martes, febrero 06, 2007

Fernando Mires: DEMOCRACIA VERSUS DICTADURA (Carta a Paulina Gamus)

Querida Paulina:

Permítame que inicie esta carta con una cita suya El mayor problema de quienes estamos asustados, deprimidos, angustiados o todas esas cosas juntas, es la sensación de abandono, de haber quedado a la deriva en medio de un naufragio y sin salvavidas. Me molesta que se carguen las baterías contra Manuel Rosales y otros que dieron la cara el 3 de diciembre, pero comienza a molestarme -y mucho- que el compromiso de liderar a la oposición asumida especialmente por Rosales, también se pretenda ejercerlo desde unas oficinas con aire acondicionado, en la lejana Maracaibo y ante las cámaras de televisión. Quienes seguimos creyendo en la necesidad de organizar un gran bloque unitario de oposición para impedir que Chávez le pase la aplanadora a todas nuestras libertades y derechos y los deje reducidos a estampillas, tenemos derecho a exigir un mayor compromiso de esos dirigentes con la democracia venezolana. Me niego a aceptar como única salida el chiste de un amigo que tiene el plan A de aguante y el plan R de resignación. (Entre el Plan A y el Plan R)
Yo creo que usted Paulina, refleja en ese artículo una de las opiniones más sentidas por la oposición democrática en Venezuela. Y no es para menos. Porque digamos las cosas claras de una vez: en Venezuela gobierna una dictadura electa.
Es la primera vez que en América Latina sucede algo semejante: una dictadura ha sido elegida mayoritariamente por el pueblo.
Tanto Pinochet como Castro, para poner los ejemplos más destacados, robaron el poder. El presidente Chávez, en cambio, fue elegido por el pueblo. La de Chávez es una dictadura electoralmente legitimada. Su poder no viene de la violencia, sino que de los votos.
Las elecciones del 03 de diciembre de 2006 fueron en sentido estricto, un plebiscito.
Aquello por lo que se votaba era "democracia o dictadura". Eso nunca lo entendió bien la dirigencia de la oposición. No remarcó con fuerza aquello que estaba en juego. Al contrario: distrajo a la opinión pública con alternativas reivindicacionistas (la "tarjeta mi negra", por ejemplo) desviándola del punto central, como si las que tenían lugar hubieran sido unas elecciones más, y no un plebiscito donde aquello que se definía era nada menos que el futuro político de la nación.
Más todavía: el elegido, no se trata de un gobierno que se haya vuelto dictatorial después de haber sido electo (ha habido algunos casos) No. Mucho peor todavía: Se trata de un gobierno que anunció antes de ser elegido, que iba a gobernar de modo dictatorial. Ocho de los grandes anuncios del Presidente Chávez después que él fue elegido ya él los había anunciado, y con todas sus letras, antes de las elecciones: 1.- Partido Único de Gobierno 2.- Convocatoria para una reelección indefinida. 3.- Organización corporativa (fascista) de la sociedad, la que se expresa hoy en la verticalización de las estructuras comunales. 4.- Estatización y/o doblegamiento de medios de comunicación. 5.- Control del aparato educacional 6.- Militarización del poder 7.- Estrechamiento de lazos con Cuba con el objetivo de formar un núcleo antidemocrático junto a otros países del continente (los más "subdesarrollados": Bolivia, Ecuador, Nicaragua) 8. Estrechamiento de relaciones con dictaduras de otros continentes, como son las de Corea del Norte, Bielorrusia, Siria e Irán y otras, sobre todo con aquellas que manejan productos estratégicos (gas, petróleo, radioactividad), con el objetivo de crear un frente mundial de dictaduras "antimperialistas".
Cada uno de esos puntos es parte del otro. No es un programa, pero es un paquete completo.
Que hoy un grupo de disidentes intelectuales del chavismo se manifiesten en contra de uno u otro punto de la dictadura que ellos mismos eligieron, es un hecho que hay que saludar, pues amerita ética y valentía. Pero, no hay que olvidar Paulina que ellos sabían muy bien lo que y a quien eligieron. En ese sentido, hay que decirlo, el Presidente Chávez no ha engañado a nadie. Cuando esas personas votaron por Chávez, sabían muy bien porqué y por quien votaban. Nadie les movió la mano. Es, desde luego, muy importante que hoy manifiesten su disconformidad con ese gobierno que en parte, todavía apoyan. Entre esos disidentes, hay algunos a quienes siempre he respetado, aún en su periodo más radicalmente "chavista". En alguna medida, ellos fueron víctimas de una creencia maligna que todavía asola a muchos intelectuales del continente, y esa dice así: "para realizar reformas sociales profundas es necesario suprimir determinadas libertades políticas". Ya cuando es algo tarde, son estos mismos intelectuales los que se dan cuenta que precisamente es la supresión de las libertades políticas aquello que impide realizar transformaciones sociales profundas. Mas todavía, llegará siempre el momento en que descubren que la supresión de las libertades políticas, los anula a ellos mismos como personas, y por lo mismo como intelectuales.
