Ganarán:
- Los altos funcionarios, quienes tendrán más personal y recursos para manejar. Se harán más poderosos.
- Los partidos oficialistas que contarán con más espacios para el clientelismo político; oportunidades para ofrecerle cargos a los compañeros de partido y fondos para organizar las actividades de la revolución.
- Los grupos económicos cercanos al Gobierno que harán negocios con las empresas estatizadas, independientemente de su solvencia técnica o financiera.
Perderán:
- Los consumidores, porque la calidad de los servicios se deteriorará si utilizamos como referencia el desempeño actual de las empresas públicas o el que tuvieron las que fueron privatizadas. También perderán porque cuando tengan alguna queja tendrán que acudir al mismo ente que provee los servicios. El Estado se hace juez y parte.
- Todas las empresas del país, que dependerán de servicios menos eficientes y politizados. Serán menos competitivas.
- Los empleados de las empresas estatizadas, quienes estarán sometidos a las discriminaciones políticas del Gobierno y sus beneficios y condiciones tenderán a homologarse con las del sector público que lamentablemente son inferiores.
- Los accionistas de las empresas estatizadas, muchos de ellos trabajadores de esas mismas empresas, quienes verán disminuir el precio de sus acciones y patrimonio.
- Los desempleados, porque al ahuyentar la inversión extranjera el Gobierno dificulta la creación de empleos por el sector privado.
- Las organizaciones de la sociedad civil que reciben apoyo de las empresas a estatizar. Si no comulgan con el Gobierno no recibirán ayuda.
- El pueblo en general que tendrá un Estado más disperso y por tanto con menor capacidad gerencial y financiera para atender los sectores en los cuales su actuación es insustituible.
En síntesis, ganan los gobernantes y pierden los gobernados.
gerver@liderazgoyvision.org
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