Habla el que se fue es un libro que se lee rápido, como con urgencia. Las páginas vuelan en las manos al recorrer las diez extensas entrevistas —en diferentes fechas— que mantuvieron el historiador, profesor universitario e investigador Agustín Blanco Muñoz y el dirigente sindical Carlos Ortega, hoy en la clandestinidad, alrededor de los hechos más importantes de la vida política venezolana en los últimos años. ¿Cuál es la conclusión más importante que se extrae de su lectura? Sencilla: Chávez ostenta el poder en venezuela no tanto por su propio talento —que lo tiene— sino por todos los errores y las agendas ocultas de la oposición.
Inscrito como el volúmen 17 de la serie Testimonios violentos que ha desarrollado Blanco Muñoz en varias décadas, Habla el que se fue aparece después de las elecciones del 3 de diciembre del año pasado con los testimonios directos y personales de un protagonista fundamental de nuestra historia más reciente, más allá de nuestras posiciones políticas. Pero, sobre todo, se trata de un conjunto de textos que ayudan a comprender los porqués de la permanencia de Hugo Chávez en el poder.
La figura de Ortega ha sido controvertida en diversas épocas. Lo fue en la IV República cuando estaba al frente del sindicalismo del sector petrolero y se enfrentó a los gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera en la discusión de convenciones colectivas. Adquiriró mayor dimensión al ganarle, en octubre de 2001, las elecciones por la presidencia de la Conferederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) a Aristóbulo Iztúriz, en los primeros tiempos del gobierno de Hugo Chávez.
Pero fue a partir del 10 de diciembre de ese mismo años, cuando Fedecámaras llama a un paro general en protesta por las leyes habilitantes que impulsaba por primera vez el oficialismo, que se redefine el protagonismo de la CTV y Ortega pasa a convertirse de simple aliado circunstancial a personaje central de esta película de acción e intriga que no ha terminado aún.
Lucha abierta de masas, condena judicial, asilo diplomático, exilio en varios países, clandestinidad en Venezuela, captura en Caracas y prisión en la carcel de seguridad de Ramo Verde son los antecedentes de su espectacular fuga, el 13 de agosto de 2006 que, entre otras cosas, puso en evidencia que el monolito militar de Chávez no es tal, pues “el preso del presidente” no pudo escaparse sin la complicidad de ese sector. Ése es “el que se fue”. El que habla.
El paro general que culminó el 11 de abril de 2002, con las consecuencias políticas y militares que todos sabemos, el paro petrolero que se inició el 2 de diciembre de ese mismo año y culminó el 2 de febrero de 2003 y el referendo revocatorio presidencial del 15 de agosto de 2004 son los tres procesos fundamentales que ha propulsado la oposición para desplazar del poder a Chávez, antes de las pasadas elecciones del 3 de diciembre de 2006. Según los testimonios recogidos en Habla el que se fue no hubo unidad conceptual ni de intereses entre los distintos factores que adversaron al caudillo. Ortega es implacable con los integrantes de la Coordinadora Democrática, por ejemplo, que no supieron defender el RR del 15 de agosto de 2004, de la misma manera como desnuda a antiguos compañeros del sindicalismo adeco como Manuel Cova o a dirigentes empresariales como José Luis Betancourt, a quien acusa de acomodaticio, y el propio Pedro Carmona Estanga, figura central de las acciones del 11 de abril de 2002. Los medios de comunicación tampoco salen indemnes.
Carlos Ortega no es mango bajito, como se dice coloquialmente. Ha sido criticado desde el gobierno y, más veladamente, la oposición. La misma cuyos dirigentes no han sido capaces de estructurar un movimiento coherente y efectivo. Algunos de sus intelectuales más notables han sido críticos con el dirigente sindical. Pero lo cierto es que el puñado de hombres que en un momento dado se jugaron el todo por el todo en una lucha de masas contra el régimen están hoy presos, clandestinos o en el exilio. Los demás andan por allí.
A este enfoque contribuye de manera decidida la propia perspectiva del profesor Blanco Muñoz, quien expone su palabra crítica tanto de la conducta de Hugo Chávez como de los manejos ocultos de varios dirigentes de la oposición. De distintas maneras, este libro es fundamental para nutrir la comprensión de estos hechos y procesos que han marcado la historia de Venezuela en los primeros años del siglo XXI. Y para la discusión, desde luego, pues los testimonios de Ortega no conforman la Biblia de la oposición.
Tal vez habría que reprocharle al autor la urgencia con que fue elaborado Habla el que se fue, pues evidencia cierto descuido editorial que habría que corregir para futuras reediciones.
HABLA EL QUE SE FUE. Agustín Blanco Muños. Fundación Cátedra Pío Tamayo, Centro de Estudios de Historia Actual, Facuktad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 2006.
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