sábado, febrero 24, 2007

SUMARIO 24-02-07

Hola amigos en Venezuela y el mundo.

Bienvenidos a la nueva edición de Ideas de Babel.

Hoy les presento una visión sobre el Gran Propietario que concentra la mayor riqueza económica en Venezuela. Asimismo encontrarán artículos sobre Cartas de Iwo Jima, el nuevo film de Clint Eastwood, El laberinto del fauno, la película del mexicano Guillermo del Toro que se ha convertido en un fenómeno, y la exitosa novela La catedral del mar, del catalán Ildefonso Falcone. Además encontrarán dos artículos de Trino Márquez y uno de Gerver Torres.

También los invito a visitar:
  • El Blog de Alfonso Molina en www.noticierodigital.com
  • El Blog Crítico en www.grancine.net
Y no se olviden de sintonizar cada viernes la conversación sobre cine que sostenemos Alexandra Cariani y yo en el programa radial Zonalibre en 97.7 FM, la Emisora Cultural de Caracas.

Gracias a todos.

Alfonso

miércoles, febrero 21, 2007

Política Ficción: EL GRAN PROPIETARIO

Es el mismo hombre que celebra el "socialismo del siglo XXI", las expropiaciones, la estatización, el colectivismo. Es el mismo hombre que rechaza el capitalismo y la propiedad privada individual. Paradójicamente, es el mismo hombre que ha devenido en el más grande propietario del país, según lo define Trino Márquez en su agudo artículo "La distribución perversa de la propiedad", publicado en esta edición de Ideas de Babel. En su texto, que les recomiendo leer al detalle, Trino desnuda los mecanismos que convierten a Hugo Chávez en el hombre que más concentra no sólo poder político sino también poder económico en Venezuela. Y tiene razón. Es propietario de hecho, mas no de derecho. Es una forma de propiedad que se ejerce sin pedir permiso, que no consta en instrumento jurídico alguno y que encierra en muy pocas manos la mayor riqueza de este país. En el más puro estilo del capitalismo primitivo y salvaje. Cada vez que el Gran Propietario estatiza —que no nacionalizauna empresa del sector privado está concentrando aún más poder político, económico y social. Cada vez que despoja a otros de sus propiedades se convierte en el Gran Propietario.

Venezuela es una enorme empresa cuya mayoría de acciones es propiedad de un solo hombre. ¿Les parece una exageración? Todas las expresiones del Estado se encuentran bajo su yugo. A través de ellas Hugo Chávez ejerce la propiedad del Ejecutivo, del parlamento, del Poder Judicial, del Consejo Nacional Electoral, de las gobernaciones y las alcaldías, de la recaudación de impuestos, de una de las mayores empresas petroleras del mundo, de la mayor red de emisoras radiales del país y de varias televisoras y ahora de una poderosa firma de telecomunicaciones. También es propietario de la electricidad de toda la nación. Amenaza con ser el propietario de la distribución de alimentos. Viaja en un modernísimo avión y usa trajes de 5 mil dólares mientras se llena la boca al hablar de los niños de la calle. En sus manos se encuentra la mayor concentración de riqueza. Es más rico que Gustavo Cisneros, por ejemplo. Algunos dicen que Chávez es hasta propietario de la oposición. No sé. Hasta ahí no llego.

Pero en esto tampoco es original, puesantes que élese rol de Gran Propietario lo ejercieron Stalin y Mao Ze Dong, Kim Il Sung y Fidel. Y, más localmente, Juan Vicente Gómez. Es simplemente un alumno aventajado. Posee casi todas las acciones virtuales de esta empresa muy productiva llamada Venezuela. Lamento recordar que los dictadores de la Unión Soviética, China y Corea del Norte murieron en sus camas, ejerciendo la propiedad de sus respectivas naciones. Fidel va en camino a emularlos. ¿Lo hará Hugo Chávez? ¿Morirá en su cama dentro de veinte, treinta o cuarenta años? Ese es un escenario posible. El otro es que salga del poder —es decir, de la propiedad— por la vía institucional. ¿Cómo? A través de la acción de la oposición democrática, lo cual luce hoy como algo remoto. Pero siempre cabe la posibilidad que contra el Gran Propietario se alcen los que hoy los acompañan en el Gobierno y —como él— aspiran a eternizarse como los nuevos Grandes Propietarios.

martes, febrero 20, 2007

Cine: LAS VOCES DE LOS DERROTADOS

Las dos horas y 18 minutos que dura la proyección de Cartas desde Iwo Jima transcurren en un sorprendente silencio en la sala. Salvo los diálogos en japonés, los efectos de sonido de batallas y la música incidental, no se escucha nada más. Los espectadores están allí, sentados, mudos, viendo aquel discurso antibélico casi sin moverse. No podríamos decir que estamos ante una película comercial. No obstante, la sala está repleta. Claro, ayudan mucho las tres postulaciones al Oscar y los numerosos premios ganados recientemente. Al final, el público sale de la sala conmovido, en silencio, con la sensación de haber visto una película poco usual. Más bien extraordinaria.

El más reciente film de Clint Eastwood ofrece el otro punto de vista alrededor de la batalla de Iwo Jima para rememorar un momento histórico fundamental —a los ojos de EEUU y de Japón— en la resolución de la II Guerra Mundial. El director norteamericano toma prestadas las voces de los derrotados para tratar de entender los alcances de la contienda, más allá de los partes militares. En La conquista del honor había ofrecido la perspectiva norteamericana de la misma batalla, acentuando la manipulación propagandística de la victoria. En Cartas desde Iwo Jima la trama se sitúa en un plano más claustrofóbico y más desesperado, con un cierto tono poético que recuerda algunos filmes de Akira Kurosawa e incluso de Yasujiro Ozu. Hay un signo trágico desde el principio de la historia, pues Eastwood propone una comprensión más íntima del destino de esos personajes que saben que van a morir y que se debaten entre cumplir los mandamientos del honor militar nipón o sobrevivir al horror de la guerra para rescatar la esencia del ser humanos.

Los dos personajes principales son el General Tadamichi Kuribayasi (Ken Watanave, tal vez el actor japonés más conocido en Occidente) que resiste durante 44 días el asedio norteamericano, y el humilde panadero Saigo (el magnífico Kazunari Ninomiya, famoso astro de la música popular en Japón), quien sólo quiere regresar a casa con su esposa y la hija que aún no conoce. A pesar de sus diferencias de rango y de clase, ambos coinciden —sin proponérselo— en torno de la inutilidad de la guerra y de la necesidad de sobrevivir. Pero el honor y las convenciones son más fuertes.

El guión de la debutante Iris Yamashita y el exitoso Paul Haggis —director de Crash y guionista de Golpes del destino o A million dollar baby— se fundamenta en el libro Cartas y dibujos del Comandante en Jefe, que recoge las misivas del propio general Tadamichi Kuribayashi, editadas por el escritor Tsuyoko Yoshido. Es decir, el film deriva de testimonios personales del alto oficial que, según la trama, han sido enterrados por Saigo en una de las cuevas de la isla asediada. Esas cartas son el punto de partida del film, a partir de nuestros días, y le confieren un tono de veracidad importante.

La fotografía de Tom Stern —al igual que en La conquista del honor— es fundamental para construir la atmósfera opresiva y dramática. Casi en blanco y negro, más bien sepia, transcurren las batallas, las polémicas, los recuerdos y las esperanzas de ese grupo de combatientes. Esa tonalidad casi monocromática envuelve el relato y le otorga el tono de tragedia anunciada y aceptada.

Con Cartas desde Iwo Jima, Clint Eastwood —quien acaba de recibir la Legión de Honor de la República Francesa por sus aportes al desarrollo del cine universal— se revela como uno de los más grandes directores estadounidenses —vivos o muertos— y se pasea con soltura entre los Welles, Huston, Ford, Altman y todos los demás.

Calificación: 8,5 /10

CARTAS DESDE IWO JIMA (“Letters from Iwo Jima”), EEUU, 2006. Dirección: Clint Eastwood. Guión: Iris Yamashita y Paul Haggis. Producción: Clint Eastwood, Steven Spielberg y Robert Lorenz. Fotografía: Tom Stern. Montaje: Joel Cox y Gary D. Roach. Música: Clint Eastwood. Elenco: Ken Watanabe, Kazunari Ninomiya, Tsuyoshi Ihara, Ryo Kase y Shidou Nakamura, entre otros. Distribución: Cinematográfica Blancica.

miércoles, febrero 14, 2007

Cine: LOS REFUGIOS DE LA IMAGINACIÓN

“Lo mejor de lo fantástico es que forma parte de la realidad”, decía André Breton con cierto aire de boutade. Parece que Guillermo del Toro se apropió de esta frase y la convirtió en punto de partida de su breve pero muy expresiva filmografía que incluye Cronos (1993), Mimic (1997), El espinazo del diablo (2001), Blade II (2002), Hellboy (2004) y esta El laberinto del Fauno —postulada a seis premios Oscar, ganadora de seis premios Goya de la academia de cine española y cuatro de la academia británica y con 45 nominaciones más en todo el mundo— que se ha convertido en la película más comentada de la cartelera y en el film no hablado en inglés que mayor recaudación ha logrado en la taquilla de EEUU. Todo un fenómeno que ha obtenido, por añadidura, el respaldo de la crítica internacional.
El cine de este director mexicano ―que ha trabajo tanto en la industria de su país como en la estadounidense y la británica― se caracteriza por el uso de elementos fantásticos en un marco de aparente realismo, lo cual define de manera medular El laberinto del fauno, obra que ha sorprendido a muchos por su fuerza y su tono gótico. Aunque evidencia cierta influencia de Buñuel y hasta de Murnau, lo significativo de su trabajo visual se interna en la fantasmagoría de Goya. Del pintor español toma sus imágenes fantásticas antes que sus trabajos realistas. Ello le permite crear atmósferas extranaturales, ricas en detalles y oscuramente mortuorias.
La trama se remonta a 1944, en un pueblo de la España franquista en cuyos alrededores aún actúan los maquis, es decir, los guerrilleros republicanos que no han aceptado la derrota de la guerra civil en 1939. Allí viaja una niña de doce años, Ofelia (Ivana Baquero), junto con su madre (Ariadna Gil) embarazada de su nuevo esposo, el capitán Vidal (Sergi López). Allí también están la criada Mercedes (Maribel Verdú) y el Dr. Ferreira (Alex Angulo), colaboradores de los maquis. En ese contexto, Ofelia descubre un laberinto que la conduce hasta donde mora un fauno (Doug Jones), quien le indica que ella es, en realidad, la princesa que los seres del bosque han esperado por años. La niña se debate entonces entre un universo real, signado por la represión y el fascismo, y otro fantástico, definido por la búsqueda del bien y la fantasía. De hecho, este último mundo se convierte en su herramienta de supervivencia frente a una realidad que no comprende. Dos espacios vitales que no pueden coexistir en paz.
El antecedente más preciso de El laberinto del fauno es su película que más me ha gustado, El espinazo del diablo, también ambientada en la guerra civil española y matizada por una historia de fantasmas, que fue interpretada por Federico Luppi y Marisa Paredes. Ambos filmes rechazan el reduccionismo ideológico del fascismo y abren las compuertas de la imaginación como una vía de escape y al mismo tiempo de lucha. Historias insólitas, nada usuales, totalmente fantásticas. El nivel de elaboración alcanzado en El laberinto del fauno sorprende por sus implicaciones significativas y destaca por sus efectos especiales, su maquillaje y su iluminación. Una atmósfera envolvente que se sumerge en la fuerza de la imaginación para expresar la mirada infantil.
No obstante, del Toro propone una caracterización de personajes trabajada sobre la base de los estereotipos. Por ejemplo, el fascista capitán Vidal es tan malo, pero tan malo, que no genera veracidad. La actuación de Sergi López es casi caricaturesca, sin riqueza interna. Los maquis, por el otro lado, constituyen la representación del heroísmo y la virtud. Este maniqueísmo afecta la complejidad del film y debilita un planteamiento a todas luces interesantísimo. Con todo, El laberinto del fauno sigue siendo un film a destacar por sus valores estéticos y su magnífico nivel de producción.

