domingo, octubre 01, 2006

Cine: EL AMARGO SABOR DE LA VENGANZA

Sorprendente, conmovedora, chocante, revulsiva, admirable. Todos estos adjetivos son perfectamente aplicables a Oldboy (así: las dos palabras juntas y no old boy), la película del surcoreano Park Chan-wook que hace tres años se alzó con el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes y con otros 16 importantes galardones en concursos internacionales, fundamentalmente asiáticos. Gracias a la nueva distribuidora Films sin Fronteras se estrena en Venezuela una obra que difícilmente entraría en el circuito comercial. De hecho, se exhibe de forma exclusiva en la sala Margot Benacerraf del Ateneo de Caracas y en una sala de Cines Unidos El Marqués.
Al principio del film, Oh Dae-Su, un hombre de mediana edad, borracho, monta un vergonzoso escándalo público. Tras ser liberado por la policía de Seúl, con la intervención de un familiar, el hombre desaparece misteriosamente. Después percibimos, a través de sus propias palabras, que ha sido secuestrado y mantenido en cautiverio durante quince años sin saber por quién y, sobre todo, por qué. No hay explicaciones, tampoco motivos aparentes. Al cumplirse la “condena”, Oh Dae-Su es liberado y se encuentra en la azotea de un edificio de la misma ciudad. Pero además descubre que tiene sólo cinco días para ejecutar la venganza que ha venido rumiando a lo largo de tres quinquenios. Cinco días que revelan la forma como se ha convertido en una suerte de bestia, la manera en que la irracionalidad se apodera de su conducta. Oh Dae-Su lleva adelante su misión y en la vía descubre a Mi-Do, la chica que le acompañará en su búsqueda. No debo contarles la trama ni las sorpresas que les depara pero sí confirmarles que se trata de uno de los relatos de acción y misterio más reveladores y contundente que he visto en los últimos años.
Park Chan-wook —quien ha trabajado con éxito el tema de la venganza en varias de sus películas— partió de una historia desarrollada originalmente como manga que posee tonos de Kafka, Shakespeare y Dumas. Es el drama de un individuo que no puede mantener el control de su vida. Es la tragedia de un ser humano que sabe que su destino lo manejan otros hilos de poder. Oh Dae-Su cree llevar adelante su venganza cuando descubre que en realidad está cumpliendo el guión que otro escribió para él. A cada rato recordamos El proceso. Más tarde surge El conde de Montecristo. Finalmente Sed de mal de Orson Welles. Hay un sentido trágico en la película que no logra opacar la necesidad del afecto. El final de la película es conmovedor. ¿Cuánto se debe sufrir para encontrar la lucidez, si es que tal cosa existe?
¿Las actuaciones? Tremendas, sorprendentes, desconcertantes. Un equipo actoral de primera línea que muestra la dimensión de ese drama que se reconstruye como una sinfonía de horror y humanidad. Un rasgo fundamental en la construcción del film se halla en la música de Cho Young-wuk, definitivamente occidental, que incorpora en un momento dado el Invierno de Las cuatro estaciones de Vivaldi. Si a usted le gusta de verdad el cine y está dispuesto a correr riesgos, no se la pierda.

OLDBOY (“Oldboy”), Corea del Sur, 2003. Dirección: Park Chan-wook. Guión: Hwang Jo-yung, Lim Joon-hyung y Park Chan-wook, basado en una historia original de Tsuchiya Garon y Minegishi Nobuaki. Fotografía: Jung Jung-hoon. Diseño de producción: Yoo Seong-hee. Música original: Cho Young-wuk. Montaje: Kim Sang-bum. Intérpretes: Choi Min-sik, Woo Ji-tae, Gang Hye-jung, Chi Dae-han, Oh Dal-su y Kim Byoung-ok, entre otros. Distribución: Films sin Fronteras.