El miércoles 20 de junio el Vicepresidente de la República, el Canciller y la Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia llamaron al juez español Baltazar Garzón "payaso", "mercenario" y "tarifado del imperio" por haber expresado su preocupación por la situación de la libertad de expresión en Venezuela. El jueves 21 el caudillo inauguró el nuevo viaducto de la autopista Caracas-La Guaira, pero apenas pudo hablar 30 minutos en cadena nacional, pues los vecinos del barrio Nueva Esparta traspasaron los anillos de seguridad para plantearle que cumpliera sus promesas. El caudillo huyó. El viernes 22 una gigantesca asamblea de estudiantes plenó el estadio de béisbol de la UCV para exigir el retorno de RCTV al aire. El sábado 23 Chávez planteó ante sus partidarios que si él muriera "la revolución de la llevaría el viento". Es decir, la revolución es él. El domingo 24 de junio no hubo desfile militar para celebrar en el Campo de Carabobo la batalla que selló la independencia de Venezuela, sino un reducido acto en Fuerte Tiuna, donde el jefe de Estado reiteró la compra de armas. Hoy lunes 25 se supone que el caudillo viaja a Rusia a comprar helicópteros de guerra. Mañana martes 26 se inaugurará la tan esperada Copa América... ¿sin Chávez? ¿Qué está pasando? ¿Alguien puede explicarlo? ¿Por qué Chávez está tan raro, como dice Rafael Poleo? ¿Otra vez el magnicidio? ¿La depresión?
El miércoles 27 de junio los periodistas marcharemos por la libertad de expresión acompañados por otros gremios, los sindicatos, los ciudadanos de a pie y por esa inmensa legión de jóvenes —universitarios, liceistas, trabajadores, buhoneros, desempleados— que conforman hoy la vanguardia de la rebelión que no cesa. Hace un mes el Gobierno cerró RCTV y desató las iras de la ciudadanía. Iras que no se aplacan. Los estudiantes han dicho que no se replegarán hasta que sea devuelta la señal de la televisora más antigua de Venezuela. El Gobierno no quiere echar atrás su decisión. Los estudiantes, los periodistas y la sociedad civil tampoco. Está trancado el juego.
Hoy tenemos dos Venezuelas separadas por el capricho de un hombre, en la mayor demostración de absolutismo. Un caudillo que en vez de conciliar busca la confrontación con el más claro lenguaje militarista. Un gobernante sordo ante las exigencias de un pueblo. Un hombre solitario que ya no goza de la aprobación de quienes cifraron sus esperanzas en él. Tampoco de la Unión Europea ni de los miembros del Mercosur. Sin él la revolución se la llevará el viento. Algún día Chávez será eso: lo que el viento se llevó.
Hoy tenemos dos Venezuelas separadas por el capricho de un hombre, en la mayor demostración de absolutismo. Un caudillo que en vez de conciliar busca la confrontación con el más claro lenguaje militarista. Un gobernante sordo ante las exigencias de un pueblo. Un hombre solitario que ya no goza de la aprobación de quienes cifraron sus esperanzas en él. Tampoco de la Unión Europea ni de los miembros del Mercosur. Sin él la revolución se la llevará el viento. Algún día Chávez será eso: lo que el viento se llevó.
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