Calificación: 7,8/10

EL LABERINTO DEL FAUNO, España y México, 2006. Dirección y guión: Guillermo del Toro. Producción: Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón, Álvaro Agustín, Bertha Navarro y Frida Torresblanco. Fotografía: Guillermo Navarro. Montaje: Bernat Vilaplana. Música: Javier Navarrete. Elenco: Sergi López, Maribel Verdú, Ivana Baquero, Álex Angulo, Ariadna Gil y Doug Jones, entre otros. Distribución: Cinematográfica Blancica.

Letras: LA LUCHA Y LA FE DE SANTA MARÍA DE LA MAR

Cabalgando a media legua entre la novela histórica y la narración de aventuras, La catedral del mar logró convertirse desde marzo del año pasado en un sorprendente éxito de librería en España y el mercado hispanohablante. A la vez dio a conocer a un nuevo y desconocido autor —el abogado catalán Ildefonso Falcones de Sierra, sin obra literaria previa— que ha logrado poner sobre el tapete de la modernidad el viejo tema de la edificación, en el siglo XIV, de la catedral de Santa María de la Mar en el barrio barcelonés de la Ribera. Una novela amplia, ambiciosa, a ratos sobrecogedora, que ha seguido esta construcción a través de una dramática saga familiar que ilustra a su vez una casi olvidada gesta popular frente al poder del rey y de la Iglesia. Una catedral erigida por hombres del mar en una ciudad que aunque dominaba el Mediterráneo —Barcelona— paradójicamente carecía de puerto. Leer su primera página es arrastrase a lo largo de las 670 que la componen.

La acción central de la novela transcurre en una Ciudad Condal que disfruta su momento de mayor prosperidad a mediados del XIV, pero su historia comienza en Cataluña adentro, en un época dominada por los señores feudales. La arbitrariedad marca la vida de una familia que huye de la injusticia y busca en la ciudad mediterránea el espacio donde se alcanza la libertad. El levantamiento de la Santa María de la Mar marcha paralela a la historia de Arnau, un siervo de la tierra que se convierte en ciudadano y, consecuentemente, en hombre libre, después de haber sido fugitivo, palafrenero, estibador y soldado y de haber sufrido toda suerte de desventuras. La transformación de Arnau sirve como herramienta humana para hacer fluir la narración y, en dirección contraria, la catedral de la Ribera deviene en el símbolo de la fe y la lucha por un nuevo orden económico y social.
En La catedral del mar se unen los extremos: pobreza y riqueza, nobleza y villanía, creencia y pecado, bondad y venganza. Esta continua confrontación de condiciones y emociones le otorga un cierto carácter folletinesco que incluso hace referencia a Dumas, el padre, aunque sin el vuelo creador de éste. Sexo, amor, traición y mucho de orgullo catalán aderezan el relato saltando de un personaje a otro, seduciendo a través de imágenes muy conmovedoras, resolviendo dramáticamente una trama que necesita atravesar el largo período de construcción de la catedral. Es evidente el profundo conocimiento de Falcones de Sierra sobre el período que registra en su texto, aunque se encarga de poner de relieve su corrección narrativa sin mayores retos formales.

El más grave problema que enfrenta una novela como ésta es su aplauso comercial. Ha sido un éxito tanto en castellano como en catalán. Hay gente que se niega a leerla pues —afirman— un libro que ha vendido más de 600 mil copias en menos de un año no es de fiar. Ya se sabe: el triunfo no se perdona. En cambio, yo la encontré muy entretenida, incluso apasionante, pues —además de revelar un conocimiento profundo de la época— sabe rescatar el valor ancestral de la catedral popular de una ciudad en transformación.

LA CATEDRAL DEL MAR, de Ildefonso Falcones de Sierra. Grijalbo, Grupo Editorial Ramdon House Mondadori, Barcelona, 2006.

Trino Márquez: CULTO PETROLERO A LA PERSONALIDAD

A partir de febrero de 1999 reaparece en el escenario nacional el culto a la personalidad, práctica que se suponía erradicada en nuestro paíso, en todo caso, en franco proceso de extinción. Ese culto con el paso de los días adquiere tonalidades cada vez más irritantes. La mayoría de los espacios públicos y edificios que albergan a las instituciones del Estado o del Gobierno nacional, regional y municipal, muestran la imagen todopoderosa y omnisciente del comandante. En unos frescos aparece, como los grandes timoneles, señalando el camino hacia el futuro; en otros encendiendo el bombillo de la “revolución eléctrica”; en el de más allá tutelando las labores de PDVSA o del SENIAT; en el siguiente, abriéndole camino al socialismo del siglo XXI y “empoderando” al pueblo a través de los Consejos Comunales. No existe actividad, proceso o hecho de la acción del Gobierno en la que su palabra no se muestre esclarecedora e inapelable.
Como en los grandes mitos, su imagen se presenta sin fisuras, invulnerable, recia igual que un monolito. Los mítines y actos públicos del oficialismo constituyen desvergonzadas muestras de servilismo y obsecuencia frente al caudillo. Aló, Presidente, incluido su nuevo formato, forma parte del fuego que alimenta la leyenda. Según sus epígonos, el comandante está a la altura del Libertador (pero, de seguir el ritmo frenético que han desatado esos acólitos, pronto estará por encima), del Che Guevara y de Fidel Castro.
¿Cómo se explica esta involución tan severa de la vida política nacional? Axel Capriles apunta algunas ideas que sirven para entender el fenómeno. La gente, dice Capriles, necesita proyectar en superhombres, en semidioses, sus propias carencias. De esta manera mitiga esas falencias. Los aláteres del autócrata la justifican diciendo que la revolución bolivariana, como todas las revoluciones, reclama un líder único e indiscutible al que se le debe obediencia incondicional. Ese guía, además, debe ser eterno. Para garantizar la permanencia del jefe en el poder, se han convertido en fieros defensores de la reelección indefinida, fin principal de la reforma constitucional. Los chavistas reproducen, en escala tropical, lo que hicieron los rusos con Lenin y Stalin, los chinos con Mao, los coreanos del norte con Kim Il Sung. En realidad no es la revolución la que exige endiosar a sus dirigentes. Es el totalitarismo, la autocracia y la megalomanía.
La necesidad de que los venezolanos proyecten en un líder carismático sus debilidades, los trastornos narcisistas de personalidad que muestra el autócrata y la mimetización que sufren los alabarderos que rodean al comandante, explican en buena medida el resurgimiento del culto a la personalidad en el país, práctica que no se veía, al menos con estos ribetes patológicos que estamos presenciando, desde la era de Antonio Guzmán Blanco. Ahora bien, a estos factores hay que agregar uno que me parece central: la desaparición de las instituciones del Estado que sirven para contrarrestar al Poder Ejecutivo. Es en este ambiente menguado donde puede desbordarse una personalidad egocéntrica como la del teniente coronel.
El culto a la personalidad Chávez se ha afincado en la utilización inicua de los recursos públicos, especialmente los que genera el petróleo. Esta es la fuente que alimenta el obeso yo del primer mandatario. Ese uso no ha sido fiscalizado, ni sometido a ningún tipo de control por parte de la Asamblea Nacional o de la Contraloría General de la República, organismos obligados a velar porque el patrimonio nacional se invierta de acuerdo con los intereses generales del país. El Presidente de la República hace un uso abusivo de las cadenas de radio y televisión. Con ellas invade los hogares de los venezolanos y fomenta la idea de que es imprescindible e insustituible. Este atropello ocurre sin que el Defensor del Pueblo, el Fiscal General o algún magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, mueva una pieza para impedir que se perpetre.
El ego insaciable del comandante ha podido crecer sin restricciones, y sus camaradas han podido inflarlo sin cortapisas para ganarse sus favores, porque las instituciones del Estado han claudicado frente a las ambiciones desmedidas del jefe. A los órganos responsables de ponerle coto a los desmanes no les ha importado que sus desmesuras enrarezcan el clima de convivencia que requiere toda democracia sana. Tampoco les ha interesado que sus excesos vayan a contrapelo del estilo sobrio que deben exhibir los jefes de Estado en las democracias modernas, incluso allí donde el régimen de Gobierno es presidencialista y, en razón de ello, el Poder Ejecutivo es muy fuerte. En estas naciones el Presidente está obligado a cumplir con un conjunto de reglas que señalan la Constitución y las leyes. Cuando estos instrumentos son incompletos o no resultan suficientemente claros, de inmediato actúan los órganos del Estado para ponerle frenos a las actuaciones del primer mandatario. Los vacíos legales son cubiertos por el órgano legislativo o por el Poder Judicial, no por el Presidente.
En Venezuela no ocurre nada de esto. Al contrario, la presidenta de la Asamblea Nacional, órgano que previamente había renunciado a legislar (más no a cobrar) durante año y medio, declara que el Parlamento no le informará a la opinión pública, ni opinará sobre los instrumentos legales que contenga la Ley Habilitante, todo ello en virtud de un fulano pacto de discreción suscrito por la cúpula dominante. La abyección de los diputados de la Asamblea Nacional carece de barreras. No sólo le entregan a Chávez la capacidad de legislar, sino que además declinan ante la posibilidad de emitir alguna opinión sobre una materia que les concierne directamente y para la cual supuestamente fueron electos por el pueblo. El órgano soberano de la representación popular se somete de forma incondicional a los dictados del caudillo. Con instituciones de esta clase, ¿cómo no va a haber culto a la personalidad?
tmarquez@cantv.net

