sábado, junio 09, 2007

Letras: LLUEVE PERO NO ESCAMPA

Figura controvertida y trascendente, Carlos Andrés Pérez ha marcado de forma indeleble la vida política venezolana. Esta es una afirmación que pueden suscribir tanto sus partidarios —que aún le quedan— como sus enemigos —que son abundantes— en el marco del proceso que se arrastra desde la lucha contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, los albores de una idea precaria de democracia, la resistencia a Marcos Pérez Jiménez y el posterior auge del sistema democrático representativo hasta los estertores de un modelo de sociedad que se autodestruye para dar paso al modelo de gobierno que actualmente padecemos. Esto es lo que se desprende de Carlos Andrés Pérez: memorias proscritas, el libro de Ramón Hernández y Roberto Giusti que recoge la voz en primera persona de un hombre que en un momento dado se alzó a la grandeza para luego deslizarse en la decadencia.

El libro se mueve en dos espacios con extrema comodidad: el del personaje biografiado y el del proceso político del país donde ejerció su influencia. Ambos son apreciados desde la perspectiva actual, a más de un decenio de su destitución como Presidente de la República. Lo cual implica, sin duda, la necesidad de entender el presente momento histórico venezolano a partir de la interpretación de la zigzagueante trayectoria de la democracia venezolana.

El ex presidente recorre su vida desde el 27 de octubre de 1922, fecha de su nacimiento, hasta su presidio domiciliario tras el juicio que lo sustrajo de la presidencia. Es una visión subjetiva que intenta dar explicaciones sobre hecho históricos fundamentales, aunque alguna veces no logre superar sus propias contradicciones. Sin duda, sus apreciaciones sobre figuras históricas como Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera —a quien detesta sin timidezson fundamentales para la comprensión del pacto político y social que surgió con la democracia representativa, pero no pueden adquirir carácter de dogma. A las palabras de Pérez no hay que tomarlas como realidades absolutas —porque en algunos casos falta por completo a la verdad, especialmente cuando se refiere a su actuación como ministro del Interior de Rómulo Betancourt y durante su primer gobierno— sino como instrumentos para la comprensión de los períodos que protagonizó —junto con otras figuras esenciales— a lo largo del siglo XX. Allí reside la importancia del libro.

Cada cual, como lector, puede establecer una óptica específica y subjetiva sobre la necesidad del ex presidente de justificar sus decisiones y excusar sus yerros, pero tales intenciones pasan a un segundo plano cuando reconstruimos los vericuetos atravesados en la ruta de la democracia representativa, desde la caída de Pérez Jiménez en 1958 hasta el triunfo de Hugo Chávez en las elecciones de 1998. Es un proceso de auge y decadencia que genera sus propios verdugos y monstruos.

En rigor, Carlos Andrés Pérez: memorias proscritas se presenta como una autobiografía asistida, en la medida que es narrado en primera persona. Lo que leemos es lo que el ex presidente le contó a Hernández y Giusti, aunque haya una carta por allí —atribuida al propio Pérez— en la que desmiente la veracidad de estos textos. Digo atribuida porque sé que su estado de salud es precario desde hace meses y es poco probable que se ponga a escribir sobre el asunto. Además, no creo que periodistas de la talla de ambos se presten a falsear los datos. No tendría sentido ni en el campo periodístico ni en el político o el histórico.

CARLOS ANDRÉS PÉREZ: MEMORIAS PROSCRITAS, de Ramón Hernández y Roberto Giusti. Los Libros de El Nacional. Colección Ares. Caracas, primera reimpresión en enero de 2007, 479 páginas.

No hay comentarios.: