se perdía para siempre". La cocina francesa de vanguardia —a menudo confundida con la nouvelle cuisine— cobró un impulso significativo de la mano de Robert Provost y Pierre Blanchard, sus líderes más notables. En la ciudad se bebía Mersault o Chateau Palmer y se comía morillas o fôie gras como algo no sólo posible sino deseado. Fue en aquellos años cuando comenzó a germinar el concepto de una cocina moderna en la ciudad y, paradójicamente, cuando surgió la posibilidad de desarrollar una culinaria venezolana de avanzada.
Con el viernes negro de 1983 sobrevino la inevitable latinoamericanización de aquella Venezuela ex saudita. La devaluación del bolívar trastocó signficativamente las tendencias culinarias de la época y se registró un desplazamiento desde la cuisine française hacia la cucina italiana que se adueñó de los lugares de moda de la ciudad, en algunos casos por la calidad de sus platos pero en la gran mayoría por lo económico de su materia prima. La bruscheta y el carpaccio se hicieron platos infaltables en los menús. Casi simultáneamente, a finales de los ochenta, se dio inicio a la cocina global o de fusión y un poco después se puso de moda el sushi bajo una influencia más norteamericana que japonesa que, sin embargo, abrió paso a otras propuesta asiáticas. La ciudad se tornó aún más cosmopolita, con una oferta más variada, en un claro intento por sobrevivir en una crisis económica demasiado larga para ser una crisis. Es algo estructural. Caracas se parece a su oferta gastronómica, desde los más caros restaurantes de moda hasta la Calle del Hambre en La Trinidad.
En el cuarto de siglo transcurrido tras el viernes negro, su oferta culinaria ha mantenido una dinámica irregular, de saltos adelante y atrás, de búsquedas legítimas al lado de grandes fiascos, que ha contribuido a crear una cultura gastronómica amplia, heterogénea y genuina. Han surgido y desaparecido gastrónomos, restaurantes, empresarios, artistas, modas y propuestas. Es imposible enumerar los locales que han abierto y cerrado en este período. Lo cierto es que Caracas ha intentado en vano rescatar el esplendor que disfrutó a finales de los setenta y comienzos de los ochenta, pero en ese intento ha alcanzado metas no trazadas pero de gran valor. Ya la ciudad no va en busca de la gran cocina francesa sino tras la pista de la gran cocina... de autor.
Lo más importante de esta evolución reside en el hallazgo de los valores de la cocina venezolana y en la generación de un conjunto de creadores que hoy imperan en sus preferencias, dentro y fuera del país. Edgar Leal, Sumito Estévez, Helena Ibarra, Tomás Fernández, Victor Moreno, Ana Belén Myerston, Carlos García, Eduardo Moreno, Paul Lanois y una nueva generación de cocineros aún no famosos proponen sus perspectivas personales dentro de las tendencias de la culinaria internacional... a la venezolana.



Trino Márquez: EN DEFENSA DEL INDIVIDUO

El giro comunista que el comandante le ha dado a la revolución bolivariana, como era de esperarse, ahora contempla atacar con furia la expresión más soberana del individuo, el individualismo. Para realizar esta operación quirúrgica el hombre de Sabaneta ha echado mano de uno de los lugares comunes más socorridos y tramposos de la historia: el llamado “individualismo burgués”. Resulta que tener una casa amplia, lujosa y confortable, un apartamento en la playa, un carro cómodo, vestirse elegante, ahorrar dinero en el banco, disfrutar del béisbol profesional, deleitarse con una buena publicidad y jugar lotería y caballos, representan vicios pequeño burgueses, que deben ser combatidos como si se tratase de tumores cancerosos. A Chávez ya no le basta con poseer el control de todas las instituciones del Estado y de una amplia red de organizaciones de la sociedad; ahora también desea meterse en el mapa genético de la gente para moldear sus gustos e influir sobre sus preferencias.
No habría que extrañarse si un día de estos, como sucedió con el anunciado aumento de la gasolina, de pronto se le ocurre traerse un grupo de científicos, digamos iraníes, para que comiencen a experimentar con cruces genéticos, de modo que la mujer venezolana sea la primera en engendrar el verdadero “hombre nuevo” que tanto proclamó el Che Guevara, y que ahora Chávez retoma con renovados bríos. En la China de la Revolución Cultural maoísta ensayos similares se hicieron. En vista de que el Presidente venezolano se ha declarado entusiasta admirador del líder comunista chino, podría ocurrir que además de la reeducación de la cual habla, comience a buscar el “hombre socialista” a través de los cromosomas. En el experimento de ingeniería social que ha iniciado, cualquier delirio cabe. Los totalitarismos son obsesivos e invasores.
Cualquier indagación, por superficial que sea, puede establecer que el “individualismo” es muy anterior a la burguesía y al capitalismo. Los griegos, con Aristóteles a la cabeza, fueron firmes defensores del individuo frente al Estado. En Roma ocurre otro tanto. El Renacimiento es un movimiento que, después de varios siglos de sumisión del individuo ante fuerzas extrañas que lo doblegaban, reivindica el significado y trascendencia del hombre, en cuanto individuo, frente a la religión, que colocaba el centro del Universo en deidades ajenas y extrañas al género humano. Con el Renacimiento y, posteriormente, con el Iluminismo, la humanidad rescata el enorme significado de esa unidad que es el individuo, a la cual hay que respetar como producto específico de
la Creación. El Estado no puede convertirse en su verdugo, ni en aniquilador de las libertades individuales.
El comodín “individualismo pequeño burgués” en realidad representa una coartada para justificar la vocación hegemónica, antidemocrática y antiliberal de regímenes con vocación totalitaria como el que pretende imponer Chávez. La religión bolivariana, con la cual el Libertador no tiene nada que ver, ha tomado el lugar que el marxismo-leninismo ocupaba en
la Unión Soviética, o que el marxismo-maoísmo tenía en la China anterior a las reformas de mercado impulsadas por Deng Xia Ping. Todos los despotismos comunistas, nazistas y fascistas, elaboran sus propias religiones, en las que combinan aspectos universales con ingredientes domésticos y locales. Este fenómeno se pudo apreciar en la Alemania hitleriana y en la Italia de Mussolini. En Cuba, la iconografía incluye desde la manipulación de la figura de José Martí, poeta de exquisita pluma y político de tendencia claramente democrática, hasta un santón genocida como Ernesto Guevara y un tirano como Fidel Castro.
Al igual que en todos los discursos totalitarios, en el chavista el individuo aparece reducido a su mínima expresión, devorado por entidades supremas como la patria, el socialismo, el partido, la revolución. Frente a estas fuerzas cósmicas el individuo concreto, particular, es una especie de microbio insignificante, que no puede reclamar su propia especificidad. Es más, cualquier exigencia que apunte en esa dirección es una expresión del “individualismo pequeño burgués” y está reñido con la disciplina revolucionaria. Por eso el militante común y corriente o el dirigente tienen que soportar estoicamente que el líder hablé durante seis horas, sin derecho a chistar, ni a pararse de la silla hasta que el jefe le haga el favor de callarse. En la revolución comunista no hay vacaciones, ni siquiera en diciembre. El sano esparcimiento, el ocio creativo para disfrutar de la familia o de la novia, de una buena novela o, simplemente, de un paseo para entrar en contacto con la naturaleza, constituyen pecados de lesa revolución. Crímenes que deben ser castigados con todo el rigor que pautan los códigos revolucionarios. No es por casualidad que mientras el país en diciembre se distendía, luego de una campaña electoral tan intensa, y se preparaba para entrarle con renovadas fuerzas a 2007, el revolucionario mayor planificaba junto con sus asesores más inmediatos, y con la frialdad de un cirujano, la operación de convertir a Venezuela en el segundo país comunista de América Latina. Los comunistas no saben de tregua.

