martes, febrero 06, 2007

Cine: DESTRUCCIÓN Y ESPERANZA

¿Ciencia ficción? Nada que ver. ¿Cine de anticipación? Mucho menos. ¿Metáfora del presente y el futuro inmediato? Definitivamente. Niños del hombre, el film más maduro y completo del mexicano Alfonso Cuarón, está más referido al mundo actual que al hipotético orbe de 2027, caracterizado por la infertilidad femenina, el totalitarismo, la represión policial, la intolerancia, el fundamentalismo, el comercio de seres humanos y¿quién puede dudarlo? la guerra. De todos estos factores, el único que no existe hoy es el primero: la infertilidad femenina. Pero los demás están presentes de forma patética y demoledora. ¿Estamos hablando del futuro o de un presente muy cercano, probable y terrible? ¿Qué esperanza tienen los seres humanos cuando no pueden preservarse como especie de vida?
Según esta adaptación de la novela de P. D. James, la acción se ubica en un Londres devastado por la violencia. Hay una clara confrontación entre los sajones y los inmigrantes, los "de afuera". Ya no es posible la reproducción humana y la vida está condenada a desaparecer en poco más de 100 años. El ser humano más joven —que acaba de cumplir 18 años— ha sido asesinado en una reyerta en Buenos Aires. No hay futuro. Sólo existe la necesidad irreprimible de extender la vida a costa de lo que sea. Por eso se acentúa la guerra contra los inmigrantes llamados los fuges— y se reprime todo intento de justicia y equidad. Frente al orden fascista reinante surge el caos y el fundamentalismo pero también el clandestino Proyecto Humano, impulsado por el grupo rebelde los Peces que trata de encontrar una fuente de vida y es perseguido por las fuerzas del estatus. En ese marco, Clive Owen interpreta a Theo, un ex activista de Peces, vuelve a la acción —contra su voluntad
para proteger la vida de Kee, la única mujer que en 18 años ha resultado embarazada. Kee es una inmigrante, una fuge y, además, una negra. El futuro de la humanidad está, señores racistas, en una negra... protegida por un blanco y asistida por una gitana.
En Niños del hombre, Cuarón construye un edificio dramático admirable
que evidencia la influencia de la novelística de George Orwell, en particular 1984, y del cine de Emir Kusturika, en especial Undergroundcon el evidente propósito de hablarnos del mundo de hoy antes que del mañana. Un universo que tiene que ver más con la guerra de los Balcanes que con un planteamiento futurista. Sus personajes se mueven en el campo de la trascendencia, menosprecian la vida porque en el fondo no tiene valor y buscan el reacomodo de un universo individual para encontrar un sentido para lo que quede de vida. Pueden ser pragmáticos como Julian —la ex pareja de Theo, militante de Peces, protagonizada por Julianne Moore— o idealista como Jasper —suerte de remembranza de los hippies de los sesenta y setenta, interpretado por Michael Caine
— en una hábil combinación de los iconos de la resistencia contra el totalitarismo. Lo importante es que Theo recupera su esperanza de obtener la vida para la humanidad. Una suerte de renacer que se opone a la opresión y que se genera ante una función básica: reproducir la vida.
Clive Owen vuelve a prestar su talento interpretativo a un personaje que se hallan en la frontera de lo racional y la locura.


HIJOS DEL HOMBRE ("Children of men"), EEUU, Reino Unido, 2006. Dirección: Alfonso Cuarón. Guión: Alfonso Cuarón, Timothy J. Sexton, David Arata, Mark Fergus y Hank Ostby; basado en la novela de P.D. James. Producción: Marc Abraham, Eric Newman, Hilary Shor, Tony Smith e Iain Smith. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Montaje: Alex Rodríguez y Alfonso Cuarón. Música: John Tavener. Elenco: Clive Owen, Julianne Moore, Michael Caine, Chiwetel Ejiofor, Charlie Hunnam y Claire-Hope Ashitey, entre otros. Distribución: The Walt Disney Company.



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