François Ozon vuelve a las andadas. El incorregible provocador del cine francés retoma el tema de la relación amorosa en Vida en pareja. A través de cinco momentos importantes, narrados al revés, es decir, del final al principio, el director desentraña el proceso de deterioro que sufre un matrimonio aún joven que tenía todo mantener el amor. De hecho, el film comienza con el capítulo más dramático del quinteto como para dejar en claro que no existe final feliz ni posibilidad alguna de redención. A partir de esta premisa el film reconstruye la trayectoria de un promesa amorosa convertida en fracaso de la pareja.
Cinco veces dos es el título original de este film que de varias maneras recuerda Gotas de agua que caen sobre piedras calientes (2000), una adaptación de la pieza teatral de Reiner Werner Fassbinder que expone las miserias de una pareja homosexual en crisis. Miserias que pertenecen más a la condición de pareja que a la de homosexual, pues para Ozon la relación afectiva sustentable entre dos personas está condenada. Lo afirmó en Bajo la arena (2001), lo reafirmó en 8 mujeres (2002), lo machacó en La piscina (2003) y lo reconfirmó en esta Vida en pareja. Lo cual constituye un punto bastante discutible. Claro, en todas sus películas se encuentra la referencia homosexual —de forma directa o indirecta, no importa— que matiza el relato con las implicaciones que tiene en una sociedad todavía homofóbica que genera conflictos en la afectividad.
Más allá de lo debatible de este punto de vista —válido aunque no absuloto— se encuentra una historia del desencanto afectivo cuyos capítulos se unen a través de viejas canciones de amor italianas, como Una lacrima sul viso, de Bobby Solo, u Ho capito que ti amo, de Rita Pavone, como si fuese una especie de homenaje al Festival de la Canción de San Remo de los años sesenta. El contraste entre el romanticismo y el deterioro afectivo es evidente, pero Ozon lo lleva a extremos tan particulares que le hace perder fuerza al relato. La relación sexual de la primera secuencia —convertida en agresión y violencia— funciona como el límite insuperable de un romance que comenzó en un balneario italiano como una forma de complicidad. La frialdad con la que el abogado da cuenta del acta de divorcio es tan distante del guiño travieso del primer encuentro. Pero este vínculo entre el final y el principio transita por secuencias menos logradas o —tal vez sea mejor dcirlo así— más caprichosas. Hay personajes que aparecen sin dejar una marca importante en la historia. La escena en que él le confiesa a una pareja de homosexuales su infidelidad a ella tiene más de capricho que de estructuración dramática.
Valertia Bruni-Tedeschi y Stéphane Freiss dotan de humanidad y rostros a esta pareja que apostó al amor y perdió. Sobre todo ella se destaca por su capacidad de expresar un registro emocional heterogéneo pero bien construido. Porque, en el fondo, Vida en pareja es una película fundamentalmente femenina.
VIDA EN PAREJA ("Cinq fois deux"), Francia, 2004. Dirección y guión: François Ozon. Producción: Olivier Delbosc y Marc Missonnier. Fotografía: Yorick Le Saux. Montaje: Monica Coleman. Música: Philippe Rombi. Elenco: Valeria Bruni-Tedeschi, Stéphane Freiss, Géraldine Pailhas Françoise Fabian y Michael Lonsdale, entre otros. Distribución: Cinematográfica Blancica.
Cinco veces dos es el título original de este film que de varias maneras recuerda Gotas de agua que caen sobre piedras calientes (2000), una adaptación de la pieza teatral de Reiner Werner Fassbinder que expone las miserias de una pareja homosexual en crisis. Miserias que pertenecen más a la condición de pareja que a la de homosexual, pues para Ozon la relación afectiva sustentable entre dos personas está condenada. Lo afirmó en Bajo la arena (2001), lo reafirmó en 8 mujeres (2002), lo machacó en La piscina (2003) y lo reconfirmó en esta Vida en pareja. Lo cual constituye un punto bastante discutible. Claro, en todas sus películas se encuentra la referencia homosexual —de forma directa o indirecta, no importa— que matiza el relato con las implicaciones que tiene en una sociedad todavía homofóbica que genera conflictos en la afectividad.
Más allá de lo debatible de este punto de vista —válido aunque no absuloto— se encuentra una historia del desencanto afectivo cuyos capítulos se unen a través de viejas canciones de amor italianas, como Una lacrima sul viso, de Bobby Solo, u Ho capito que ti amo, de Rita Pavone, como si fuese una especie de homenaje al Festival de la Canción de San Remo de los años sesenta. El contraste entre el romanticismo y el deterioro afectivo es evidente, pero Ozon lo lleva a extremos tan particulares que le hace perder fuerza al relato. La relación sexual de la primera secuencia —convertida en agresión y violencia— funciona como el límite insuperable de un romance que comenzó en un balneario italiano como una forma de complicidad. La frialdad con la que el abogado da cuenta del acta de divorcio es tan distante del guiño travieso del primer encuentro. Pero este vínculo entre el final y el principio transita por secuencias menos logradas o —tal vez sea mejor dcirlo así— más caprichosas. Hay personajes que aparecen sin dejar una marca importante en la historia. La escena en que él le confiesa a una pareja de homosexuales su infidelidad a ella tiene más de capricho que de estructuración dramática.
Valertia Bruni-Tedeschi y Stéphane Freiss dotan de humanidad y rostros a esta pareja que apostó al amor y perdió. Sobre todo ella se destaca por su capacidad de expresar un registro emocional heterogéneo pero bien construido. Porque, en el fondo, Vida en pareja es una película fundamentalmente femenina.
VIDA EN PAREJA ("Cinq fois deux"), Francia, 2004. Dirección y guión: François Ozon. Producción: Olivier Delbosc y Marc Missonnier. Fotografía: Yorick Le Saux. Montaje: Monica Coleman. Música: Philippe Rombi. Elenco: Valeria Bruni-Tedeschi, Stéphane Freiss, Géraldine Pailhas Françoise Fabian y Michael Lonsdale, entre otros. Distribución: Cinematográfica Blancica.
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