Trino Márquez: LA DISTRIBUCIÓN PERVERSA DE LA PROPIEDAD

El historiador inglés de la cultura Andrew Norman Wilson dice: “La propiedad nunca ha sido abolida y nunca será abolida. El asunto se reduce, simplemente, a quién la posee”. Esta afirmación es especialmente pertinente en el caso de Venezuela. Aquí la propiedad —no de derecho sino de hecho— de los bienes de la nación, se ha ido desplazando desde el sector privado hacia el Estado y, más específicamente, hacia el comandante Hugo Chávez, quien progresivamente se ha adueñado de esos activos, convirtiéndose en uno de los hombres más ricos del planeta, probablemente el más, aunque su nombre aún no aparezca en la lista de la prestigiosa revista Fortune. Este movimiento ha sido posible debido a la desaparición del Ministerio Público, de la Contraloría General de la República y de la Asamblea Nacional, en cuento órgano de fiscalización y control sobre el Ejecutivo Nacional, así como de cualquier rastro del sistema de check and balance. El Presidente, si bien formalmente no detenta la propiedad de esos bienes, sí disfruta de su uso y usufructo, condición que le permite decidir de forma unilateral qué hacer con ellos.

En la Venezuela chavista la propiedad privada —en el sentido capitalista y liberal clásico de la expresión— está desapareciendo. Su lugar lo está ocupando una forma de propiedad muy dañina, pues es personal y caudillesca, tal como suele ocurrir en las autocracias. En tal sentido, la diferencia entre Juan Vicente Gómez y el comandante Chávez es de forma, no de fondo. El viejo tirano asociaba su riqueza personal con la posesión de tierra, de allí que se adueñara de cuantas haciendas podía. El nuevo autócrata vincula su poder personal con la propiedad estatal, por eso no duda en utilizar los recursos petroleros para estatizar los activos más importantes del país. No le parece suficiente controlar la industria petrolera y poseer el dominio sobre más de 70% de las divisas que ingresan al país. Quiere someter toda la economía a la férula del Estado, es decir, a la suya.

El proceso de estatización acometido por el jefe de la revolución bolivariana ha sido recubierto con el lenguaje de la igualdad y la justicia distributiva. Pero, ¿"ahora Venezuela es de todos"? Nada más alejado de lo que está ocurriendo en realidad. La revolución le está dejando a la sociedad civil los negocios y la actividad económica marginal. Esa que puede llevarse a cabo a través de las cooperativas, las empresas de producción social, los núcleos de desarrollo endógeno, los fundos zamoranos y toda esa amplia variedad de modalidades folclóricas y pintorescas ideadas por el régimen, con el fin de crear entre los más pobres la ilusión de que la propiedad y la actividad económica se está democratizando y el socialismo se está construyendo desde la base y con el esfuerzo y la participación de todos. Sin embargo, el lomito, las empresas más importantes, las que agregan valor y generan poder y riqueza a gran escala, son o están siendo estatizadas; es decir, están siendo capturadas por la alta jerarquía del régimen. Su administración y gerencia ha pasado a depender de una casta de funcionarios incondicionales al “proceso”, cuya capacitación y destrezas son inéditas. Llegan a los cargo de conducción no por sus méritos, sino por su subordinación al comandante.

¿Esa burocracia oficialista se encuentra en condiciones de manejar con eficiencia y probidad empresas como la CANTV, la Electricidad de Caracas, Seneca u otras que el Gobierno decida estatizar en el futuro? La amplia experiencia que existe en el mundo y, desde luego, en Venezuela sobre las empresas que prestan servicios públicos, demuestra que en una sólida mayoría esas unidades se desempeñan de forma más eficaz cuando están dirigidas por la iniciativa privada, que cuando lo hacen funcionarios que responden a una línea partidista o ideológica determinada. En este caso, los intereses sectarios y las razones extraeconómicas usualmente se imponen sobre los criterios de racionalidad, eficiencia, productividad, competitividad y beneficio que deben prevalecer en la razón económica. Los enfoques izquierdizantes y demagógicos tratan de demonizar estos sanos principios que dicta el sentido común y la lógica convencional, mostrándolos como aberraciones del neoliberalismo salvaje y el capitalismo deshumanizado.

Los nostálgicos hablan —inflados por la petulancia— de la “economía con rostro humano” y de la “solidaridad” para justificar que sean burócratas del Estado, y no empresarios privados, quienes capitaneen las grandes empresas que atienden necesidades públicas de gran escala. Ahora bien, en el socialismo y en las economías altamente estatizadas, la mayor parte de esas empresas no pagan impuestos, no remuneran bien a sus trabajadores, reciben subsidios excesivos de parte del Estado, obligan a la sociedad a incurrir en costos de oportunidad muy altos, prestan servicios deficientes, aumentan los costos de producción social de manera irracional y, para remate, los ciudadanos carecen de opciones y ni siquiera pueden quejarse. Entonces, ¿cuál es la ventaja para una sociedad que se le despoje de la posibilidad, a través de grupos privados, de poseer esas empresas? Ninguna ¿Qué gana una nación cuando esa atribución se le confiera a una casta de burócratas privilegiados e incompetentes? Nada. Al contrario, la pérdida es neta: el país incurre en gastos desmedidos que se derivan de la utilización inadecuada de los recursos nacionales.

El proceso de estatización que se está produciendo en Venezuela, inspirado por razones políticas e ideológicas enraizadas en la doctrina comunista, busca asfixiar al sector privado de la economía, con el único propósito de establecer la más perversa de las privatizaciones: esa que coloca en un caudillo que se cree providencial la conducción de todo el proceso económico.
tmarquez@cantv.net

Gerver Torres: EXPROPIACIONES

En estos tiempos del socialismo del siglo XXI a menudo se oye hablar de expropiaciones y cuando ello ocurre uno piensa inmediatamente en empresas privadas o familias a quienes de alguna forma les son quitados sus capitales y bienes materiales.

Pero hay muchas otras expropiaciones andando por allí, desarrollando su curso, operando en otros terrenos menos materiales, más del alma y del espíritu, amputando aspiraciones, sueños, derechos, no sólo entre quienes adversan al régimen sino también entre sus propios seguidores. El régimen expropia a unos y a otros, y expropia muchos tipos de capital.

A sus propios seguidores, los expropia del derecho a disentir, a construir y a militar en organizaciones diversas, plurales, aun cuando se declaren adherentes fieles de la revolución. No pueden sino militar en un partido único. Son expropiados de sus siglas y de su historia. Son expropiados de capital ideológico e intelectual.

A estos mismos seguidores, el régimen los expropia también del derecho a aspirar o soñar con liderar el proceso y convertirse algún día, por ejemplo, en presidentes de la República. El jefe es uno solo y es el mismo para siempre. Los seguidores son expropiados de capital político.

El régimen expropia a familias, vecinos y amistades de querencias, apegos y cariños al someterlas a un proceso intenso de polarización política capaz de fracturar sólidas relaciones. En otras palabras, nos expropia de capital afectivo.

Expropia a la sociedad de reglas fundamentales para su buen funcionamiento. Organizaciones que se supone deben ser autónomas e independientes son sometidas al control y la voluntad de un hombre. Es la expropiación del capital institucional.

Las expropiaciones son múltiples y continuas. Una que no debemos dejar que ocurra es la expropiación de la esperanza. Esa depende enteramente de nosotros para que pueda darse, y mientras no se de, todas las otras expropiaciones son reversibles.

gerver@liderazgoyvision.org

miércoles, febrero 07, 2007

SUMARIO 10-02-07

Hola amigos en Venezuela y el mundo.

Antes del presentarles el sumario de Ideas de Babel quiero invitarlos a navegar en mi nuevo espacio El Blog de Alfonso Molina en Noticiero Digital. Sólo tienen que ingresar a www.noticierondigital.com y buscar la sección de blogs. También pueden ir a través de http://blogs.noticierodigital.com/alfonso/ de una forma más directa.

Asimismo deseo invitarle a conocer el Blog Crítico de www.grancine.net, donde actúo como editor para reunir una selección de los mejores críticos de Venezuela en un sólo espacio en la red.

Política Ficción: un cartel editado por la Alcaldía Mayor revive la oprobiosa tradición del realismo socialista para presentar a Chávez como un superhéroe invencible. Pero esa estética está asociada con los grandes fracasos históricos.

Cine: La nueva película de Clint Eastwood, La conquista del honor, recrea el oscuro pasaje de los soldados que plantaron la bandera norteamericana en Iwo Jima, mientras un drama con ribetes de comedia, Pequeña Miss Sunshine, nos hace sonreir recordándonos lo disfuncional que puede ser la familia. También celebros los 20 años de la Sala Margot Benacerraf del Ateneo de Caracas.

Letras: la primera novela de la periodista y dramaturga Mónica Montañés, Perlas falsas, permite una reflexión sobre sus personajes femeninos.

Culinaria: en Margarita, La Gochadera fusiona con éxito las tradiciones gastronómicas andinas con la sazón oriental.

Paulina Gamus: tomo prestado un inteligente artículo suyo que habla del estado de frustración en que se encuentra la oposición venezolana tras las elecciones de diciembre pasado.

Fernando Mires: responde de forma a amble a Paulina con un brillante artículo que —pese a su longitud— merece ser analizado.

Gerver Torres: define quiénes ganan y quiénes pierden con las estatizaciones que lleva adelante el gobierno.

Trino Márquez: en un primer artículo analiza el manejo de las verdades absolutas, por parte del gobierno, para alterar la historia y la educacióin y, en un segundo texto, se pregunta por qué hay tanto odio en el gobierno.

Silvia Diovarti: se refiere, con su tradicional humor, al manejo de ciertas frases y códigos del leguaje para adaptarlo a las necesidades del gobierno.


Gracias.

