lunes, noviembre 13, 2006

Política Ficción: SE BUSCAN JÓVENES INDECISOS Y EXCLUIDOS

Hace unas noches mi sobrina Daniela y yo revisamos las investigaciones que han circulado últimamente en materia electoral —todas, las que arrojan ganador a Chávez y las que cantan la victoria de Rosales— y encontramos varias cosas que Perogrullo nos disculpará pero que no dejan de ser pertinentes:
1) en términos de edad, el sector más importante de la población electoral —numéricamente hablando— es el comprendido entre 18 y 25 años.
2) en el campo socioeconómico, los segmentos más amplios y crecientes —a pesar de la “inversión social” del chavismo en sus siete años de derroche—, también numéricamente, son el D y el E, vale decir, los de menor capacidad de consumo, los más pobres, los excluidos, según la nomenclatura impuesta por el mercadeo de productos y servicios.
3) la mayor cantidad de indecisos de cara a las elecciones del primer domingo de diciembre se encuentra, precisamente, entre los 18 y los 25 años y en los segmentos D y E, o sea, los jóvenes de los sectores más depauperados de la sociedad venezolana. Dicho de otro modo: los indecisos deciden. Se buscan jóvenes indecisos y excluidos para cambiar el rumbo de la historia venezolana.
Varias de la firmas encuestadoras políticas y algunas empresas de investigación de mercado —que necesitan anticipar el escenario de negocios de 2007— coinciden hoy —no hace un mes— en que las líneas de intención de voto de ambos candidatos comienzan a cruzarse y a establecer eso que llaman un “empate técnico”. Lo cual —en mi modesta opinión y a riesgo de parecer impertinente— es malo para ambos candidatos. Para Chávez porque evidencia el deterioro de su proyecto autoritario y el fracaso social de su revolución. Para Rosales porque simplemente es insuficiente y le exige mucho más que lo hecho hasta ahora: uno o dos puntos de diferencia no le permiten ganar y “cobrar”, pues necesita una “avalancha” de votos que aún luce distante. El caudillo militarista y el socialdemócrata zuliano necesitan marcar una gruesa diferencia con respecto a su contendor. La “marea roja” y la “avalancha azul” ilustran perfectamente sus necesidades.
Perogrullo nos recuerda todos los días que lo más importante usualmente está ante nuestros ojos, pero nos distraemos tratando de observar cosas menos evidentes, ocultas en los entrepliegues de la realidad. Los miembros del comando de campaña de Rosales deberían poner el énfasis programático y comunicacional en aquellos sectores juveniles y excluidos que se manifiestan indiferentes a la política, que sobreviven día a día en las peores condiciones, que no están integrados al sistema educativo o al mercado laboral formal, que se sienten olvidados, que no tienen esperanza, a quienes no les gusta Chávez pero desconocen lo que puede hacer Rosales por ellos. Ellos son los destinatarios naturales de un mensaje de redención. Ellos pueden marcar la diferencia. Ellos son los que permitirán “cobrar”.

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