El ataque sostenido y despiadado por parte del régimen al individuo y al individualismo, obligan a la oposición y a todos los sectores que creen en la democracia y en la libertad individual, a colocar la defensa y protección del individuo en un lugar privilegiado de la batalla por rescatar el sistema democrático. Luchar contra las injusticias sociales, contra los desequilibrios obscenos y por la conquista de una sociedad más justa, de ningún modo supone anular al individuo para privilegiar al Estado, pisotear sus gustos, irrespetar sus preferencias, y tratar de modelar su conciencia de acuerdo con los criterios de unos burócratas que se consideran superiores moralmente, pero que en realidad portan lo peor de las utopías totalitarias.

Gerver Torres: ¡ESTATICEMOS EL ESTADO!

Cuando el Estado se expande desmedidamente —como lo está haciendo el Estado venezolano hoy— y cuando pretende atender actividades y funciones que sobrepasan sus capacidades financieras y gerenciales, entonces, otras áreas que están claramente en el ámbito de sus competencias y que son indelegables, resultan necesariamente desatendidas. El que mucho abarca, poco aprieta. Ocurre que en esas áreas desatendidas por el Estado, los ciudadanos se ven obligados a resolverse como sea. Cuando, por ejemplo, el Estado abandona la seguridad —como lo ha hecho en Venezuela— la gente tiene que proteger su vida y sus bienes de alguna manera; tiene que armarse, enjaularse, contratar servicios de seguridad privada o en última instancia pagar el precio más alto, el de su vida. Al Estado que estatiza indiscriminadamente se le van produciendo privatizaciones por todas partes, de manera caótica, no planificada. El correlato de las estatizaciones indebidas son las privatizaciones perversas.
El mismo Estado que quiere apropiarse de la Electricidad de Caracas y de la Cantv es el que deja constantemente sin electricidad y otros servicios básicos a poblados enteros del país, en los cuales la gente tiene que resolverse a través de medios privados. Gente que, por ejemplo, tiene que pagar a camiones cisternas para que le lleven agua a sus casas, a tarifas que son hasta 20 veces las que se cobran en los grandes centros urbanos; o gente que careciendo de recursos, debe conseguir por su cuenta las medicinas requeridas por un familiar en un hospital publico. Para toda esa gente, estos servicios —que son públicos y gratuitos en apariencia— se han privatizado por el abandono que hace el Estado de sus verdaderas funciones.
Por eso, la gran tarea que tenemos por delante no es estatizar la economía; es más bien, estatizar el Estado, hacer que cumpla bien sus funciones inherentes e indelegables.

gerver@liderazgoyvision.org

lunes, enero 22, 2007

Alexandra Cariani: VOLVER A LA VIDA ENTRE AGUAS Y VAPORES

Estimados lectores de Ideas de Babel, yo no sé si ustedes alguna vez habrán oído hablar del Centro Termal Las Trincheras. De ser así, vale la pena que se detengan unos instantes en estas líneas, porque se trata de uno de los rincones más insólitos y fascinantes de Venezuela, ubicado en medio de las montañas del estado Carabobo, en la región centro norte del país.
Tal como pueden apreciar en la foto, se trata de un lugar de agua, pero de aguas hirvientes y humeantes cuyos manantiales brotan cristalinos y generosos desde hace siglos , acompañados por denso vapor que escapa a través de las grietas existentes en el interior de la montaña. Son aguas ricas en minerales, reconocidas como las segundas del mundo, por su composición físico química, y de comprobado poder curativo y terapéutico. La leyenda cuenta que a este lugar acudían los jefes indígenas Cayare, Tamanaco, Guaicaipuro, Yoraco y Charaima buscando fuerza, valentía y salud. Por allí también pasaría Alejandro de Humboldt, quien en 1800 no sólo aprovechó su estadía para sumergirse en estas termas de gran poder curativo, sino que también fijó su temperatura máxima en 92 grados centígrados en su fuente de origen. Pero no sería sino en 1927 cuando, gracias a un préstamo del General Juan Vicente Gómez, se culminarían los trabajos de la estación termal y la casa colonial hermosa, por cierto que da la bienvenida a los visitantes. Sin embargo, su expansión y modernización comenzaría en 1980, cuando nace la Compañía Anónima Centro Termal Las Trincheras.
Pero no hace falta padecer de alguna enfermedad para disfrutar las bondades del Centro Termal Las Trincheras. Tampoco es un lugar “para viejos”, como muchos erróneamente creen. De hecho, aquellos que por prejuicio y falta de información todavía arrugan la naríz tan solo al mencionar su nombre o, como me dijo una amiga el otro día, lo imaginan como un sitio “oscuro y lleno de ancianos reumáticos”, se están perdiendo realmente una magnífica oportunidad de reencontrarse con la naturaleza, la salud y el relax total. Solo, en pareja o en plan familiar.
Si bien el centro brinda la posibilidad de aprovechar sus instalaciones sin estadía, lo más recomendable —por lo menos esa es mi experiencia particular— es alojarse por lo menos una noche en alguna de las 103 habitaciones con las que cuenta el hotel —recientemente remodeladas al igual que la cafetería—, siendo ideales las suites con comedor y nevera, para grupos de más de 4 personas.
¿Y qué hace uno en Las Trincheras, se preguntarán algunos? Pues vivir una experiencia inusual, única, relajante y húmeda, porque durante todo el día y hasta bien entrada la noche se la pasarán con el traje de baño puesto, sumergiéndose lenta y brevemente en alguna de las cuatro piscinas termales; o desintoxicándose en el sauna; o purificándose los pulmones en los inhaladores dispuestos especialmente para ello. Ni qué decirles de los baños en la piscina de lodo hirviente, donde uno se unta de una pasta oscura y volcánica de la cabeza a los pies hasta que se seca por completo cual lagarto, para luego limpiarla con una vigorizante ducha tibia. Puedo asegurarles que la sensación al final de esta rutina acuática, rodeada de un frondoso paisaje y un clima fresco de montaña, es lo más cercano al cielo que se puede conocer en la tierra.Mención aparte merece el spa, donde le brindarán todo tipo de mimos y cariños, desde masajes relajantes y terapéuticos, pasando por cosmetología, hasta una especial sesión de manicura y pedicura.
Situado a dos horas y media desde Caracas el Centro Termal Las Trincheras tiene una ubicación privilegiada pues desde allí se llega en apenas veinte minutos a cualquiera de las playas de Puerto Cabello: Quizandal, Borburata, Isla Larga. Claro que en este recorrido deberá incluir una parada obligatoria en El Palito, para devorar las exquisitas empanadas que se venden al borde la carretera. Hágalo sin culpas, total, de su desintoxicación se encargarán después las aguas y los vapores, a los que usted se entregará bronceado y felíz al regreso, cuando la tarde comience a caer sobre este paraíso líquido.