Política Ficción: YO, EL SUPREMO

No es un cartel del realismo soviético, pero lo parece. Posee todas las características de su estética, tan parecida a la del fascismo. Es la exaltación del mito del superhombre, del héroe invencible, del führer nazi, del duce fascista, del camarada Stalin, del "gran timonel" de la revolución cultural china, es decir, de los más trágicos fracasos históricos del siglo XX.
Es una estética que responde más a necesidades ideológicas que artísticas, exigencias vinculadas con sistemas de dominación que se fundamentan en el culto a la personalidad. El caudillo como dios, el tirano como benefactor, la acción militar y represiva sobre la inteligencia y el diálogo. La infabilidad casi como sinónimo de la eternidad. Sin embargo, sus sistemas fallaron, fracasaron, se hundieron en el oprobio y, desde luego, no fueron eternos.
Flaco servicio le están cumpliendo los "artistas socialistas" de la Alcaldía Mayor a Hugo Chávez, cuando lo asocian estéticamente con los grandes fracasos históricos del siglo XX. Según el cartel especialmente diseñado para celebrar el 4 de febrero como "día nacional de la dignidad", Chávez aparece enarbolando el tricolor patrio en actitud desafiante y con la fuerza de los superhombres, mirando a lontananza para atisbar el futuro de la grandeza. La estética del realismo socialista, la estética del fracaso. Si yo fuese Chávez pediría explicaciones ante tan pérfidos designios.
Sólo Hitler y Mussolini murieron violentamnete con el fin de sus regímenes. En cambio, Stalin murió en su cama, Franco hizo lo suyo, Mao Ze Dong también, Kim Il Sung lo imitó, y Fidel también lo hará. Nuestro caso más emblemático es Juan Vicente Gómez. Es el dominio no sólo totalitario sino también vitalicio. No dudo que Chávez tiene sus aspiraciones.

Cine: LOCA FAMILIA LOCA

Pequeña Miss Sunshine se presenta como la comedia sorpresa del año pasado, la más exitosa y la mejor lograda de los últimos tiempos. La verdad es que puede ser exitosa y de gran calidad pero no sé si estamos ante una comedia o —más bien— ante un desconcertante drama con ribetes de comedia que presenta a una familia disfuncional actuando en una sociedad también disfuncional. Ciertamente no se trata de una familia tradicional, en el sentido más laxo del término, sino de personas que viven cada cual sus propios dramas, problemas, decepciones, patologías, insatisfacciones… y esperanzas.
El padre y guía de esta familia es Richard Hoover (Greg Kinnear), esencialmente un perdedor, quien se gana la vida —precisamente— impartiendo cursos para crear “ganadores”. Su esposa Sheryl (Toni Collette) es la encargada de que la familia funcione más o menos bien y la única medianamente sensata. Un poco más allá se encuentra Dwayne (Paul Dano), rebelde adolescente que ha decidido no volver a hablar para manifestar su furia y desencanto. El abuelo (Alan Arkin) es un residuo de la generación contestataria de los sesenta que manifiesta su adición a la heroína y la pornografía. El recién llegado es el tío Frank (Steve Carell), profesor universitario y “el experto Nº 1 en Proust” de los EEUU, quien ha intentado el suicidio cuando se entera que su amante homosexual lo deja por “el experto Nº 2 en Proust”. Pero quien impulsa la trama de manera desaforada es Olive (Abigail Breslin), la encantadora niña de siete años, gordita y con anteojos, que quiere participar en un concurso de belleza llamado Little Miss Sunshine. El único problema es que el certamen se realizará en Redondo Beach, California, y los Hoover están en Alburquerque, Nuevo México, a mil 300 kilómetros de distancia. Pero esto no es un verdadero obstáculo. El escollo principal se halla en los miembros de la familia, habituados a practicar el auto-saboteo.
El planteamiento de los directores debutantes Jonathan Dayton y Valerie Faris —esposos y autores de numerosos clips y comerciales— promueve la risa a través de situaciones absurdas, pero siempre nos dejan un cierto sabor amargo. No quiero decir que esto sea un defecto. Al contrario, las mejores comedias son las que trascienden las risas y dejan pensando al espectador. Ambos directores han logrado que una película de bajo presupuesto, presentada originalmente en el Festival Sundance, haya interesado a 20th Century Fox para su distribución y, para colmo, que sea un éxito de público.
Pero volvamos a la epopeya de los Hoover. El azar siempre juega en contra. Un cadáver, por ejemplo, es un problema cuando un policía quiere inspeccionar el maletero de la camioneta. O la funcionaria del hospital encargada de las defunciones que se pone fastidiosa con todos los formulares a rellenar. O la organizadora del evento que pone obstáculos para que Olive no concurse. Todo parece estar en contra de las metas de los Hoover. Pero esta familia desastrosa logra recuperar sus valores en una corriente vital que va en contra. La trama se mueve con comodidad y con un definido tono de ironía. En el fondo, los Hoover son personajes ingenuos, cada cual amarrado a sus sueños —por imposible que sean— con una convicción que desafía cualquier lógica. Son los héroes de la cotidianidad.
Un drama con ribetes de comedia construido de forma inteligente y aguda, con el aporte de un elenco conmovedor, en el cual sobresalen Alan Arkin, como el abuelo, y Abigail Breslin como Olive.

Calificación: 7/10

PEQUEÑA MISS SUNSHINE (“Little Miss Sunshine”), EEUU, 2006. Dirección: Jonathan Dayton y Valerie Faris. Guión: Michael Arndt. Producción: Marc Turtletaub, David T. Friendly, Peter Saraf, Albert Berger y Ron Yerxa. Fotografía: Tim Suhrstedt. Montaje: Pamela Martin. Música: Mychael Danna. Elenco: Greg Kinnear, Toni Collette, Steve Carell, Paul Dano, Abigail Breslin, Alan Arkin, entre otros. Distribución: 20th Century Fox.

Trino Márquez: VERDADES ABSOLUTAS

El joven presidente de Telesur —el mismo que violó las disposiciones establecidas por el CNE el 3 de diciembre, cuando a las 4 de la tarde, sin ningún tipo de autorización legal, anunció los resultados electorales— hablaba en una reciente entrevista de la necesidad que tiene el Gobierno de lograr la hegemonía comunicacional, de modo que el tránsito hacia el socialismo del siglo XXI se facilite y aligere. Dentro de esta línea, el régimen adquirió el Canal Metropolitano de Caracas (CMT) y decidió no renovar la concesión a RCTV. Ahora bien, por lo que se está viendo, al ala más radical del oficialismo no le vasta con controlar los medios de comunicación, ya sea comprándolos, clausurándolos o atemorizándolos. Otra vez retoman con fuerza un viejo ideal: controlar el sistema de enseñanza para implantar la educación comunista. Saben estos revolucionarios que la escuela, junto a la familia y los medios de comunicación, constituyen los principales instrumentos de socialización del ser humano. El ministro de Educación, Adán Chávez, expresó este propósito con meridiana claridad hace algunos días en La Habana. Según sus propias palabras, la revolución bolivariana se propone utilizar las aulas escolares para construir el “hombre nuevo” a imagen y semejanza del Che Guevara.
Conviene aclarar lo de “educación comunista”, pues son términos que se contradicen. La educación, tal como se desarrolla a partir del siglo XIX, cuando comienzan a consolidarse las primeras repúblicas modernas, se caracteriza por ser laica, crítica y alejada de todo culto a la personalidad. Aunque en los colegios públicos de muchas repúblicas se respeta la enseñanza religiosa —y ésta se ofrece como una opción que puede ser tomada por los alumnos—, un rasgo típico de la instrucción es que propicia la búsqueda del saber a través de la investigación independiente, rigurosa y separada de todo dogma o verdad absoluta y preestablecida. La verdadera educación está dirigida a desarrollar la capacidad de conectar de forma eficaz el cerebro con la lengua, las manos y el espíritu. Por eso la psicología y la pedagogía colocan tanto énfasis en la capacidad de describir, asociar, sintetizar, interpretar, comprender. De allí que se insista en la importancia de enriquecer el lenguaje y elevar la capacidad de abstracción mediante las operaciones matemáticas y otras formas de razonamiento abstracto. Una de las columnas vertebrales de la educación moderna se encuentra en la investigación crítica, ésa que somete a revisión los hallazgos anteriores con el fin de empinarse sobre el conocimiento vigente para alcanzar nuevas fronteras. Como la educación no se interesa sólo por las destrezas racionales y verbales, estimula también el valor de la democracia y la libertad, tanto individual como colectiva, el libre albedrío, y la responsabilidad individual en la búsqueda de la convivencia y la resolución de los conflictos, siempre inevitables, de manera pacífica y civilizada. La dimensión ética, asociada a los valores democráticos, a la solidaridad y al respeto por el otro (a la disidencia), también adquieren relieve durante las últimas décadas.
Al revisar la educación que se impartía en la Unión Soviética y en los países de Europa Oriental, en Cuba y en todas las naciones donde se implantan modelos totalitarios, se encuentra que esas características intrínsecas que debería poseer la instrucción, desaparecen o quedan seriamente lesionadas. Una de las áreas que sale más afectada es la enseñanza de la Historia. Dado que los ganadores son quienes escriben la historia, según reza el antiguo y cínico aforismo, ellos narran los acontecimientos de acuerdo con sus propios intereses. En Venezuela el caso más bochornoso es la mistificación, por parte del chavismo, del 4-F, fecha en la que se cometió un delito contra la República y la democracia. Este episodio, junto al 27-N, al Caracazo y a otros acontecimientos similares, ha sido elevado a la categoría de fechas patrias, propicias para exaltar las cualidades del líder.
Esta historia adulterada —en la que personajes bizarros como el Che Guevara, o golpistas como el teniente coronel que dirigió la conjura de febrero del 92, aparecen como héroes épicos— es la que el Gobierno quiere difundir en las escuelas de la nación. Además, el estudio crítico, serio y desapasionado de las distintas corrientes del pensamiento filosófico, científico, económico, social y cultural, se le pretende sustituir por la enseñanza del marxismo leninismo, no como una perspectiva más en la historia del pensamiento, sino como la doctrina que provee certezas inamovibles. Se trata de que los maestros y profesores se conviertan en oficiantes de un credo y los alumnos en sus fieles seguidores. Dentro de esta liturgia, por supuesto que no cabe investigar con rigor los hechos que se encadenan para dar lugar a la asonada militar. Lo único admitido es la apología tanto del cuartelazo como del líder invulnerable y preclaro que lo encabeza.
La tergiversación no ocurre sólo con la Historia. También afecta al resto de las ramas del saber. La Economía, por ejemplo, se divide entre la Economía Política marxista y la Economía Neoliberal salvaje. Todos los matices, la riqueza que ha producido esta disciplina desde Adam Smith y David Ricardo hasta la actualidad, quedan anulados por esa parcelación maniqueísta y empobrecedora. La Sociología se ve comprimida a los clichés de Martha Harnecker y Heinz Dieterich. En Biología no sería extraño que desempolvaran las “teorías dialécticas” de Lysenko, que tuvieron como resultado final, luego del entusiasta apoyo de la nomenclatura soviética, la destrucción casi total y definitiva de la agricultura rusa. La “ciencia proletaria y socialista” se contrapondrá a la “ciencia burguesa” en un vano afán por demostrar la superioridad de aquella.
Los chavistas están echando mano de enfoques tan añejos y reaccionarios, que sólo porque uno los ve en vivo y directo, se ve obligado a creer que esto ocurre ya entrado el siglo XXI.

