martes, enero 16, 2007

Gerver Torres: ¡ALÓ! ¡ALÓ! ¡HAY UN APAGÓN!

Al saber que los venezolanos tenemos la posibilidad de conectarnos a Internet por banda ancha desde cualquier pueblo remoto de Venezuela, desde una posada en la playa o a la altura de un pueblo de montaña, siento la satisfacción de haber contribuido a impulsar la apertura de las telecomunicaciones y la privatización de la CANTV. En 1991, cuando la ejecutamos, estábamos convencidos de que ésa era una de las grandes jugadas para modernizar a Venezuela, con miras a mejorar nuestra calidad de vida y a hacer más eficiente y competitiva nuestra economía. En efecto, la apertura del sector a la inversión privada trajo significativos beneficios al país. A los más jóvenes les costará creer que en esa época anterior a la privatización, el tiempo de espera promedio para obtener una línea de teléfono en Venezuela era de 8 años, y por ello, uno de los favores que más comúnmente nos pedían a quienes estábamos en función de gobierno consistía justamente en conseguir una línea de teléfono. La calidad del servicio era muy pobre; se invertía largo tiempo para lograr el tono y las llamadas se entremezclaban. Tampoco contábamos con telefonía celular y el gobierno no disponía de los recursos para hacer las inversiones que se requerían en aquel entonces y que el sector privado ha hecho en todos estos años.
Sin embargo, ahora el gobierno ha anunciado su intención de estatizar nuevamente la empresa. Este sería el primer caso de reversión de las privatizaciones que en telecomunicaciones comenzaron a darse en el mundo entero desde finales de los 80, tanto en países en desarrollo como en países industrializados tales como Alemania; privatizaciones que continúan impulsándose hoy en día por la plena vigencia de sus fundamentos y resultados. Aun cuando en algunos países se han revertido procesos de privatización; por ejemplo en el campo del agua y en concesiones de carreteras, esto se ha debido a problemas en la calidad de los servicios o a incumplimientos de metas pero no a razones ideológicas. Nadie en el mundo estatiza empresas hoy por razones ideológicas, excepto Venezuela. Fanatismo ideológico del Presidente de la República, aunque gente de su gobierno haya manifestado en distintos momentos, su acuerdo con la privatización de la CANTV. Es el caso, por ejemplo, de Jessie Chacón quien siendo director de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, Conatel, en 2003, declaró a la prensa que consideraba que la privatización de CANTV era un paso correcto; o su propia gente, quien en la que en la Constitución de 1999 estableció la apertura del gas al sector privado; esa industria que también hoy el Presidente quiere reservar al Estado.
Lo que el gobierno se propone ahora carece totalmente de sentido. Si avanzara con las estatizaciones con las cuales amenaza, la de los proyectos petroleros de la Faja, la CANTV y la Electricidad de Caracas, la compensación de sus propietarios supondría alrededor de 25 mil millones de dólares lo que equivale a aproximadamente 20% de la riqueza total creada en un año en todo el país, y cerca de 50% de lo que se estima es el déficit de inversión en infraestructura. Es decir, el gobierno estaría invirtiendo recursos para comprar o tomar el control de empresas que funcionan bastante bien y descuidando áreas de la infraestructura que están por el suelo. Peor aún: si el gobierno pagase esa cantidad por esas empresas, ese dinero pagado se irá del país en forma de dólares. O sea, en términos netos, habría una desinversión de enorme tamaño en la economía venezolana. Además, habría que contemplar no sólo lo que se pagaría o se comprometería ahora para adquirir esas compañías sino también los flujos de inversión que sería necesario mantener si se quieren desarrollar adecuadamente los sectores en los cuales esas empresas operan. Ni mencionar las exigencias gerenciales adicionales que impondrían estas complejas empresas sobre un gobierno ya rebasado, que no puede ni controlar el hampa y que ha de reciclar constantemente su “personal”.
El caso de la electricidad es dramático. El país necesita inversiones en el sector eléctrico que se han estimado por el orden de los 5 mil millones de dólares. Estados en el interior del país sufren continuos apagones. De hecho, las interrupciones mayores de 100 megavatios se han venido incrementando sistemáticamente en el país y han pasado de 24 episodios en 2000 a 99 episodios en 2005. Falcón y Monagas son estados donde la electricidad se interrumpe hasta por tres horas. Ahora resulta que en vez de invertir en expandir y mejorar la generación y distribución de electricidad, el gobierno quiere invertir en comprar la empresa de electricidad más eficiente del país, una con la cualsegún diversas mediciones hechas los consumidores se encuentran satisfechos.
Por último, está el caso de las empresas en la faja del Orinoco. La producción nacional de petróleo ha venido cayendo, los precios están a la baja y la demanda interna de combustibles está disparada por diversas razones, reduciendo aún más las cantidades disponibles para exportar. Si algo tendría que estar haciendo el gobierno en el sector es incentivando mayor inversión extranjera para expandir aceleradamente la producción.
Pero por lo que vemos, y por lo pronto, en vez de más producción y mejores servicios tendremos más fanatismo ideológico.

Gerver Torres
gerver@liderazgoyvision.org

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