Centro Termal Las Trincheras. Tel.: Caracas: 0212 661.2703. Tel.: Valencia: 0241 8081502.

viernes, enero 19, 2007

SUMARIO 19-01-07

Hola amigos en Venezuela y el mundo.
Esta semana les presento una edición muy breve de Ideas de Babel, con el siguiente sumario:
  1. El delirio y la hegemonía. La forma como Hugo Chávez ha radicalizado su discurso su acción política apenas entrado 2007 se mueve entre el delirio bonapartista del control del poder público y la necesidad de construir la "nueva hegemonía" a través de la familia, la escuela y los medios de comunicación.
  2. Oda a los perdedores. El realizador venezolano Carlos Villegas debuta en el largometraje a través de una oscura historia sobre un puñado de perdedores en el amor, la historia y el destino.
  3. Los sabores italianos de Margarita. Por alguna desconocida razón en la isla hay más restaurantes con cocina de la bota que venezolanos, españoles, franceses, árabes y asiáticos. He aquí una selección.
  4. Es comunismo, no socialismo democrático. Trino Márquez establece las diferencias entre el pensamiento y la acción socialdemócratas y el proyecto autoritario y sovietista del caudillo venezolano.
  5. ¡Aló! ¡Aló! ¡Hay una apagón! Gerver Torres subraya la insensatez financiera, operativa e ideológica que se encuentra en la sorpresiva decisión de estatizar de nuevo los servicios de telefonía, telecomunicaciones, petróleo, industrias básicas y energía eléctrica.

Política Ficción: EL DELIRIO Y LA HEGEMONÍA

El hombre mira a su audiencia con un dominio completo de sus alcances y limitaciones. Impecable en su carísimo traje e implacable en su vocación autoritaria, Hugo Chávez controla a su público —el país entero— como controla los mecanismos de mando en Venezuela. "Yo, el supremo", como diría Roa Bastos, es el más completo caudillo de la historia contemporánea nacional. Se mueve entre el delirio del poder personal y la hegemonía del poder político, económico e ideológico. Con una mirada delirante brama por una ley habilitante que le permita gobernar por decreto, sin necesidad de reformar la constitución, como manera de reafirmar que el Estado y la Revolución están encarnadas en él... y en nadie más. Y por la vía de esa habilitante intenta imponer la "nueva hegemonía" frente al dominio burgués que Gramsci proponía a través del control de la familia, la escuela y los medios de comunicación. ¿Les suena familiar?
Este bonapartismo tropical no tiene muro de contención. Domina todos los poderes públicos y ejecuta su agresividad contra el sector privado de una forma sistemática y, si se quiere, tradicional. Es poco original, la verdad. Este "socialismo del siglo XXI"
que nadie sabe explicar su innovación parece inspirarse en las ideas transformadoras del génesis marxista del siglo XIX pero, sobre todo, representa casi al calco el oprobio del sovietismo del siglo XX.
La pregunta es quién o qué lo detiene en sus propósitos rápidamente radicalizados. Ante el delirio desencadenado y la hegemonía en ciernes sólo queda tomar conciencia de la necesidad del activismo político para la creación de un proyecto que marque la alternativa democrática, un liderazgo que conduzca hasta las metas estratégicas y una forma de organización que aglutine, movilice y torne efectiva la acción de los ciudadanos. Se rompió el paradigma de la lucha tradicional y electoral. Es el momento de la imaginación.


jueves, enero 18, 2007

Cine: ODA A LOS PERDEDORES

Perdedores en el amor, perdedores en la suerte, perdedores en el destino. Perdedores en todo. Como los elementos básicos de la lectura de la mano, los personajes de Al borde de la línea desafían los cánones de la lógica para deslizarse por el despeñadero de la desgracia, de la mala suerte, de un sentido trágico de la vida. Claudia malgasta su juventud lavando los baños de un hotel de encuentros furtivos mientras espera el amor de su vida, según lo que le indica las líneas de su mano. Alma soporta una vieja pena de amor y oprobio que no puede olvidar y cada día se la recuerda su pequeño bebé, que nunca terminamos de ver. Juan persigue como un enajenadoy con el matiz intenso de la fijacióna un viejo y cruel amor que lo sacó no sólo de sus afectos sino también de su carrera como cantante. Salvador conduce la furgoneta de la morgue obsesionado con la idea de fugarse con Claudia aunque no está seguro del amor de la chica. Todos padecen el acoso de Rodríguez, el dueño del hotel, del bar y de sus vidas que se babosea a Claudia como expresión de su poder, secundado por Salas, miserable matón que le cubre las espaldas porque no tiene algo más digno que hacer en la vida. Lo dicho: son unos perdedores.
Carlos Villegas debuta en la dirección de largometraje a través de una historia y unos personajes que se desarrollan a partir de una visión sobre la irracionalidad colectiva e individual que ya había trabajado en sus cortos Remoto (1991), Entre mentiras (1997) y, especialmente, Rosa, un delirio (2001), piezas muy distintas entre sí pero que comparten la condición de la enajenación de sus personajes. Por eso no extrañan los enajenados que actúan desesperados en Al borde de la línea, su primer largo, atrapados en un microcosmos que por momentos funciona como parábola de una sociedad traumatizada por sus contradicciones y sus sin sentidos. Lo hace a través de un conjunto de situaciones insólitas que no escapan a la tragicomedia y, sobre todo, a la expresión lacerante del humor negro. El final es realmente insólito.
El centro de la trama se halla en los sentimientos y esperanzas de Claudia, sobre quien gravitan los otros personajes. Ella desencadena o articula las acciones de la historia. Sus decisiones generan los conflictos o entorpecen los planes de los demás. Bajo esta premisa se construye una narración poco usual que desdeña los convencionalismos, que muestra un mundo oscuro poblado por pequeñas figuras humanas, que juega con los estereotipos para mostrar un rostro más íntimo. En este campo residen las mejores virtudes del film
—en la medida que expresa a personajes de carne y hueso— pero también sus defectos, pues tras armar la estructura de personajes y acciones el film zigzaguea a ratos, vuelve a su punto de partida de forma dubitativa y, en un momento dado, pareciera que no sabe qué hacer con los personajes secundarios —Juan, por ejemplo, que ha impulsado buena parte de la trama, o Alma, cuyo pasado apenas intuimos y desconocemos su futuro— o con situaciones apenas esbozadas y no desarrolladas.
Uno de los puntos más fuertes de Al borde de la línea se ubica en el trabajo de un conjunto compacto de actores, bien construido, liderado por Daniela Bascopé, quien se sumerge en el personaje de Claudia de forma íntima y verosímil. Su gestualidad es sugerente, su forma de decir los diálogos es convincente. A su alrededor Jerónimo Gil, Roque Valero, Caridad Canelón, Armando Gota, Dad Dáger y Aníbal Grunn ejecutan interpretaciones comedidas, controladas, rehuyendo los clisés del drama y la comedia, que permiten el fluir del personaje central.
Villegas salió airoso en su debut en el largometraje y logró, simultáneamente, ser fiel a su visión oscura sobre personajes y conductas, gracias a la orquestación lograda con la fotografía de Alejandro Wiedemann, las músicas de Gerry Rosado, Ignacio Izcaray y Alberto Vrgara y al montaje de Carlos Caridad. Al borde de la línea no es una película tradicional, incluso juega con la idea de chocar al espectador y de negarle una mirada bonita sobre la realidad. Su apuesta no es por un cine fashion ni complaciente. Esto es un riesgo que vale la pena correr.