Cine: 20 AÑOS DE LA SALA MARGOT BENACERRAF

Dos décadas trabajando de manera incansable. Se dice fácil pero nunca lo es. Aquel 14 de febrero de 1987, Margot Benacerraf y María Helena Ascanio —muy orgullosas— abrieron las puertas de la Sala de Arte y Ensayo Margot Benacerraf, como una iniciativa del Ateneo de Caracas para impulsar un centro de difusión de la cultura cinematográfica en el país. Una sala con la mejor proyección, la mejor programación y la mejor dotación. Ese día comenzaron a proyectarse las películas de una muestra de cine suizo, cedida por la embajada helvética, que inició una fructífera relación con otras legaciones diplomáticas que permitió que viéramos semanas de cine de la URSS, Hungría, Polonia, Finlandia, India, Cánada, Bélgica, Grecia, País Vasco e Israel. Ese día comenzó a labrarse una trayectoria que nadie puede ignorar.
En aquella época no existían otras salas de arte y ensayo y la Cinemateca Nacional atravesaba una etapa muy precaria. La Margot —como cariñosamente se le llama— se convirtió en el sitio de referencia para el buen cine. Bajo la dirección de María Helena —primero— y de Bernardo Rotundo —después— fue derivando en un puntal de la exhibición y también la distribución. Gracias a su trabajo se estrenaron en Venezuela con mucho éxito La última tentación de Cristo, la polémica obra de Martin Scorsese, y Yo te saludo María, igualmente polémica película de Jean-Luc Godard. Cientos de miles de horas de proyección han mostrado lo mejor del cine mundial.
Desee el viernes 9 la Margot celebra su vigésimo aniversario —hasta el 22 de febrero— con un conjunto de prestrenos exclusivos. De los títulos programados me permito recomendarles de manera muy especial la excelente Paradise now, del realizador palestino Hany Abu-Assad —que ganó el Premio del Público en el Festival de Berlín de 2005 y el Globo de Oro ese mismo año como película no hablada en ingés—, la producción hispano-argentina Iluminados por el fuego, de Tristán Bauer —que trabaja el espinoso tema de la Guerra de las Malvinas— y la extremadamente hermosa Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera, del surcoreano Kim-ki Duk. Cine de alta calidad.

Silvia Dioverti: CACHICAMO TRABAJA PA’ LAPA

Para los que no están familiarizados con este dicho popular venezolano, diremos que cachicamo es el Dasypus novemcinctus, o sea, el armadillo, y la lapa, no es otra cosa que la paca, Cuniculus paca. En Venezuela este refrán se utiliza, coloquial y figurativamente, para significar que alguien le hace el trabajo a otro.
Yo seré, en este caso, el cachicamo. Razones me asisten. En estos días, viendo el Canal 8, escuché a uno de los adalides de la Quinta República, utilizar la tan conocida frase de Cervantes, puesta en boca de Don Quijote: “Ladran, Sancho, señal que cabalgamos” (en adelante sólo LSSQC) “¿Pero cómo, me dije a mí misma, eso no ha sido ya abundantemente utilizado, en dirección contraria, es decir, de la oposición hacia el gobierno, durante la Cuarta República?” Primero pensé en lo plástico del lenguaje —no en el sentido de Plástico, la lúcida canción de Rubén Blades—, sino en la capacidad polisémica de la palabra, que se tuerce, se retuerce, y puede adoptar distintos significados según el hablante. Pero después me dije: “ya está bueno, hay que remozar el diccionario de citas citables”, porque si no vamos a terminar por tener que usar un código que nos permita diferenciar las distintas interpretaciones, según desde donde sean emitidas, de un mismo y perenne léxico que, como todo, envejece. Por ejemplo la frase golpe de estado: referida al 4F92 (vamos bien, ya parece la nomenclatura de un código) tiene una connotación patriótica, histórica, digna y responsable, amerita un Paseo Los Próceres y los avioncitos haciendo piruetas. La misma frase, referida al 11A02, es execrable, antipatriótica, condenable, es decir susceptible de condena, de cárcel, pues, y amerita cero Paseo Los Próceres, cero avioncito. A mi humilde parecer es ahí donde entraría a tallar el dicho código, por ejemplo: “Los que vilmente se prestaron a un 11A02 están muy por debajo de aquellos que condujeron un 4F92”. Algo así como eso que uno ve en las series policiales gringas, en las que un tombo le dice por radio al otro: “tengo un 3435 en proceso”, o cualquier otro número, para el caso es igual. Al utilizar la ya mencionada frase de Cervantes, debería agregársele, según de donde provenga, un número al final: LSSQC5, es decir, dicha desde la Quinta, o LSSQC4, cuando sea dicha desde la Cuarta, así nos evitaríamos, creo yo, que la ductilidad del lenguaje nos juegue malas pasadas de tipo interpretativo.
Whitman desapareció de los discursos hace ya tiempo, presumiblemente porque alguien sopló que había sido gay, pero siempre nos queda Frantz Fanon, Maquiavelo, Martí y otros tantos, en verdad todos dignos, todos reivindicables, más allá del uso sesgado que se haga de sus decires y ciertas cuestiones temporales y geográficas que no vienen al caso. Así, pues, que en mi función de cachicamo me di a la tarea de tratar de remozar las citas y me fui al diccionario de ídems. Me gustó esta de Proudhomme: “Los grandes no son grandes más que porque estamos de rodillas, ¡levantémonos!”; y esta: “Más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía”, Simón Bolívar; también esta: “Cuando veo que uno se encoleriza es que no tiene razón”, un zapatero remendón, citado por Leibnitz. Claro que en estos tiempos, no podemos dejar fuera a Séneca: “El camino por los preceptos es largo; y breve y eficaz por los ejemplos”. Y ya que tocamos a Séneca, el papá del ensayo literario según algunos, ¿cómo no recordar a Montaigne, aunque la frase no aparezca en el dicho diccionario sino en el Livre I,, p.315, Paris, Falammarion, 1969, “De la desigualdad que hay entre nosotros”: “Los aduladores del gran Alejandro le hacían creer que él era hijo de Júpiter”. Nótese que todas ellas pueden ser utilizadas desde cualquiera de las perspectivas actuales. Se nos acaba el espacio. Cachicamo promete seguir leyendo para lapa.

martes, febrero 06, 2007

Cine: DESTRUCCIÓN Y ESPERANZA

¿Ciencia ficción? Nada que ver. ¿Cine de anticipación? Mucho menos. ¿Metáfora del presente y el futuro inmediato? Definitivamente. Niños del hombre, el film más maduro y completo del mexicano Alfonso Cuarón, está más referido al mundo actual que al hipotético orbe de 2027, caracterizado por la infertilidad femenina, el totalitarismo, la represión policial, la intolerancia, el fundamentalismo, el comercio de seres humanos y¿quién puede dudarlo? la guerra. De todos estos factores, el único que no existe hoy es el primero: la infertilidad femenina. Pero los demás están presentes de forma patética y demoledora. ¿Estamos hablando del futuro o de un presente muy cercano, probable y terrible? ¿Qué esperanza tienen los seres humanos cuando no pueden preservarse como especie de vida?
Según esta adaptación de la novela de P. D. James, la acción se ubica en un Londres devastado por la violencia. Hay una clara confrontación entre los sajones y los inmigrantes, los "de afuera". Ya no es posible la reproducción humana y la vida está condenada a desaparecer en poco más de 100 años. El ser humano más joven —que acaba de cumplir 18 años— ha sido asesinado en una reyerta en Buenos Aires. No hay futuro. Sólo existe la necesidad irreprimible de extender la vida a costa de lo que sea. Por eso se acentúa la guerra contra los inmigrantes llamados los fuges— y se reprime todo intento de justicia y equidad. Frente al orden fascista reinante surge el caos y el fundamentalismo pero también el clandestino Proyecto Humano, impulsado por el grupo rebelde los Peces que trata de encontrar una fuente de vida y es perseguido por las fuerzas del estatus. En ese marco, Clive Owen interpreta a Theo, un ex activista de Peces, vuelve a la acción —contra su voluntad
para proteger la vida de Kee, la única mujer que en 18 años ha resultado embarazada. Kee es una inmigrante, una fuge y, además, una negra. El futuro de la humanidad está, señores racistas, en una negra... protegida por un blanco y asistida por una gitana.
En Niños del hombre, Cuarón construye un edificio dramático admirable
que evidencia la influencia de la novelística de George Orwell, en particular 1984, y del cine de Emir Kusturika, en especial Undergroundcon el evidente propósito de hablarnos del mundo de hoy antes que del mañana. Un universo que tiene que ver más con la guerra de los Balcanes que con un planteamiento futurista. Sus personajes se mueven en el campo de la trascendencia, menosprecian la vida porque en el fondo no tiene valor y buscan el reacomodo de un universo individual para encontrar un sentido para lo que quede de vida. Pueden ser pragmáticos como Julian —la ex pareja de Theo, militante de Peces, protagonizada por Julianne Moore— o idealista como Jasper —suerte de remembranza de los hippies de los sesenta y setenta, interpretado por Michael Caine
— en una hábil combinación de los iconos de la resistencia contra el totalitarismo. Lo importante es que Theo recupera su esperanza de obtener la vida para la humanidad. Una suerte de renacer que se opone a la opresión y que se genera ante una función básica: reproducir la vida.
Clive Owen vuelve a prestar su talento interpretativo a un personaje que se hallan en la frontera de lo racional y la locura.


HIJOS DEL HOMBRE ("Children of men"), EEUU, Reino Unido, 2006. Dirección: Alfonso Cuarón. Guión: Alfonso Cuarón, Timothy J. Sexton, David Arata, Mark Fergus y Hank Ostby; basado en la novela de P.D. James. Producción: Marc Abraham, Eric Newman, Hilary Shor, Tony Smith e Iain Smith. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Montaje: Alex Rodríguez y Alfonso Cuarón. Música: John Tavener. Elenco: Clive Owen, Julianne Moore, Michael Caine, Chiwetel Ejiofor, Charlie Hunnam y Claire-Hope Ashitey, entre otros. Distribución: The Walt Disney Company.



