"Cuarenta y nueve versus treinta y tres", me dijo anoche —26 de octubre— Oscar Schemel, líder de la encuestadora Hinterlaces, a propósito de la querella electoral que protagonizan Hugo Chávez y Manuel Rosales. Dieciséis puntos de diferencia, a favor del candidato presidente, que desnudan el triunfalismo que afecta a ciertos sectores de la oposición. Se habla de un "empate técnico", alguien dice que las líneas de intención de voto ya se han cruzado y comienza una ola de rumores que asegura el triunfo de Rosales en los comicios del 4 de diciembre, cuando la realidad indica que Chávez aún domina las preferencias electorales. Lo dicen las cifras de Consultores XXI, Datanálisis, IVAD, Opinión Pública Consultores, Penn Schoen y Berland, Cifras Escenarios y la propia Hinterlaces. El hecho palpable del ascenso de Rosales en las encuestas no quiere decir —todavía— que vaya a ganar las elecciones. Y cuidado si las pierde. Aquí no hay nada "blindado". Remenber August 15, 2004.
Hace un par de semanas, el candidato de la oposición se reunió con dos organizaciones ciudadanas que le manifestaron su apoyo. Tras los agradecimientos de rigor, el propio Rosales afirmó que había que buscar los votos en la calle, que aún no se tenía la mayoría necesaria, que éste es el momento de hacer el trabajo difícil. Dijo algo así: "El 3 de diciembre vamos a ganar y a cobrar, pero para ganar y cobrar ese día es necesario conquistar los votos hoy. Hay que salir a la calle a buscarlos hoy". Más claro, imposible.
¿Dónde están los votos que faltan? Allí, entre quienes todavía tienen esperanza en Chávez; allá, entre quienes están insatisfechos con Chávez pero aún no encuentran opción válida en la oposición; más allá, entre quienes están cansados de promesas y no quieren creer una nueva; un poco más acá, entre los indiferentes y los egoístas; por allí, entre quienes conciben la democracia como una relación utilitaria; por estos lados, entre quienes tienen miedo a perder su empleo o Mercal o Barrio Adentro; detrás de la puerta, entre tanta gente que aún no se atreve... para usar el lema de la campaña opositora.
Lo cierto es que la campaña de Rosales debe hablarle todavía más —en el mes que resta antes de las elecciones— a los que no están con su candidatura, que son los que van a decidir el triunfo. Los partidarios de Rosales ya estamos convencidos. Los partidarios de Chávez también lo están. Hay que encontrar, entonces, ese mecanismo emocional —más allá de los lemas y los temas de campaña— que haga ¡clic! y movilice a los indiferentes, los temerosos, los desilusionados, los fatigados, los que no tienen esperanza. Paradójicamente, hoy es el tiempo de los perdedores.
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