AL BORDE DE LA LÍNEA, Venezuela, 2006. Dirección: Carlos Villegas. Guión: Annie Van Der Dys y Villegas. Producción: Luisa de la Ville. Fotografía: Alejandro Wiedemann. Música: Gerry Rosado. Montaje: Carlos Caridad Montero. Música original: Ignacio Izcaray y Alberto Vergara. Elenco: Daniela Bascopé. Jerónimo Gil, Roque Valero, Caridad Canelón, Armando Gota, Dad Dager y Aníbal Grunn, entre otros. Distribución: Cines Unidos.

martes, enero 16, 2007

Culinaria: LOS SABORES ITALIANOS DE MARGARITA

Por alguna razón desconocida, la isla que más queremos los venezolanos —a pesar de sus autoridades y sus empresarios— se ha convertido en un amplio menú de las distintas cocinas regionales de Italia por sobre cualquier otra expresión de al culinaria de oitros países. En Margarita hay mucho más restaurantes italianos que venezolanos, españoles, franceses, árabes o japoneses. Tal vez porque se trata de una gastronomía nacional que se ha esparcido por el mundo, quizá por que en la isla hay una importante colonia de la península. Esto son algunos de los más emblemáticos.
En la calle Campos de Porlamar se encuentra Mediterráneo que sigue siendo no sólo el mejor de Margarita sino uno de los mejores de toda Venezuela. A partir de las cocinas tradicionales de la bota surge una propuesta innovadora que mantiene la calidad de la materia prima e impone las técnicas de cocción más modernas. Es el más caro de la isla, pero también el mejor. Carpaccio de camarones con brandy y pistacho, pargo con miel y ajo fresco, langostinos con naranja y couscous.
Más allá se encuentra Positano, que nació en la calle Fermín de Porlamar y ahora se extiende al Centro Sambil de la isla, a Las Mercedes en Caracas y a Maracaibo y Puerto Ordaz. Es, sin duda, el más exitoso, sobre la base de una buena cocina popular a buenos precios y con una atención amable. Linguini al vongole, fetuccine con langostinos, todo tipo de pizzas.
El otro más exitoso es Casa Caranta, en la entrada a Pampatar, cerca de la iglesia, donde converge la cocina italiana del mediterráneo con ciertos platos de la cocina asiática. Sigue de moda aunque sus precios sean un poco elevados. Langostinos en nube de queso de cabra, Involtini de lomito con hongos porcini, pastas de todo tipo.
En la avenida Aldonza Manrique se encuentra un local sin pretensiones que ofrece una carta muy por encima de la media: el Dolphin. Con la calidez de sus dueños y la calidad de sus fogones, no cede a la tentación de las modas y mantiene sus propuestas tradicionales. Salchichas con aceitunas negras, lechón al horno, conejo agridulce y los antipastos.
Cine Cittá, en el Sambil, es una fiesta por su ambiente aunque su cocina no sea excelsa. Apenas cumplidora y, eso sí, abundante. Allí se dan cita para hacer negocios, celebrar cumpleaños o simplemente engullir pasta como si fuese a pasar de moda. Saltimbocca a la romana, pasta de la nona, pizza Claudia Cardinale.
Aún no conozco el San Domenico, en Pampatar, pero me dicen que es muy buena su oferta de carnes argentinas trabajadas a la grilia el estilo toscano. Posee, al parecer, la mejor bodega de vinos de la isla.
Eso sí, no se les ocurra ir a Il Gambero Rosso: cocina mediocre, pésima atención y dudosas condiciones higiénicas.


Trino Márquez: ES COMUNISMO, NO SOCIALISMO DEMOCRÁTICO

El giro totalitario con el cual Hugo Chávez entró a 2007, ha tratado de maquillarlo con los coloretes del socialismo democrático o socialdemocracia. Esos polvos no sirven para taparle las verrugas al comunismo que trata de implantar.
La socialdemocracia es una corriente teórica que nace con el mismísimo Federico Engels a finales del siglo XIX, cuando el ya viejo amigo y mecenas de Carlos Marx defiende la idea de alcanzar el socialismo a través de elecciones parlamentarias y comicios para elegir los jefes de Gobierno y de Estado. A esta tesis se suman con entusiasmo Karl Kautsky y Eduard Bernstein, dos de los más importantes representantes de la II Internacional. El socialismo democrático se erige como alternativa frente al radicalismo de los comunistas y anarquistas, que plantean la inevitabilidad de apelar a la violencia y al terrorismo para subvertir y acabar con el orden burgués. Contra el “revisionismo” de la II Internacional insurge Lenin, quien habla del “cretinismo parlamentario” para descalificar a esos socialistas democráticos que pretenden llegar a los parlamentos europeos para, desde allí, promover reformas legislativas que impulsen el tránsito del capitalismo al socialismo por la vía pacífica y democrática. Lenin se refiere al “renegado Kautsky”, a quien dedica un largo libelo publicado. El líder bolchevique, una vez afianzado como líder de la Revolución Rusa, crea la III Internacional inspirada por la principal consigna del comunismo soviético: la dictadura del proletariado. En realidad la dictadura de Lenin y de algunos miembros de la dirección del Partido Bolchevique, pues quienes toman el Palacio de Invierno no son los obreros rusos, sino la vanguardia armada dirigida por Trotsky.

De la II internacional y de la corriente liderada por Kautsky y Bernstein, entre otros importantes teóricos y políticos, surgen los grandes partidos socialdemócratas del viejo continente. Entre ellos, el Partido Socialdemócrata Alemán, que tanta importancia e influencia ha tenido en su país. La concepción socialdemócrata del Estado, la sociedad y los cambios históricos, va nutriéndose de las transformaciones que se producen en el capitalismo y en las democracias liberales avanzadas, y progresivamente se expande hacia el resto del mundo.

El socialismo democrático defiende la coexistencia, en un ambiente armónico, del Estado y el mercado, dos entidades que ocupan lugares distintos y complementarios dentro del sistema global de relaciones que existen en una nación determinada. A partir de los años 80 del siglo pasado, cuando el capitalismo de Estado y el modelo keynesiano muestran signos de agotamiento, la socialdemocracia entiende que el Estado no puede asumir el inmenso costo que significa la propiedad y control de empresas que podían ser administradas de manera más eficiente por el sector privado. La renovación del pensamiento socialdemócrata se inspira en una implacable revisión de sus postulados acerca de la estatización y la nacionalización. Felipe González, Tony Blair y Bill Clinton, antiguo ídolo del comandante Chávez, se colocan a la cabeza de este movimiento que catapulta de nuevo a la socialdemocracia, luego de haber perdido terreno frente al avance acelerado de los liberales y conservadores. La corriente renovadora del socialismo democrático se fortalece más aún después del derrumbe del imperio soviético y sus satélites.

