Y nos cuesta 38 mil millones de bolívares, es decir, 17.6 millones de dólares al cambio oficial. Ahora me explico por qué ha venido tantas veces, en los últimos años, el actor de El color púrpura y de Arma mortal, quien ahora quiere debutar como director en el largometraje Toussaint, sobre el líder revolucionario haitiano François Dominique Toussaint L'Ouverture. Como se ha informado oficialmente, el gobierno venezolano financiará 60% de esta producción a través de la Villa del Cine, según una decisión cómplice de la muy sumisa Asamblea Nacional. El apoyo de Glover a la "revolución socialista" de Hugo Chávez no era desinteresado. Él también tiene su precio.
Chávez está deseoso de entrar en Hollywood. Su megalomanía se lo exige. Ya lo intentó al coquetear con Oliver Stone para hacer un film sobre el 11 de abril de 2002. Después del fiasco de Comandante, Stone ha preferido medir mejor sus próximos pasos. Eso de hacerle una película a Fidel y luego a Chávez es demasiado. Sobre todo porque Comandante no fue bien recibida ni por la crítica ni por el público. Ahora surge la figura de Glover, mucho menos importante que Stone en el panorama del cine mundial.
Dicho de otra forma: con esa cantidad se prodrían financiar completamente 17 largometrajes venezolanos, a razón de un millón de dólares cada uno, cifra promedio de nuestras producciones, con realizadores, técnicos, actores y personal venezolano. Salvo dos o tres voces —Franco de Peña, Thaelman Urgelles, Jonathan Jacubovich— no he escuchado opiniones críticas frente al despojo de un dinero que debería destinarse al esfuerzo de tantos cineastas venezolanos que han luchado y seguirán luchando por construir un cine nacional digno y poderoso.
La Asociación Nacional de Autores Cinematográficos (ANAC) de Venezuela anuncia una asamblea extraordinaria donde, entre otros temas, se discutirá "la situación por el dinero otorgado al Sr. Danny Glover". Espero que nuestros cineastas, en esta hora aciaga para la libertad de expresión en Venezuela, alcen su voz de protesta.
Chávez está deseoso de entrar en Hollywood. Su megalomanía se lo exige. Ya lo intentó al coquetear con Oliver Stone para hacer un film sobre el 11 de abril de 2002. Después del fiasco de Comandante, Stone ha preferido medir mejor sus próximos pasos. Eso de hacerle una película a Fidel y luego a Chávez es demasiado. Sobre todo porque Comandante no fue bien recibida ni por la crítica ni por el público. Ahora surge la figura de Glover, mucho menos importante que Stone en el panorama del cine mundial.
Dicho de otra forma: con esa cantidad se prodrían financiar completamente 17 largometrajes venezolanos, a razón de un millón de dólares cada uno, cifra promedio de nuestras producciones, con realizadores, técnicos, actores y personal venezolano. Salvo dos o tres voces —Franco de Peña, Thaelman Urgelles, Jonathan Jacubovich— no he escuchado opiniones críticas frente al despojo de un dinero que debería destinarse al esfuerzo de tantos cineastas venezolanos que han luchado y seguirán luchando por construir un cine nacional digno y poderoso.
La Asociación Nacional de Autores Cinematográficos (ANAC) de Venezuela anuncia una asamblea extraordinaria donde, entre otros temas, se discutirá "la situación por el dinero otorgado al Sr. Danny Glover". Espero que nuestros cineastas, en esta hora aciaga para la libertad de expresión en Venezuela, alcen su voz de protesta.
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