domingo, marzo 25, 2007

Política Ficción: ¿QUIÉN LE RESPONDE AL PADRE?

El sábado pasado, la Sociedad Psicoanalítica de Caracas presentó, en el Trasnocho Cultural, un revelador cineforo con El último rey de Escocia, film del británico Kevin Macdonald que recrea la experiencia del médico escocés Nicholas Garrigan como asesor personal de Idi Amin Dada, muy peculiar presidente de Uganda desde 1971 hasta 1979. Todos sabemos que Forest Whitaker acaba de ganar el Oscar como actor por su interpretación del dictador africano. Pero, obviamente, el interés en el film va más allá de las virtudes de uno de los grandes actores del cine independiente de EEUU. Al finalizar la función, el profesor Heinz Sonntag, doctor en ciencias sociales, y el doctor Carlos Rasquin, psicoanalista de vasta trayectoria, ofrecieron sus muy interesante visiones sobre la personalidad de uno de los gobernantes más curiosos y nefastos del África que despertaba del colonialismo europeo.

Al fragor de las exposiciones de ambos y de las intervenciones de los asistentes, aquel caudillo africano fue definido como populista, militarista y narcisista, tal como lo muestra la película, y fue inevitable establecer una relación entre el general Idi Amin Dada y el teniente coronel que hoy nos gobierna en Venezuela. Un caudillo populista, militarista y narcisista. Desde luego, el film de Macdonald no pretendía establecer tal relación entre aquel gobernante ugandés —fallecido en Arabia Saudita en 2003— que gastó enormes sumas de dinero para mantenerse en el poder y el caudillo venezolano que ha hecho lo mismo para preservar su poder. Cuando veíamos la proyección del film encontramos los vínculos entre uno y otro gobernante. Era imposible hacerse de la vista gorda.

Pero hay un momento en la película en el que Amín le dice a Garrigan que se siente el padre de Uganda, que cada acto de su gobierno es un acto paternal, que todos los ugandeses son sus hijos y que cuando él —Amin— lo abrazaba a él —Garrigan— debía sentir que Uganda lo abrazaba. Un padre que mantenía el dominio sobre sus hijos a sangre y fuego. Un hombre, un padre, un país, un pueblo y un hijo unidos como algo indivisible, tal como le había propuesto Norberto Ceresole al teniente coronel venezolano.

Eso me recordó al "padre" Josef Stalin, al "taita" Juan Vicente Gómez, al "protector" Kim Il Sung y a todos los caudillos que en el mundo se han amparado en el populismo, el militarismo y el narcisismo para ejercer una "paternidad" que nadie les ha pedido pero que han impuesto con la hegemonía militar, política, económica e ideológica.

Pero también me recordó el reciente episodio protagonizado por el teniente coronel y los miembros de las organizaciones políticas Podemos, Patria Para Todos y el Partido Comunista de Venezuela, aparentemente no dispuestos a perder su identidad en la conformación del Partido Socialista Unificado de Venezuela, tal como lo ha ordenado el caudillo. Los regañó en público como si fuesen niños, los invitó a irse de la revolución, les mostró la puerta de salida. El teniente coronel puede subsistir sin ellos. Ellos, en cambio, no pueden subsistir sin el teniente coronel. Lo más importante es que hay miedo a la muerte política, miedo al poder del caudillo, miedo a lo que saben inevitable.

José Albornoz, uno de los portavoces del PPT, cuando los periodistas le pidieron su opinión sobre lo que había dicho el caudillo, sólo atinó a responder, temeroso, que "a un padre no se le responde". Según una arcaica concepción, al padre no se le discute, no se le le lleva la contraria, no se le desobedece, y mucho menos si se trata de un padre proveedor. Pero habría que preguntarse ¿quién engendró a quién? Un hombre como Albornoz militante de un partido oportunista que surgió de la división de La Causa R que fundó Alfredo Maneiro siente que el militar que ocupa el poder es el padre, que ese militar que quiere un partido único es el padre, que el militar que desde el Ejecutivo le quita las funciones a los otros poderes del Estado es el padre.

El caudillo venezolano ha asumido el rol de padre, el que premia y perdona, aunque no escuche a sus hijos. El que ordena y castiga, aunque sus hijos tengan derecho a disentir. El que provee la mesa y el techo, pero no duda en dejarte en la calle. Debería recordar que Idi Amin Dadá se consideraba el padre de Uganda, pero sus propios hijos lo sacaron del poder.

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