Como parte de su relanzamiento el socialismo democrático enfatiza el significado del Estado de Derecho y de los cambios democráticos progresivos, sin pretensiones hegemónicas, y con independencia, cooperación y equilibrio entre los poderes; reconoce la importancia de la alternabilidad en el poder y la renovación de los liderazgos dentro del Estado, los partidos y el resto de las organizaciones civiles; promueve la organización independiente de las organizaciones de la sociedad civil, especialmente de los gremios y sindicatos; manifiesta el respeto por las minorías, por los medios de comunicación privados, por la libertad de pensamiento, de información y de expresión; fomenta la educación laica y crítica frente a quienes ejercen el poder, y rechaza la idea de que el sistema educativo sea utilizado como instrumento para la fanatización, la subordinación acrítica y el culto a la personalidad del líder; guarda un rígido respeto por la libertad individual y colectiva; no considera pecaminoso ni contrarrevolucionario que la gente adopte diferentes formas de ver el mundo, disfrute de distintos placeres y formas de entretenerse.

Entre los socialdemócratas y los liberales modernos hay diferencias importantes en lo que concierne al papel de Estado como agente que distribuye la riqueza. Mientras los primeros colocan el acento en el Estado, los segundos lo ponen en la sociedad. Sin embargo, en lo que atañe a la teoría y la práctica de la democracia y la libertad, las coincidencias son mucho mayores y más importantes que las diferencias.

Entonces, ¿puede decirse que el modelo que está tratando de imponer el teniente coronel se corresponde con la ortodoxia del pensamiento socialdemócrata? Para nada. Hugo Chávez no es socialista democrático, sino comunista puro y simple, y se vale de voceros tan tenebrosos como William Izarra para que lo justifiquen y defiendan. Chávez aboga por un esquema de corte totalitario en el que todos los espacios de la vida social quedan intervenidos por la presencia del Estado. Se inclina porque la burocracia estatal se meta hasta en las sábanas de las parejas. Desde el Poder Ejecutivo hasta el Poder Judicial; desde la educación infantil hasta el reordenamiento territorial; desde las inclinaciones sexuales de los ciudadanos hasta los gustos por el deporte y los juegos, persigue que todo se encuentre sometido a los dictámenes y criterios de una casta cuyo poder no conoce límites.

El autócrata no ambiciona solamente acabar con la democracia representativa y con el concepto de República que surge luego del 23 de enero de 1958. Su proyecto va más allá. Ansía suplantar la República por un Estado controlado por una ideocracia pretendidamente mojigata y fanatizada, que se considera éticamente superior al resto de los mortales, pero que en realidad representa lo más atrasado e irracional del planeta. Hay que prender las alarmas en todos los espacios de la sociedad para que semejante delirio comunista no prospere.

Gerver Torres: ¡ALÓ! ¡ALÓ! ¡HAY UN APAGÓN!

Al saber que los venezolanos tenemos la posibilidad de conectarnos a Internet por banda ancha desde cualquier pueblo remoto de Venezuela, desde una posada en la playa o a la altura de un pueblo de montaña, siento la satisfacción de haber contribuido a impulsar la apertura de las telecomunicaciones y la privatización de la CANTV. En 1991, cuando la ejecutamos, estábamos convencidos de que ésa era una de las grandes jugadas para modernizar a Venezuela, con miras a mejorar nuestra calidad de vida y a hacer más eficiente y competitiva nuestra economía. En efecto, la apertura del sector a la inversión privada trajo significativos beneficios al país. A los más jóvenes les costará creer que en esa época anterior a la privatización, el tiempo de espera promedio para obtener una línea de teléfono en Venezuela era de 8 años, y por ello, uno de los favores que más comúnmente nos pedían a quienes estábamos en función de gobierno consistía justamente en conseguir una línea de teléfono. La calidad del servicio era muy pobre; se invertía largo tiempo para lograr el tono y las llamadas se entremezclaban. Tampoco contábamos con telefonía celular y el gobierno no disponía de los recursos para hacer las inversiones que se requerían en aquel entonces y que el sector privado ha hecho en todos estos años.
Sin embargo, ahora el gobierno ha anunciado su intención de estatizar nuevamente la empresa. Este sería el primer caso de reversión de las privatizaciones que en telecomunicaciones comenzaron a darse en el mundo entero desde finales de los 80, tanto en países en desarrollo como en países industrializados tales como Alemania; privatizaciones que continúan impulsándose hoy en día por la plena vigencia de sus fundamentos y resultados. Aun cuando en algunos países se han revertido procesos de privatización; por ejemplo en el campo del agua y en concesiones de carreteras, esto se ha debido a problemas en la calidad de los servicios o a incumplimientos de metas pero no a razones ideológicas. Nadie en el mundo estatiza empresas hoy por razones ideológicas, excepto Venezuela. Fanatismo ideológico del Presidente de la República, aunque gente de su gobierno haya manifestado en distintos momentos, su acuerdo con la privatización de la CANTV. Es el caso, por ejemplo, de Jessie Chacón quien siendo director de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, Conatel, en 2003, declaró a la prensa que consideraba que la privatización de CANTV era un paso correcto; o su propia gente, quien en la que en la Constitución de 1999 estableció la apertura del gas al sector privado; esa industria que también hoy el Presidente quiere reservar al Estado.
Lo que el gobierno se propone ahora carece totalmente de sentido. Si avanzara con las estatizaciones con las cuales amenaza, la de los proyectos petroleros de la Faja, la CANTV y la Electricidad de Caracas, la compensación de sus propietarios supondría alrededor de 25 mil millones de dólares lo que equivale a aproximadamente 20% de la riqueza total creada en un año en todo el país, y cerca de 50% de lo que se estima es el déficit de inversión en infraestructura. Es decir, el gobierno estaría invirtiendo recursos para comprar o tomar el control de empresas que funcionan bastante bien y descuidando áreas de la infraestructura que están por el suelo. Peor aún: si el gobierno pagase esa cantidad por esas empresas, ese dinero pagado se irá del país en forma de dólares. O sea, en términos netos, habría una desinversión de enorme tamaño en la economía venezolana. Además, habría que contemplar no sólo lo que se pagaría o se comprometería ahora para adquirir esas compañías sino también los flujos de inversión que sería necesario mantener si se quieren desarrollar adecuadamente los sectores en los cuales esas empresas operan. Ni mencionar las exigencias gerenciales adicionales que impondrían estas complejas empresas sobre un gobierno ya rebasado, que no puede ni controlar el hampa y que ha de reciclar constantemente su “personal”.
El caso de la electricidad es dramático. El país necesita inversiones en el sector eléctrico que se han estimado por el orden de los 5 mil millones de dólares. Estados en el interior del país sufren continuos apagones. De hecho, las interrupciones mayores de 100 megavatios se han venido incrementando sistemáticamente en el país y han pasado de 24 episodios en 2000 a 99 episodios en 2005. Falcón y Monagas son estados donde la electricidad se interrumpe hasta por tres horas. Ahora resulta que en vez de invertir en expandir y mejorar la generación y distribución de electricidad, el gobierno quiere invertir en comprar la empresa de electricidad más eficiente del país, una con la cualsegún diversas mediciones hechas los consumidores se encuentran satisfechos.
Por último, está el caso de las empresas en la faja del Orinoco. La producción nacional de petróleo ha venido cayendo, los precios están a la baja y la demanda interna de combustibles está disparada por diversas razones, reduciendo aún más las cantidades disponibles para exportar. Si algo tendría que estar haciendo el gobierno en el sector es incentivando mayor inversión extranjera para expandir aceleradamente la producción.
Pero por lo que vemos, y por lo pronto, en vez de más producción y mejores servicios tendremos más fanatismo ideológico.

Gerver Torres
gerver@liderazgoyvision.org

jueves, enero 11, 2007

SUMARIO 11-01-07

Hola amigos en Venezuela y el mundo. Les deseo lo mejor para 2007.

La primer ediicón del año de Ideas de Babel les propone el siguiente sumario:
  1. Socialismo o muerte... valga la redundancia. La forma como el caudillo venezolano concluyó su discurso como presidente reelecto el jueves pasado me recordó un viejo chiste que circulaba en las calles de La Habana hacia principios de los noventa, tras la caída del socialismo real de la Unión Soviética y el comienzo del "período especial".
  2. Margarita castigada. Es tal vez la isla más bella del Caribe pero también la más castigada por sus autoridades y sus turistas. Margarita padece la mayor crisis de infraestructura de su historia. Y parece que a nadie le duele.
  3. Última estación de la vida. En su segunda novela, La enfermedad, el poeta y narrador caraqueño Alberto Barrera Tyszka revela una obra notable, sólida, bien construida, sobre el eterno tema de la muerte.
  4. Un hombre, una guerra. El director irlandés Terry George expone en su film Hotel Rwanda el dilema ético de un hombre ante la matanza de más de un millón de personas en esa república africana a mediados de los noventa.
  5. ¿Qué es el comunismo del siglo XXI? Trino Márquez trata de responder esta pregunta para entender el modelo de sociedad que Hugo Chávez intenta imponer en Venezuela.
  6. La última proclama. Teódulo López Meléndez echa mano de la memoria histórica para entender la unicidad -el líder único, el partido único, el modelo único, el pensamiento único- que defiende el caudillo venezolano.
  7. Gallup en Cuba. Gerver Torres comenta los resultados de un trabajo que la empresa de investigación de opinión realizó en la isla que asiste a la muerte de Castro.

Alfonso

Política Ficción: SOCIALISMO O MUERTE... VALGA LA REDUNDANCIA

En los tempranos noventa, tras la caída del «socialismo real» de la Unión Soviética y de su área de influencia, estuve en La Habana para asistir, de nuevo, al Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Presencié entonces los primeros dramáticos tiempos del «período especial» que marcó de forma determinante la vida cubana. Conversé en varias oportunidades con mis amigos cineastas y escritores de la isla sobre las consecuencias de aquel «período» y entendí, de forma directa y práctica, que no se trataba de un período sino del fracaso del modo de producción socialista y de su supraestructura ideológica.
Ante la debacle de los países del bloque soviético, Fidel cambió su célebre lema «patria o muerte» por el de «socialismo o muerte», como una especie de reafirmación desesperada de la política —errada, a todas luces— que había desarrollado desde 1959. En cuestión de meses Cuba se convirtió en el último bastión del marxismo-leninismo, junto a Corea del Norte, pues ya entonces China abandonaba esas denominaciones. «Socialismo o muerte», bramaba Castro. A lo que el humor de lo cubanos en las calles de La Habana respondió de esta manera: «socalismo o muerte... valga la redundancia». A confesión de parte, relevo de pruebas. Ojo, estoy hablando de los cubanos que viven en la isla, no los de Miami.
El jueves pasado el caudillo venezolano concluyó su discurso como mandatario reelecto afirmando «patria, socialismo o muerte... venceremos», lo cual me resultó patético pues me hizo recordar todas las penurias que han pasado y aún pasan mis amigos cubanos y sobre todo rememoré aquello de «valga la redundancia». Ese socialismo real equivale a la muerte en varios sentidos simbólicos. Es la muerte de la libertad de expresión, de la disidencia, de la iniciativa, de la rebeldía, de la innovación, de la transparencia, de la honestidad intelectual, de la visión crítica. Pero también es la muerte física, lo sabemos. Son muchos los casos de «traidores a la revolución».que concluyeron en el paredón.
Entonces me pregunto: ¿es eso lo que va a pasar en Venezuela? ¿En qué se diferencia el socialismo del siglo XXI del horror del socialismo real del siglo XX? ¿Es inevitable? Y me sigo preguntando: ¿qué va a pasar cuando cierren RCTV? ¿O Globovisión? ¿O Unión Radio? ¿En cuáles espacios vamos a dar la lucha? ¿Nos quedaremos como si nada estuviera pasando? ¿Tendremos que esperar, como dijo Manuel Rosales, hasta el 2012 para derrotar electoralmente al caudillo? Creo que algo terrible se avecina. Sobre todo porque los electores votaron por un caudillo y no por el socialismo.
En fin: socialismo o muerte... valga la redundancia.

Turismo: MARGARITA CASTIGADA

Cuando regresé de Margarita el pasado martes 9 de enero sentí una súbita nostalgia de... Aruba.
Eché en falta la calidad de sus servicios, la limpieza de sus calles, la atención de su gente, en la medida en que había cobrado conciencia de las pésimas condiciones que rodean la vida del destino turístico más importante de Venezuela.
Adoro Margarita y por eso me duele el deterioro de su vida. Sé que sus habitantes padecen cada temporada alta por todos los desmanes que se esparcen en la isla.
¿Cómo puede competir Margarita con Aruba o con cualquier isla del Caribe cuando intenta atraer turistas internacionales?
Margarita parece el compendio de una crisis de infraestructura que se expresa en todas sus manifestaciones.

Transporte marítimo. A la hora de designar la empresa privada venezolana más deficiente y decepcionante el premio se lo llevaría —sin duda— Consolidada de Ferrys, mejor conocida como Conferry, el monopolio que une tierra firme con la isla. No sólo por el retraso continuo —de hasta cuatro horas y media— o por el estado de abandono de sus barcos, que ya son suficientes razones, sino porque constituye el inicio de un viaje que debería haber sido placentero. Todo el mundo se pregunta por qué la Gobernación de Nueva Esparta no licita con otras líneas navieras.

Puerto. Punta de Piedras es la peor carta de presentación de la isla. Sucio, abandonado, sin baños ni agua, con ventas de comida de pésima calidad. Este estado lamentable es responsabilidad tanto de Conferry como de la Gobernación de Nueva Esparta. ¿Qué hace la Corporación de Turismo de Nueva Esparta?

Aeropuerto. Cuatro vuelos internacionales —casi simultáneos— colapsaron el Santiago Mariño, lo cual es insólito en un aeropuerto que fue reacondicionado recientemente. Los turistas no entendían la falta de planificación. La Gobernación debería revisar el contrato de administración del mismo.

Energía eléctrica. Son habituales los apagones, especialmente en temporada alta. La empresa Seneca no puede mantener el flujo continuo de energía.

Suministro de agua. El racionamiento es algo cotidiano e Hidrocaribe no tiene capacidad para enfrentar el problema. Un turista llega a su habitación en el Hilton y encuentra que no tiene agua. ¿Quién regresa a la isla y al hotel después de esta situación?

Recolección de basura. Es lo más grave y constituye un problema de salud pública. La basura se acumula en las calles, en las playas, detrás de los restaurantes, en cualquier sitio. Las alcaldías de la isla, —salvo la de Maneiro, de Pampatar— simplemente no recogen la basura. Es bochornoso y un peligro para la salud. Sé de varias personas que enfermaron

A estos seis factores de infraestructura hay que añadirle esa relación utilitaria y destructiva de los turistas con la isla. A Margarita acuden cientos de miles de personas de todo el país —sin contar los turistas internacionales— que practicamente destruyen el hábitat. Son una especie de nuevos bárbaros que arrasan con todo. Utilizan a Margarita y luego la abandonan. Lo peor es que son los mismo turistas que cuando van a Miami son incapaces de tirar basura en la calle.