Gerver Torres: TRES A SIETE

Con las estatizaciones ganan los gobernantes y pierden los gobernados Con las estatizaciones ganarán tres y perderán siete.

Ganarán:
  1. Los altos funcionarios, quienes tendrán más personal y recursos para manejar. Se harán más poderosos.
  2. Los partidos oficialistas que contarán con más espacios para el clientelismo político; oportunidades para ofrecerle cargos a los compañeros de partido y fondos para organizar las actividades de la revolución.
  3. Los grupos económicos cercanos al Gobierno que harán negocios con las empresas estatizadas, independientemente de su solvencia técnica o financiera.
Perderán:
  1. Los consumidores, porque la calidad de los servicios se deteriorará si utilizamos como referencia el desempeño actual de las empresas públicas o el que tuvieron las que fueron privatizadas. También perderán porque cuando tengan alguna queja tendrán que acudir al mismo ente que provee los servicios. El Estado se hace juez y parte.
  2. Todas las empresas del país, que dependerán de servicios menos eficientes y politizados. Serán menos competitivas.
  3. Los empleados de las empresas estatizadas, quienes estarán sometidos a las discriminaciones políticas del Gobierno y sus beneficios y condiciones tenderán a homologarse con las del sector público que lamentablemente son inferiores.
  4. Los accionistas de las empresas estatizadas, muchos de ellos trabajadores de esas mismas empresas, quienes verán disminuir el precio de sus acciones y patrimonio.
  5. Los desempleados, porque al ahuyentar la inversión extranjera el Gobierno dificulta la creación de empleos por el sector privado.
  6. Las organizaciones de la sociedad civil que reciben apoyo de las empresas a estatizar. Si no comulgan con el Gobierno no recibirán ayuda.
  7. El pueblo en general que tendrá un Estado más disperso y por tanto con menor capacidad gerencial y financiera para atender los sectores en los cuales su actuación es insustituible.
En síntesis, ganan los gobernantes y pierden los gobernados.

gerver@liderazgoyvision.org

Paulina Gamus: DEL PLAN A AL PLAN R

Si usted quiere saber lo que es un arma de doble filo porque nunca ha visto una, allí tiene ese prodigio tecnológico que se llama Internet. Los jóvenes lo manejan con destreza singular, los viejos fuimos entrando por el aro al descubrir de qué manera se nos simplificaba el oficio de escribir y de comunicarnos con familiares y amigos, además de poder hacer nuevas relaciones y enterarnos de un montón de cosas. Para los jubilados y en general para todos, es una bendición pero también puede ser una maldición.
No se trata sólo de las cadenas ni de los mensajes que llegan reciclados cada dos o tres años y que plantean una y otra vez los mismos secuestros de niños, enfermedades mortales, medicinas y alimentos que producen cáncer, asaltos que le ocurrieron a mi prima o mi hermano, etcétera. Eso debe ocurrirles por igual a todos los usuarios del mundo globalizado sin diferencias de cultura, clase o entorno socioeconómico. De lo que queremos hablar es de algo que podríamos denominar terrorismo psicoinformático y que tiene factura venezolana.
Las cosas funcionan así: existe un país donde gobierna un solo hombre que habla, habla, grita, gesticula, amenaza, se burla, insulta, arremete, habla, habla y sigue hablando, amenazando, burlándose, gesticulando y arremetiendo. Evidentemente la gente se asusta y él goza un mundo porque eso es no solo parte fundamental de su proyecto político, sino motivo de gran placer. Cada vez que regaña ante millones de televidentes a alguno de sus vasallos, el humillado siente retortijones en sus tripas y el Vitalicio se retuerce de la risa. Además se asocia con la escoria del mundo civilizado, es decir con los gobernantes al margen de toda civilización y con los más obsoletos tiranos. Y eso también asusta, porque tememos terminar como Corea del Norte, Irán o Cuba.
El miedo puede provocar las más insospechadas reacciones de valentía aunque también de parálisis. Pero cuando uno tiene una computadora al alcance de la mano y conectada a Internet, existe el impulso aparentemente irrefrenable de compartir ese miedo con los demás, de diseminarlo. Es como un sadomasoquismo cibernético. No puedo enumerar la cantidad de veces que he recibido el correo que informa sobre la pérdida de la patria potestad de los hijos y el pase de ésta al Estado, para transformarlos en robots al servicio de la revolución chavista. Más de quinientas veces me han informado sobre un supuesto artículo de una supuesta Ley de Inmuebles, mediante el cual toda persona propietaria de una vivienda con habitaciones sobrantes, debe compartirla con quienes no tienen techo. Imposible recordar todos los que advierten que brigadas de milicianos de la Cuba fidelista están visitando las casas y apartamentos del Este de Caracas, con el pretexto de cambiar los bombillos por unos de luz blanca. El verdadero propósito —se sobreentiende— es hacer una evaluación de las viviendas para luego aplicarnos la presunta Ley de Inmuebles.
Uno trata de bajar la presión aclarándoles a los familiares y amigos que las cosas no son así, que se trata de inventos producto de alguna histeria colectiva; pero es inútil: los mensajes aterrantes vuelven una y otra vez con una regularidad que pareciera programada por alguna mente diabólica.
Sería injusto culpar a los difusores de esos mensajes porque después de lo que estamos viéndole y oyéndole al Vitalicio, nada puede parecer descabellado. La pregunta es qué ganamos con saber de antemano de qué mal nos vamos a morir. Otra cosa es si hiciéramos algo para impedir que ocurran no solo esos hechos aún inciertos sino los que están avisados y parecen irreversibles.
Entre los correos que llegan repetidamente están los artículos, opiniones y comentarios que vuelven picadillo a Manuel Rosales, a Teodoro Petkoff y un poco menos a Julio Borges y los otros dirigentes que hicieron el pacto unitario para las elecciones del 3 de diciembre de 2006. Algunos hablan de la Resistencia, así con mayúscula, una palabra muy emocionante si no fuera porque aquí carece de contenido. La suelen utilizar algunos políticos bastante desgastados cuyo propósito indeclinable de resistir se manifiesta desde sus oficinas con aire acondicionado y ante las cámaras de televisión. Y la repiten como loros aquellos que siguen creyendo al chavismo se lo puede enfrentar con palabrerío hueco y consignas.
El mayor problema de quienes estamos asustados, deprimidos, angustiados o todas esas cosas juntas, es la sensación de abandono, de haber quedado a la deriva en medio de un naufragio y sin salvavidas. Me molesta que se carguen las baterías contra Manuel Rosales y otros que dieron la cara el 3 de diciembre, pero comienza a molestarme —y mucho— que el compromiso de liderar a la oposición asumida especialmente por Rosales, también se pretenda ejercerlo desde unas oficinas con aire acondicionado, en la lejana Maracaibo y ante las cámaras de televisión. Quienes seguimos creyendo en la necesidad de organizar un gran bloque unitario de oposición para impedir que Chávez le pase la aplanadora a todas nuestras libertades y derechos y los deje reducidos a estampillas, tenemos derecho a exigir un mayor compromiso de esos dirigentes con la democracia venezolana. Me niego a aceptar como única salida el chiste de un amigo que tiene el plan A de aguante y el plan R de resignación.

Fernando Mires: DEMOCRACIA VERSUS DICTADURA (Carta a Paulina Gamus)

Querida Paulina:

