Confieso que he llegado tarde a la literatura de Haruki Murakami, tal vez el escritor nipón más importante de la generación que comenzó a publicar a finales de los setenta y sin duda el más conocido fuera de Japón. Lo único que hasta ahora he leído de su extensa producción —que incluye novelas, cuentos y ensayos— es Tokio Blues, Norwegian Woods, suerte de ejercicio de la memoria.que le permite rescatar personajes, situaciones y conflictos de finales de los sesenta y comienzos de los setenta gracias a una vieja canción de los Beatles —Bosque noruego— redescubierta en un avión que aterriza en un aeropuerto alemán. Una aventura de los recuerdos que regresa al tiempo cuando Toru Watanabe era un estudiante en un desmesurado Tokio y cuando conoció a dos mujeres muy distintas que coincidieron en la urgencia de ser comprendidas: la atormentada Naoko y la apasionada Midori.
Publicada originalmente en 1987 y editada en español por la barcelonesa Tusquet en junio de 2005, Tokio Blues, Norwegian Wood reconstruye la educación sentimental y erótica de Watanabe, al mismo tiempo que expone la transformación de la juventud japonesa en tiempos de renovación mundial. La trama se construye sobre la base de las memorias de Watanabe en un ámbito que no marca diferencias con los jóvenes de cualquier otra gran ciudad del mundo. El escritor y traductor —que ha recibido los premios literarios más importantes de Japón— propone un tejido de relaciones personales que van más allá de la mera relación amorosa para insertarse en los entrepliegues de la enajenación, el sexo y la muerte. Es una novela sobre el desengaño y sobre el crecimiento emocional forzado por hechos inevitables. La estructura del relato, que al principio parece multitemporal, cobija las confesiones del personaje central, desde la perpectiva que le ofrecen dos décadas transcurridas entre el encuentro con una y otra chica y un presente ubicado a mediados de los ochenta. El resultado es una obra intimista, honesta, nostálgica si se quiere, que apuesta por la permanencia de una determinada visión sobre la memoria. Algo así como que la vida no es como es sino como la recordamos.
Murakami nació en enero de 1949 en Kyoto pero creció en Kobe dentro de una familia culta, cuyos padres fueron profesores de literatura japonesa. Tras estudiar drama en la Universidad Waseda, creó un local de jazz en Tokio —la música siempre está presente en su novelística— al mismo tiempo que publicó Escucha el canto del viento (1979) y Pinball 1973 (1980), novelas en las que evidenció una influencia decisiva de autores occidcentales, especialmente Dostoievski o Dickens. Su primer título que alcanzó reconocimiento en el .ambito mundial fue La caza del carnero salvaje (1982). seguida por El fin del mundo y el fin de las maravillas del hampa (1985), Tokio Blues Norwegian Wood, que hoy comento, Baila, baila, baila (1988), Al sur de la frontera, al oeste del sol (1992), Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1994), Underground (1997), Sputnik, mi amor (1999), Kafka en la orilla (2002), After dark (2004), y Sleep (2004).También ha escrito libros de relatos como El elefante desaparece (1993), Después del terremoto (2000) y Cosecha Murakami (2004). Después de su masivo triunfo comercial, Murakami residió en Europa y Estados Unidos, antes de regresar de nuevo a Tokio a mediados de los noventa donde vive actualmente.
TOKIO BLUES Norwegian Wood, de Haruki Murakami. Tusquet Editores, Barcelona, 2006.
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