Tenemos una Margarita castigada.





Letras: ÚLTIMA ESTACIÓN DE LA VIDA

La frase con que Alberto Barrera Tyszka cierra su segunda novela —La enfermedad, Anagrama, Barcelona, 2006, Premio Herralde de Novela— resume y encierra el misterio de un relato complejo en sus significaciones aunque sencillo en su formulación, casi sin adjetivos, que practica una limpia economía narrativa. Una oración que remite al afecto, a la necesidad de una comunicación íntima, a la incertidumbre de lo que no podemos controlar pero que sabemos inevitable. Un diálogo final que se sumerge en la ciénaga de la muerte desde la perspectiva de la conciencia y que da la última puntada en un tejido textual que se envuelve en sí mismo. Novela notable, sólida, redonda, de pocos personajes y gran fuerza expresiva.
El poeta y narrador caraqueño —también libretista de televisión construye su historia sobre la base de dos personajes principales y una situación dramática —un médico descubre el cáncer que padece su padre— que revelan la dimensión de la enfermedad como estación última de la vida, de una parte, y como conflicto instintivo de la condición humana. Andrés Miranda — el médico— percibe y padece la manera como el mal paterno se manifiesta y transforma sus relaciones. Contraviniendo lo que le indica su ética profesional, no se atreve a confesarle la verdad a Javier Miranda —su padre— pero sí se siente impulsado a iniciar el breve pero intenso viaje íntimo entre ambos para descubrir secretos y confirmar sospechas. De hecho, padre e hijo emprenden un viaje físico que marca el fin de una etapa.
En un segundo plano surgen otros dos personajes que si bien no tienen el mismo nivel de desarrollo de los anteriores ofrecen un profundo conocimiento de sus personalidades y necesidades. Ernesto Durán asegura que está enfermo, a pesar de lo que indican los exámenes clínicos, y está convencido que sólo Andrés Miranda puede tratarlo, aunque éste no se encuentre en condiciones de seguir su juego hipocondríaco. Un poco más allá, resguardada tras el monitor de una computadora, se encuentra Karina, secretaria del médico, dispuesta a ayudar a un enfermo de la mejor manera que puede sin dejar de involucrarse en esa otra vida. Durán y Karina son, también, víctimas de una necesidad de comunicación impostergable que los conduce a salirse de sus moldes. Los cuatro personajes conforman un cuadro humano diverso y particular a la vez, trabajado de manera minimalista donde no hay desperdicio ni volteretas semánticas.
La enfermedad goza de un nivel de elaboración más complejo y a la vez prolijo que el evidenciado en la primera novela de Barrera Tyszka También el corazón es un descuido Plaza & Janés, México, 2001— que prefiguró un tipo de narrativa fundamentada en la toma de conciencia ante una situación conflictiva e ineludible, a través del personaje insólito de Santiago Fernández, quien amparado en su condición de periodista angustiado exorciza sus demonios hasta convertirlos en fantasmas. En el caso de la ganadora del premio Herralde de Narrativa —otorgado unánimemente por un jurado compuesto por Salvador Clotas, Juan Cueto, Esther Tusquets, Enrique Vila-Matas y el editor Jorge Herralde— se halla una escritura más madura, serena y profunda que conmueve en su intensidad y atrapa en sus implicaciones. Por eso, la frase que cierra el texto es reveladora de un afecto herido, de una incomprensión compartida y de una continuidad que es sanguínea y emotiva.

Cine: UN HOMBRE, UNA GUERRA

El director irlandés Terry George comenzó su carrera en el cine en 1993, como productor y guionista de En el nombre del padre, aquella dramática película de Jim Sheridan que reconstruyó la historia real de un joven que fue acusado injustamente de terrorismo y obligado a confesar mediante torturas para acabar condenado a cadena perpetua. Desde entonces, su filmografía se ha centrado en torno de grandes dramas individuales y sociales en los que la política conforma un elemento desencadenante. Como, por ejemplo, esta Hotel Rwanda —que en nuestro país se titulará La matanza— que fija la atención del espectador sobre un tema que en su momento fue subestimado por los medios de comunicación y que puso de manifiesto —al conocerse la dimensión de la tragedia— la inutilidad de cierta cooperación internacional.
La trama del film se ubica en 1994, cuando Rwanda sufrió uno de los mayores genocidios del siglo pasado en el que murieron más de un millón de seres humanos, agrupados “étnicamente” en tutsis y humus, una diferenciación que obedeció más a los caprichos del colonialismo belga que a rasgos humanos diferenciadores. Más de un millón de vidas sacrificadas en ese país africano por el odio histórico, es decir, por la intolerancia convertida en epidemia, en enajenación colectiva, en condena vital. De eso trata el film. Por eso adquiere una importancia inusitada ante un mundo que se debate entre la guerra, el fanatismo y el autoritarismo. La historia verdadera ocurrió a finales del siglo pasado, pero ya entrada la presente centuria vemos cómo se reproducen sus factores desencadenantes por todo el orbe.
Para abordar este dramático e ineludible tema, Terry George se centró en un núcleo muy reducido del conflicto a través de un personaje central, Paul Rusesabaguina, y su familia. El gerente del hotel de lujo Mille Colines es un hombre bien situado socialmente, que prioriza a su familia sobre todo lo demás, que trata de cubrir sus espaldas y las de los suyos trabando buenas relaciones con las personalidades políticas y militares que pasan por el hotel, sin dudar de que un día les va a necesitar. Cuando llega la hora de la verdad, no sólo va a usar esa influencia para preservar la seguridad de los suyos sino que registra una transformación personal, que termina tratando de salvar a todo aquel que lo necesita. El hotel que gerencia se convierte en el factor de seguridad para cientos de refugiados condenados a muerte. Ese hotel se convierte en un símbolo del país. Por eso es el hotel Rwanda. El director irlandés recurre a este esquema para extender una visión crítica sobre la irresponsabilidad política y la inoperancia de los organismos multilaterales. Paul Rusesabaguina, el hombre de carne y hueso, el sobreviviente de la masacre, puede ser considerado no sólo un excelente gerente de hotel sino un imprescindible gerente de la lucha por la vida. Tal vez el mejor gerente que haya en cualquier orden.
Se ha argumentado que Hotel Rwanda, como otras películas que arrojan luz sobre temas como éste, evade la verdadera dimensión del drama al limitarse a la historia de este hombre y dejar de lado una interpretación más verista de ese oscuro capítulo de la historia africana. Sin embargo, es evidente que no estamos ante un documental sino ante un film que recrea una parte de la realidad gracias a personajes reales. Al realizador del film le interesa más resaltar la experiencia humana en la lucha por la dignidad y la vida que la reconstrucción del drama colectivo.
El norteamericano Don Cheadle se convierte en la auténtica alma de la película, al soportar todo el peso del guión sobre sus hombros con una construcción muy sólida de su personaje y al retratar su evolución de una forma verosímil. A su lado se encuentra Sophie Okonedo, como su esposa Tatiana, que en un papel difícil, logra no resultar ni demasiado comedida ni tampoco excesiva. Son interpretaciones que merecieron sendas postulaciones a los Oscar. Nick Nolte protagoniza al oficial canadiense de los Cascos Azules de la ONU que intenta salvar cientos de miles de vidas de una muerte segura. El francés Jean Reno interpreta un pequeño pero decisivo papel en la trama.
El filme de Terry George tiene una gran fuerza visual que potencia la línea argumental, sobre todo en las escenas más centradas en la barbarie que está sucediendo en la ciudad, en parte por la labor de la fotografía, y en parte por lo que muestra, con momentos escalofriantes que nos incitan a pensar en el destino de la raza humana, y a plantearnos cómo son posibles cosas semejantes en el mundo. Preguntas sin respuestas… aún.