Permítame que inicie esta carta con una cita suya El mayor problema de quienes estamos asustados, deprimidos, angustiados o todas esas cosas juntas, es la sensación de abandono, de haber quedado a la deriva en medio de un naufragio y sin salvavidas. Me molesta que se carguen las baterías contra Manuel Rosales y otros que dieron la cara el 3 de diciembre, pero comienza a molestarme -y mucho- que el compromiso de liderar a la oposición asumida especialmente por Rosales, también se pretenda ejercerlo desde unas oficinas con aire acondicionado, en la lejana Maracaibo y ante las cámaras de televisión. Quienes seguimos creyendo en la necesidad de organizar un gran bloque unitario de oposición para impedir que Chávez le pase la aplanadora a todas nuestras libertades y derechos y los deje reducidos a estampillas, tenemos derecho a exigir un mayor compromiso de esos dirigentes con la democracia venezolana. Me niego a aceptar como única salida el chiste de un amigo que tiene el plan A de aguante y el plan R de resignación. (Entre el Plan A y el Plan R)
Yo creo que usted Paulina, refleja en ese artículo una de las opiniones más sentidas por la oposición democrática en Venezuela. Y no es para menos. Porque digamos las cosas claras de una vez: en Venezuela gobierna una dictadura electa.
Es la primera vez que en América Latina sucede algo semejante: una dictadura ha sido elegida mayoritariamente por el pueblo.
Tanto Pinochet como Castro, para poner los ejemplos más destacados, robaron el poder. El presidente Chávez, en cambio, fue elegido por el pueblo. La de Chávez es una dictadura electoralmente legitimada. Su poder no viene de la violencia, sino que de los votos.
Las elecciones del 03 de diciembre de 2006 fueron en sentido estricto, un plebiscito.
Aquello por lo que se votaba era "democracia o dictadura". Eso nunca lo entendió bien la dirigencia de la oposición. No remarcó con fuerza aquello que estaba en juego. Al contrario: distrajo a la opinión pública con alternativas reivindicacionistas (la "tarjeta mi negra", por ejemplo) desviándola del punto central, como si las que tenían lugar hubieran sido unas elecciones más, y no un plebiscito donde aquello que se definía era nada menos que el futuro político de la nación.
Más todavía: el elegido, no se trata de un gobierno que se haya vuelto dictatorial después de haber sido electo (ha habido algunos casos) No. Mucho peor todavía: Se trata de un gobierno que anunció antes de ser elegido, que iba a gobernar de modo dictatorial. Ocho de los grandes anuncios del Presidente Chávez después que él fue elegido ya él los había anunciado, y con todas sus letras, antes de las elecciones: 1.- Partido Único de Gobierno 2.- Convocatoria para una reelección indefinida. 3.- Organización corporativa (fascista) de la sociedad, la que se expresa hoy en la verticalización de las estructuras comunales. 4.- Estatización y/o doblegamiento de medios de comunicación. 5.- Control del aparato educacional 6.- Militarización del poder 7.- Estrechamiento de lazos con Cuba con el objetivo de formar un núcleo antidemocrático junto a otros países del continente (los más "subdesarrollados": Bolivia, Ecuador, Nicaragua) 8. Estrechamiento de relaciones con dictaduras de otros continentes, como son las de Corea del Norte, Bielorrusia, Siria e Irán y otras, sobre todo con aquellas que manejan productos estratégicos (gas, petróleo, radioactividad), con el objetivo de crear un frente mundial de dictaduras "antimperialistas".
Cada uno de esos puntos es parte del otro. No es un programa, pero es un paquete completo.
Que hoy un grupo de disidentes intelectuales del chavismo se manifiesten en contra de uno u otro punto de la dictadura que ellos mismos eligieron, es un hecho que hay que saludar, pues amerita ética y valentía. Pero, no hay que olvidar Paulina que ellos sabían muy bien lo que y a quien eligieron. En ese sentido, hay que decirlo, el Presidente Chávez no ha engañado a nadie. Cuando esas personas votaron por Chávez, sabían muy bien porqué y por quien votaban. Nadie les movió la mano. Es, desde luego, muy importante que hoy manifiesten su disconformidad con ese gobierno que en parte, todavía apoyan. Entre esos disidentes, hay algunos a quienes siempre he respetado, aún en su periodo más radicalmente "chavista". En alguna medida, ellos fueron víctimas de una creencia maligna que todavía asola a muchos intelectuales del continente, y esa dice así: "para realizar reformas sociales profundas es necesario suprimir determinadas libertades políticas". Ya cuando es algo tarde, son estos mismos intelectuales los que se dan cuenta que precisamente es la supresión de las libertades políticas aquello que impide realizar transformaciones sociales profundas. Mas todavía, llegará siempre el momento en que descubren que la supresión de las libertades políticas, los anula a ellos mismos como personas, y por lo mismo como intelectuales.
Pero volvamos al tema central de esta carta ¿qué puede extrañar Paulina que muchos sectores de la oposición se muevan, como usted escribe, entre la posibilidad del mero aguante y la de la fatal resignación, si el pueblo a la que esa oposición pertenece ha elegido a una dictadura para que lo gobierne? Pero el problema no termina ahí, querida Paulina. El problema es más agudo todavía pues: La dictadura electa del Presidente Chávez ha llegado a concentrar en sí misma más poder que cualquier gobierno no solo en la historia venezolana, sino que, además, en toda la historia latinoamericana.
Eso es por lo demás lo que permite definir como dictadura al actual gobierno de Venezuela. Pues una dictadura no se define por su origen sino que por la concentración del poder en un grupo reducido de personas. En este caso el grupo es más reducido que en otros: se trata de una sola persona.
En Venezuela, no hay división de poderes.
Tanto el legislativo como el legislativo dependen del ejecutivo. El gobierno controla al ejército. El gobierno controla el petróleo. Una sola persona es el gobierno, y esa persona controla, monopoliza y ejerce todo el poder. Al ser el legislativo una prolongación del ejecutivo, no hay oposición parlamentaria. Y el gobierno, hasta ahora, es respaldado por la mayoría de la población electoral. Aunque el Presidente Chávez no se hubiera embarcado en un proyecto antidemocrático, aunque él estuviera en contra de instaurar una dictadura, su gobierno, en esas condiciones, no podría ser sino una dictadura. Reitero: el pueblo eligió a una dictadura. Y esa dictadura tiene una legitimación electoral democrática, como ninguna dictadura la ha tenido. Lo lógico, entonces, es que esa dictadura continúe ampliando su poder. El "poder popular" que surgirá de la reestructuración de las reparticiones geográficas de la nación, llevará, como en Cuba, a la "estatización vertical del pueblo". La reforma educacional, llevará al adoctrinamiento ideológico de niños y jóvenes. ¿Quién no puede moverse en esas condiciones entre, como usted dice, el "aguante y la resignación" ¿Qué extraña incluso que muchos venezolanos ya comienzan a hacer sus maletas para buscar mejor suerte en otros países?
Y, sin embargo, Paulina, usted se va a quizás asombrar de lo que yo, a continuación afirmo: yo creo que todavía no está todo perdido para la oposición. Y usted se va a sorprender más Paulina, si afirmo que la oposición democrática venezolana, pese a toda la situación descrita, se encuentra, a mi juicio, bien posicionada. Seguramente, esta, mi opinión, le parecerá surrealista, para decir lo menos. De ahí que, yo pienso, que debo fundamentarla.
Primero, hay que destacar un hecho que incluso los comentaristas externos han resaltado. Esa oposición se formó apenas tres meses antes de las elecciones. Antes de esos tres meses, nadie pensaba que ese conglomerado de dispersas iniciativas políticas, podía organizarse y construir una plataforma electoral más o menos coherente. Segundo, de esa oposición surgió un candidato con perfiles de dirigente nacional: Manuel Rosales. Tercero, esa oposición, le ganó, durante la campaña, las calles al chavismo.
¿Recuerda usted Paulina aquello que le escribí cuando recién se formó la oposición? "Toda votación superior a un 35 % debe ser considerada como un gran triunfo por ustedes". Yo creo que esa idea era compartida por usted, y por muchos otros venezolanos inteligentes de la oposición. A nadie se le ocurría pensar en ese entonces, que Rosales iba a ganar las elecciones. La idea era aunar fuerzas durante el proceso electoral, para pasar a una segunda etapa, a constituir una oposición políticamente orgánica, después del triunfo electoral de Chávez. Ahora, que frente a las concentraciones multitudinarias a favor de Rosales, muchos opositores se hubieran ilusionado con la idea de que "tal vez podemos ganar", es algo lógico y natural. Nadie quiere participar en elecciones sabiendo que va a perder. De ahí que el momento de la desilusión post- electoral, ya estaba programado. Hoy la oposición vive una fase depresiva, olvidando muchos de sus miembros, que las elecciones fueron concebidas por esa misma oposición, como una alternativa destinada a crear condiciones para su reorganización política post-electoral. Por eso es que no me extraña que algunos despistados anden pidiendo hoy día la cabeza de Rosales y de Petkoff (entre otros).
Pero la que ustedes están viviendo es solo una fase Paulina. Usted tiene más experiencia política que yo, y seguramente ha constatado que los movimientos políticos no se desarrollan verticalmente, sino que de un modo más bien cíclico. Era difícil esperar, yo diría, imposible, que la oposición mantuviese el mismo ritmo y la misma capacidad convocatoria después de unas elecciones que "perdió". Incluso, hasta Rosales se merecía un pequeño descanso, después de haber caminado por toda Venezuela. Y, sin embargo, vuelvo a afirmar, Paulina, que la oposición se encuentra bien posicionada. Ello se debe entre otras cosas a la jugada política, a mi juicio, magistral, realizada por Rosales, Petkoff y en cierta medida Borges, cuando conocidos los resultados electorales, acataron, inmediatamente y sin apelación, el triunfo de Chávez.Curiosamente, esa decisión ha sido la más criticada por algunos sectores de la oposición, pero, yo sigo considerando todavía, que esa decisión es la que hoy permite a la oposición existir y desarrollarse como tal, aún bajo la dictadura de Chávez. Intentaré explicarme:
El Presidente Chávez, es sabido, intenta enmarcar su gobierno en el marco de "una revolución". El no se considera tanto como Presidente constitucional, sino que más bien como caudillo de una vanguardia de una revolución socialista nacional con proyecciones internacionales. Ahora, como es obvio, toda revolución, necesita de una "contrarevolución" o sino no puede definirse como revolución. Así se explica que, para el día electoral, Chávez y sus seguidores, estuvieran preparándose para un enfrentamiento (incluso militar) en contra de la "contrarevolución". Pero, cuando el comando de Rosales, aceptó las condiciones surgidas en las elecciones, significó ni más ni menos que esa oposición se negaba a enmarcarse en el modelo asignado por el gobierno, que era el de una "contrarevolución". La oposición no quiso ser contrarevolución, y con ello, desconoció al gobierno de Chávez como parte de una revolución. Eso significa, simplemente, que la oposición dejó a Chávez sin el escenario adecuado para su "revolución". Mientras Chávez proclama el esquema: revolución-contrarevolución, el que reclama la oposición es el esquema gobierno- oposición. Con ello queda claro que lo que la oposición busca y requiere, es el restablecimiento de las condiciones democráticas, exigiendo al gobernante lo que todo gobernante debe hacer: gobernar. La oposición le ha rayado la cancha al propio Chávez.
La lucha no es entre "revolución versus contra-revolución"; mucho menos es entre "capitalismo versus socialismo". La lucha es simplemente entre "democracia versus dictadura".
Por supuesto, para que exista lucha entre una oposición democrática y una dictadura, lo primero que se requiere, es que esa oposición exista. En ese sentido, creo, que esa oposición existe, tanto cuantitativa como cualitativamente. El problema entonces ya no es fundarla, sino que asegurar su existencia.
Desde un punto de vista cuantitativo, el hecho de que un conglomerado que se forma como unidad política en sólo tres meses antes de una elección y obtiene casi el cuarenta por ciento de los votos, yo no lo vería en ningún caso como una derrota. O si se quiere, lo vería sólo como una derrota muy relativa.
El problema que se presenta hoy en día, es como dar a esa voluntad numérica un perfil político. Yo pienso Paulina, que usted ha dado la respuesta acertada en la cita que precede a esta carta: la formación de un bloque unitario de oposición. Se trata entonces de realizar la transición entre un bloque electoral y un Frente Democrático (o Frente Único) de oposición, un Frente en el que, como ya escribí en otra ocasión, "puedan tener cabida todos, todos menos los fascistas, sean estos de izquierda o de derecha".
Yo creo Paulina, que tanto Rosales, como Borges, como Petkoff y otros, son, además de experimentados políticos, personas muy inteligentes. Yo no creo que ninguno de ellos aspira a comandar la oposición desde oficinas con aire acondicionado. Yo imagino incluso que están trabajando en la dirección de un "frente único". Imagino, además, que la formación de un bloque unitario como el que usted piensa, requiere de cierto tiempo. No me parece, en cualquier caso, mala la idea de ejercer presión para que esa unidad política se constituya lo más pronto posible. Es muy importante que cada opositor se considere miembro de una unidad colectiva que los integra e identifica a todos, o sino pronto caerán en la alternativa R, la de la resignación. Las condiciones cuantitativas están dadas.
¿Y las cualitativas? Esas, aunque usted no me crea, son todavía mejores.
No hay que olvidar, Paulina, que en la oposición se encuentra la mayoría abrumadora de la intelectualidad venezolana. Los intelectuales más reconocidos, los más inteligentes, los más esclarecidos, son antichavistas declarados. Lo mismo acontece en el mundo de la cultura: los artistas (músicos, pintores, poetas y novelistas) son también, en su gran mayoría, antichavistas. En el mundo de las creencias y de la espiritualidad, hay que remarcar que las iglesias, particularmente la Iglesia Católica, mantiene una alta hipertensión con el Presidente Chávez, pese a que este último (y quizás por eso mismo) en sus discursos, nombra en un mismo párrafo y sin tomar aliento a Trotsky, Castro y Cristo como sus "mentores ideológicos". Lo mejor de la Venezuela pensante está en la oposición. Gramsci habría dicho que la batalla por la hegemonía cultural de la nación ya ha sido ganada, y lejos, por la oposición. Eso significa, que mientras en la oposición hay muchas cabezas que piensan, el gobierno ha derivado hacia una condición progresivamente autista, donde sólo piensa una cabeza, y las demás acatan.
De todos los populismos que ha habido en la historia latinoamericana (y por Dios, ha habido muchos) el de Chávez es el más personalista de todos. Nunca, ningún gobernante, demócrata o dictador, ha acumulado tanto poder en sus manos, como el que hoy maneja Chávez. Incluso, el más populista de todos, que fue el de Perón, hubo de compartir el poder con Eva (y con los sindicatos obreros). Chávez, en cambio, no lo comparte con nadie. Él saca y mueve ministros a su antojo, cambia los símbolos nacionales, y últimamente, se hace erigir estatuas. Su poder es omnímodo. Esa parece ser, por ahora, su gran ventaja, pero es también, si pensamos políticamente, su debilidad más grande. Pues, Paulina, mientras más es el poder que acumula un gobernante, más solo estará ese gobernante.
Todo gobernante, para gobernar, requiere compartir obligaciones y responsabilidades con otros poderes. Ni siquiera un genio político (y no estoy convencido de que el Presidente Chávez lo sea) puede conducir solo, los destinos de una nación, y mucho menos, como él se lo ha propuesto, formar con arcilla venezolana el "socialismo del Siglo XXl" al que ni siquiera ideólogos tan esotéricos como Heinz Dieterich, han logrado definir. Si se pudiera comparar a la política con el ajedrez, yo diría que en la Venezuela de hoy miro un tablero donde la oposición tiene algunas piezas menos, y el gobierno tiene más piezas, pero ha cometido el imperdonable error de adelantar la figura del Rey (Presidente), poniéndolo no sólo sobre sus peones, sino que, además, bloqueando la salida de sus torres, sus caballos y sus alfiles (ya que no hay reina)
¿Se entiende entonces Paulina por qué afirmo que la oposición se encuentra, a pesar de su aparente derrota electoral, bien posicionada?
Ha llegado entonces el momento de asegurar esas posiciones hasta que, esa oposición, convertida ya en un "frente nacional", esté en condiciones de continuar su pacífico proceso de crecimiento. Pues, en eso estamos de acuerdo Paulina: Si bien ninguna mayoría asegura la democracia, sin mayoría no puede haber democracia.
Lo que quiero decir es que hay condiciones para que esa necesaria A del Aguante, que todo proceso político requiere, no se convierta en la nefasta R, la de la Resignación, ni mucho menos en la E trágica del Exilio.

Reciba Paulina, mis cariñosos saludos.

Fernando Mires

jueves, febrero 01, 2007

Cine: LAS BANDERAS DEL PATRIOTISMO

A sus 76 años Clint Eastwood no tiene que demostrarle nada a nadie. Hace tiempo que sus dos Oscares como mejor director lo esperan cada noche en su casa. Uno de los más importantes creadores de la derecha ilustrada de Estados Unidos, este californiano nacido en San Francisco en 1940 labró una exitosa carrera en el cine comercial como actor antes de sumergirse en los retos de la dirección y del cine de autor, un oficio en el que —sin duda— ha dado sus mejores trabajos. Bird, Los imperdonables, Los puentes de Madison, Río Místico y Golpes del destino son obras memorables. Ya casi es una costumbre que cada principio de año la Academia lo vuelva a postular como mejor director. Esta vez no será diferente, aunque su candidatura es por Cartas de Iwo Jima, segunda visión de esta La conquista del honor que nos ocupa hoy. Una película se desprende de la otra y, aunque pueden ser vistas de forma autónoma, es evidente el vínculo entre ambas.
Eastwood y el guionista Paul Haggis partieron de la célebre imagen periodística que le valió el premio Pulitzer al fotógrafo Joe Rosenthal. La foto, recordada por muchos, recoge el momento cuando un puñado de soldados estadounidenses plantó la bandera de las barras y las estrellas en el monte Suribachi, durante la batalla de Iwo Jima, en Japón, en febrero de 1945. Director y guionista se inspiraron en Banderas de nuestros padres: héroes de Iwo Jima, la novela de James Bradley, hijo de uno de los soldados de la foto, para elaborar una película que habla del patriotismo y del patrioterismo, del orgullo de un país y de la manipulación de la historia, de la mentira que oculta la verdad y de la necesidad de ser aceptados socialmente. Una película sobre los héroes, los de verdad y los de mentira.
El guión de Haggis propuso una ida muy ambiciosa que terminó moviéndose entre dos aguas. De una parte, según las propias palabras de Eastwood, “esta historia no sólo rinde homenaje a estos hombres que elevaron los colores de la bandera norteamericana, sino también celebra a todos los héroes anónimos que combatieron y encontraron la muerte tanto en Iwo Jima como en muchos otros campos de batalla durante la Segunda Guerra Mundial”. De la otra, La conquista del honor reconstruye el proceso de manipulación de la verdad que implica producir el show de los héroes de Iwo Jima —descendiente de indígenas incluido— con el fin de vender los bonos de la guerra que permitirían que un país quebrado como los EEUU de entonces continuara la contienda y la ganara. Los muchachos que participan en la campaña no son los mismos que plantaron la bandera. Son los falsos héroes que aquel país necesitaba.
A través de una narración multitemporal y de la poderosa fotografía de Tom Stern que casi se convierte en blanco y negro, la historia adquiere un carácter extremadamente dramático no sólo por las escenas bélicas sino por las implicaciones éticas y morales que implica el espectáculo. El film de Eastwood serpentea entre el pasado y el presente para atrapar las contradicciones de los seres humanos que se saben miembros de una mentira. Tal es el mayor mérito del film. ¿Sus defectos? Tal vez una duración excesiva, la tendencia a ser reiterativa y una cierta mirada que roza el patrioterismo que no termina de definirse. ¿Las actuaciones? Excelentes, así como los factores de producción. Una película de Eastwood siempre posee altos valores de producción.
Lo interesante es que en pocos días se estrenará Cartas de Iwo Jima, que más que una segunda parte de esta película es una segunda visión del mismo conflicto bélico pero desde la perspectiva de los japoneses, con actores, guionista y técnicos japoneses y, además, hablada en japonés.

Calificación: 6,5/10

LA CONQUISTA DEL HONOR (“Flags of our fathers”), EEUU, 2006. Dirección: Clint Eastwood. Guión: Paul Haggis. Producción: Steven Spielberg, Clint Eastwood, Robert Lorenz. Fotografía: Tom Stern. Montaje: Joel Cox. Música: Clint Eastwood. Elenco: John Benjamin Hickey, Paul Walker, Jesse Bradford, Barry Pepper, John Slattery, Melanie Lynskey, Neal McDonough, Adam Beach, Ryan Phillippe, Jamie Bell y Robert Patrick, entre otros. Distribución: Cinematográfica Blancica.

Libros: LAS HEROÍNAS DE MÓNICA MONTAÑÉS

Las dos vertientes fundamentales de la obra de la escritora y periodista venezolana Mónica Montañés —teatro y televisión— se encuentran determinadas por la visión íntima del personaje femenino de un segmento de la clase media venezolana que, por extensión, puede ser una representación de la mujer latinoamericana. Hace una década El aplauso va por dentro —con la actuación de Mimí Lazo y la dirección de Gerardo Blanco— se convirtió en un sorprendente éxito teatral que no sólo ha sido aplaudido, valga la reiteración, en las ciudades más importantes de Venezuela sino también en Nueva York, Miami, Los Ángeles, Bogotá, Santiago, Santo Domingo, Madrid y Lisboa. Esa confesión pública que, en un gimnasio de Caracas, hace Valeria —una mujer que roza sus cuarenta años— acerca de su vida afectiva y, sobre todo, de cómo se aprecia ella misma, logró una relación de identidad con un público mayoritaria pero no excluyentemente femenino. Sus otras piezas teatrales y sus libretos de telenovela conforman un planteamiento coherente con esta mirada a la afectividad desde la experiencia femenina.
Desde hace más de un año, por una razón u otra, he venido posponiendo la lectura de Perlas falsas, la primera incursión de Mónica en el género de la novela. En diciembre pasado me sumergí en sus páginas siguiendo los pasos de Quica, una mujer al borde de sí misma, que en medio de las insatisfacciones de su vida familiar y afectiva descubre los mecanismos que dominan la muerte de Pipina, una vecina a quien poco frecuentó pero que, poco a poco, se hace presente en su vida. Un impulso indetenible la conduce a investigar el caso y va desvelando misterios que pueden explicar un asesinato, tal vez un suicidio.
A medio camino entre el relato de suspenso y la confesión personal, la novela se desarrolla bajo un esquema intimista que a primera vista parece quedarse en un plano epidérmico de la situación dramática. Pareciera que a la autora no le interesara profundizar en la anécdota sino desarrollar un estilo ligero, coloquial, incluso tópico, que permite identificar ciertos estereotipos de la clase media acomodada venezolana.
No obstante, en la medida en que la trama se desliza hacia su resolución, el texto adquiere mayor densidad y de lo epidérmico se desplaza al caótico interior de una mujer en crisis que busca entender los porqués de las conductas de Pipina, su marido, sus amigas y de ella misma. Quica deja de ser un estereotipo de la mujer insatisfecha para indagar en una visión ética de las relaciones humanas. Los conflictos se articulan en el hallazgo de la verdad detrás de lo aparente. Son perlas falsas que van abriendo camino hacia la realidad.
Mónica tiene la rara cualidad de manejarse con pericia y soltura en distintos planos creativos, siempre con el uso del humor negro, aunque a veces no puede evitar transparentar un cierto aire d eternura hacia su personaje principal, su pequeña heroína de la cotidianidad. Al terminar Perlas falsas disfruté el humor de Veintitantos amores y pico, su único libro de cuentos, donde se halla, de nuevo, ese placer de describir y expresar el universo de mujeres atormanetadas por la vida que llevan, por la que les gustaría llevar, por sus amores y por los eternos personajes ocultos y omnipresentes: los hombres.

PERLAS FALSAS. Mónica Montañés. Ediciones B, Bogotá, 2005.