Calificación: 7,5/10

LA MATANZA (“Hotel Rwanda”), EE. UU., Reino Unido, Italia y Suráfrica, 2004. Dirección: Terry George. Guión: Keir Pierson y Terry George. Fotografía: Robert Fraisse. Montaje: Naomi Geraghfty. Elenco: Dean Cheadle, Nick Nolte y Sophie Okonedo, entre otros. Distribuye: Cines Unidos.

Trino Márquez:¿QUÉ ES EL COMUNISMO DEL SIGLO XXI?

Hugo Chávez interpretó los resultados del 3 de diciembre como una autorización para poner el pie en acelerador que apunta hacia el comunismo del siglo XXI; en realidad el mismo comunismo de siempre: autoritario, excluyente, colectivista, sectario, ineficaz y corrupto. Para acoplar la maquinaria gubernamental al nuevo ritmo que le imprimirá a su tercer período, realizó cambios en su gabinete, el más importante de los cuales fue la salida de José Vicente Rangel y su sustitución por Jorge Rodríguez. Este debe de ser el único país donde el Vicepresidente de la República, funcionario designado directamente por el primer mandatario, poco antes ha sido Presidente del Consejo Nacional Electoral, órgano arbitral y, supuestamente, juez imparcial por excelencia. Ni el menor respeto por las formas de urbanidad siente el chavismo. Este tipo de insolencia e irrespeto por los ciudadanos ya lo habíamos visto cuando Isaías Rodríguez saltó de la Vicepresidencia al cargo de Fiscal General, único civil investido de la autoridad para enjuiciar al jefe de Estado.
La presencia de Jorge Rodríguez y de todo un tren ministerial sectario, que no representa a los distintos sectores nacionales, sino sólo a Chávez y su afán insaciable de control y poder, indican que el comunismo chavista está entrando en una fase más agresiva, irresponsable y provocadora. ¿Alguno de esos ministros puede mantener un diálogo con el teniente coronel en el que, por ejemplo, le exprese su desacuerdo con las medidas que pretende tomar contra la CANTV, la Electricidad de Caracas o el Banco Central de Venezuela? Por supuesto que no. Están allí para instrumentar y aplaudir la estatización o reestatización, según el caso, de las empresas públicas, y para celebrar, a pesar de las sensatas advertencias del doctor Domingo F. Maza Zavala, que el Banco Central se convierta en una dócil dependencia de Miraflores.
Hasta ahora ningún personaje del chavismo ha aclarado conceptualmente lo que es el comunismo del siglo XXI. Las disquisiciones teóricas del profesor Heinz Dieterich, gran gurú de la susodicha tesis, en vez de aclarar confunden. Cada vez que habla de las conexiones entre la plataforma informática desarrollada por la ciencia y la teoría del valor-trabajo, base teórica del neocomunismo, incurre en tantos dislates que hasta el más sobrio intelectual queda perplejo. Mari Pili Hernández también ha tratado de dar algunas pistas que permitan descubrir el acertijo. Sin embargo, cuando comienza a mezclar a Cristo con Bolívar, y este con el socialismo y con Chávez, la argamasa se convierte en un brebaje difícil de saborear e imposible de tragar La máxima elaboración teórica de Chávez llega a su visión del trueque, algo que ni sus ministros toman en serio.
Esta falencia teórica, sin embargo, está suficientemente compensada en el plano político. Ya comenzamos a saber que el comunismo del siglo XXI significa varias cosas muy importantes.
La primera, reducir los medios privados de comunicación a su mínima expresión. O los elimina, como en el caso de RCTV, o los anula, o los compra o los amenaza continuamente. A los autócratas no les gustan los medios privados independientes. A estos les corresponde actuar como dispositivos a través de los cuales las sociedades se informan y adquieren la materia prima que les permite analizar, comprender, explicar y opinar sobre lo que ocurre en la realidad, tanto doméstica como foránea. La información, para que sirva como fuente de elaboración de criterios y estimule la interpretación de los hechos, tiene que ser variada y heterodoxa. Los medios de comunicación que cumplen cabalmente con esa finalidad, se convierten en incordios para los gobiernos que asumen el poder como un ejercicio autoritario, caracterizado por una relación unilineal entre quienes mandan y quienes obedecen; entre quienes dominan la sociedad política y quienes forman parte de la sociedad civil. Para las tiranías, sean tradicionales o del siglo XXI, la libertad de información, de expresión, de pensamiento y opinión asociados a la existencia de medios privados independientes, les resulta inaceptable. Simpatizan, más bien, con canales como VTV, Telesur, Vive TV y con la amplia red de emisoras radiales y periódicos impresos que le dedican siempre sus primeras planas al Presidente o transmiten las 24 horas del día loas al caudillo y a su revolución.
El comunismo también significa mayor intervención del Estado en la economía. Ya no se trata de proyectos folclóricos sobre la ruta de la empanada, los gallineros verticales, los fundos zamoranos, las cooperativas, la autogestión y la cogestión. Ahora hay que estatizar o reestatizar las pocas grandes empresas privadas que existen en el país y que, de paso, funcionan con eficacia y eficiencia. Las primeras víctimas del delirio comunista parece que serán la CANTV y la Electricidad de Caracas. Todavía no sabemos si será por la vía de la nacionalización, en cuyo caso habría que cancelar esos activos, o de la confiscación. Un arrebato estatizador parecido al que sufrieron Fidel Castro, Carlos Andrés Pérez y Alan García en sus primeros mandatos, se ha apoderado del hombre de Sabaneta. Por lo visto a Chávez le tiene sin cuidado que la CANTV hubo que privatizarla durante el segundo gobierno de Pérez, el gran nacionalizador, porque el Estado no podía seguir subsidiando la enorme corrupción, incompetencia e incuria que campeaba en esa empresa pública. Tampoco le interesa que a partir de su privatización, la compañía comenzó a desenvolverse con solvencia y sin ningún tipo de costo para el Estado. Con las empresas estatales de electricidad ocurre otro tanto. Edelca durante mucho tiempo fue un ejemplo de ineptitud, mientras la Electricidad de Caracas un modelo de gerencia eficiente y de calidad. El “Curro” Aguerrevere, quien durante años la condujo, representaba una muestra del alto ejecutivo competente. Era y sigue siendo una isla de excelencia en medio de la mediocridad generalizada. Pero el comunismo execra todo lo que destaque por sus méritos.
Atacar la propiedad privada, aunque esté circunscrita a círculos reducidos, forma parte de la teoría y la práctica del comunismo del siglo XXI.