Pero volvamos al tema central de esta carta ¿qué puede extrañar Paulina que muchos sectores de la oposición se muevan, como usted escribe, entre la posibilidad del mero aguante y la de la fatal resignación, si el pueblo a la que esa oposición pertenece ha elegido a una dictadura para que lo gobierne? Pero el problema no termina ahí, querida Paulina. El problema es más agudo todavía pues: La dictadura electa del Presidente Chávez ha llegado a concentrar en sí misma más poder que cualquier gobierno no solo en la historia venezolana, sino que, además, en toda la historia latinoamericana.
Eso es por lo demás lo que permite definir como dictadura al actual gobierno de Venezuela. Pues una dictadura no se define por su origen sino que por la concentración del poder en un grupo reducido de personas. En este caso el grupo es más reducido que en otros: se trata de una sola persona.
En Venezuela, no hay división de poderes.
Tanto el legislativo como el legislativo dependen del ejecutivo. El gobierno controla al ejército. El gobierno controla el petróleo. Una sola persona es el gobierno, y esa persona controla, monopoliza y ejerce todo el poder. Al ser el legislativo una prolongación del ejecutivo, no hay oposición parlamentaria. Y el gobierno, hasta ahora, es respaldado por la mayoría de la población electoral. Aunque el Presidente Chávez no se hubiera embarcado en un proyecto antidemocrático, aunque él estuviera en contra de instaurar una dictadura, su gobierno, en esas condiciones, no podría ser sino una dictadura. Reitero: el pueblo eligió a una dictadura. Y esa dictadura tiene una legitimación electoral democrática, como ninguna dictadura la ha tenido. Lo lógico, entonces, es que esa dictadura continúe ampliando su poder. El "poder popular" que surgirá de la reestructuración de las reparticiones geográficas de la nación, llevará, como en Cuba, a la "estatización vertical del pueblo". La reforma educacional, llevará al adoctrinamiento ideológico de niños y jóvenes. ¿Quién no puede moverse en esas condiciones entre, como usted dice, el "aguante y la resignación" ¿Qué extraña incluso que muchos venezolanos ya comienzan a hacer sus maletas para buscar mejor suerte en otros países?
Y, sin embargo, Paulina, usted se va a quizás asombrar de lo que yo, a continuación afirmo: yo creo que todavía no está todo perdido para la oposición. Y usted se va a sorprender más Paulina, si afirmo que la oposición democrática venezolana, pese a toda la situación descrita, se encuentra, a mi juicio, bien posicionada. Seguramente, esta, mi opinión, le parecerá surrealista, para decir lo menos. De ahí que, yo pienso, que debo fundamentarla.
Primero, hay que destacar un hecho que incluso los comentaristas externos han resaltado. Esa oposición se formó apenas tres meses antes de las elecciones. Antes de esos tres meses, nadie pensaba que ese conglomerado de dispersas iniciativas políticas, podía organizarse y construir una plataforma electoral más o menos coherente. Segundo, de esa oposición surgió un candidato con perfiles de dirigente nacional: Manuel Rosales. Tercero, esa oposición, le ganó, durante la campaña, las calles al chavismo.
¿Recuerda usted Paulina aquello que le escribí cuando recién se formó la oposición? "Toda votación superior a un 35 % debe ser considerada como un gran triunfo por ustedes". Yo creo que esa idea era compartida por usted, y por muchos otros venezolanos inteligentes de la oposición. A nadie se le ocurría pensar en ese entonces, que Rosales iba a ganar las elecciones. La idea era aunar fuerzas durante el proceso electoral, para pasar a una segunda etapa, a constituir una oposición políticamente orgánica, después del triunfo electoral de Chávez. Ahora, que frente a las concentraciones multitudinarias a favor de Rosales, muchos opositores se hubieran ilusionado con la idea de que "tal vez podemos ganar", es algo lógico y natural. Nadie quiere participar en elecciones sabiendo que va a perder. De ahí que el momento de la desilusión post- electoral, ya estaba programado. Hoy la oposición vive una fase depresiva, olvidando muchos de sus miembros, que las elecciones fueron concebidas por esa misma oposición, como una alternativa destinada a crear condiciones para su reorganización política post-electoral. Por eso es que no me extraña que algunos despistados anden pidiendo hoy día la cabeza de Rosales y de Petkoff (entre otros).
Pero la que ustedes están viviendo es solo una fase Paulina. Usted tiene más experiencia política que yo, y seguramente ha constatado que los movimientos políticos no se desarrollan verticalmente, sino que de un modo más bien cíclico. Era difícil esperar, yo diría, imposible, que la oposición mantuviese el mismo ritmo y la misma capacidad convocatoria después de unas elecciones que "perdió". Incluso, hasta Rosales se merecía un pequeño descanso, después de haber caminado por toda Venezuela. Y, sin embargo, vuelvo a afirmar, Paulina, que la oposición se encuentra bien posicionada. Ello se debe entre otras cosas a la jugada política, a mi juicio, magistral, realizada por Rosales, Petkoff y en cierta medida Borges, cuando conocidos los resultados electorales, acataron, inmediatamente y sin apelación, el triunfo de Chávez.Curiosamente, esa decisión ha sido la más criticada por algunos sectores de la oposición, pero, yo sigo considerando todavía, que esa decisión es la que hoy permite a la oposición existir y desarrollarse como tal, aún bajo la dictadura de Chávez. Intentaré explicarme:
El Presidente Chávez, es sabido, intenta enmarcar su gobierno en el marco de "una revolución". El no se considera tanto como Presidente constitucional, sino que más bien como caudillo de una vanguardia de una revolución socialista nacional con proyecciones internacionales. Ahora, como es obvio, toda revolución, necesita de una "contrarevolución" o sino no puede definirse como revolución. Así se explica que, para el día electoral, Chávez y sus seguidores, estuvieran preparándose para un enfrentamiento (incluso militar) en contra de la "contrarevolución". Pero, cuando el comando de Rosales, aceptó las condiciones surgidas en las elecciones, significó ni más ni menos que esa oposición se negaba a enmarcarse en el modelo asignado por el gobierno, que era el de una "contrarevolución". La oposición no quiso ser contrarevolución, y con ello, desconoció al gobierno de Chávez como parte de una revolución. Eso significa, simplemente, que la oposición dejó a Chávez sin el escenario adecuado para su "revolución". Mientras Chávez proclama el esquema: revolución-contrarevolución, el que reclama la oposición es el esquema gobierno- oposición. Con ello queda claro que lo que la oposición busca y requiere, es el restablecimiento de las condiciones democráticas, exigiendo al gobernante lo que todo gobernante debe hacer: gobernar. La oposición le ha rayado la cancha al propio Chávez.
La lucha no es entre "revolución versus contra-revolución"; mucho menos es entre "capitalismo versus socialismo". La lucha es simplemente entre "democracia versus dictadura".
Por supuesto, para que exista lucha entre una oposición democrática y una dictadura, lo primero que se requiere, es que esa oposición exista. En ese sentido, creo, que esa oposición existe, tanto cuantitativa como cualitativamente. El problema entonces ya no es fundarla, sino que asegurar su existencia.
Desde un punto de vista cuantitativo, el hecho de que un conglomerado que se forma como unidad política en sólo tres meses antes de una elección y obtiene casi el cuarenta por ciento de los votos, yo no lo vería en ningún caso como una derrota. O si se quiere, lo vería sólo como una derrota muy relativa.
El problema que se presenta hoy en día, es como dar a esa voluntad numérica un perfil político. Yo pienso Paulina, que usted ha dado la respuesta acertada en la cita que precede a esta carta: la formación de un bloque unitario de oposición. Se trata entonces de realizar la transición entre un bloque electoral y un Frente Democrático (o Frente Único) de oposición, un Frente en el que, como ya escribí en otra ocasión, "puedan tener cabida todos, todos menos los fascistas, sean estos de izquierda o de derecha".
Yo creo Paulina, que tanto Rosales, como Borges, como Petkoff y otros, son, además de experimentados políticos, personas muy inteligentes. Yo no creo que ninguno de ellos aspira a comandar la oposición desde oficinas con aire acondicionado. Yo imagino incluso que están trabajando en la dirección de un "frente único". Imagino, además, que la formación de un bloque unitario como el que usted piensa, requiere de cierto tiempo. No me parece, en cualquier caso, mala la idea de ejercer presión para que esa unidad política se constituya lo más pronto posible. Es muy importante que cada opositor se considere miembro de una unidad colectiva que los integra e identifica a todos, o sino pronto caerán en la alternativa R, la de la resignación. Las condiciones cuantitativas están dadas.
¿Y las cualitativas? Esas, aunque usted no me crea, son todavía mejores.
No hay que olvidar, Paulina, que en la oposición se encuentra la mayoría abrumadora de la intelectualidad venezolana. Los intelectuales más reconocidos, los más inteligentes, los más esclarecidos, son antichavistas declarados. Lo mismo acontece en el mundo de la cultura: los artistas (músicos, pintores, poetas y novelistas) son también, en su gran mayoría, antichavistas. En el mundo de las creencias y de la espiritualidad, hay que remarcar que las iglesias, particularmente la Iglesia Católica, mantiene una alta hipertensión con el Presidente Chávez, pese a que este último (y quizás por eso mismo) en sus discursos, nombra en un mismo párrafo y sin tomar aliento a Trotsky, Castro y Cristo como sus "mentores ideológicos". Lo mejor de la Venezuela pensante está en la oposición. Gramsci habría dicho que la batalla por la hegemonía cultural de la nación ya ha sido ganada, y lejos, por la oposición. Eso significa, que mientras en la oposición hay muchas cabezas que piensan, el gobierno ha derivado hacia una condición progresivamente autista, donde sólo piensa una cabeza, y las demás acatan.
De todos los populismos que ha habido en la historia latinoamericana (y por Dios, ha habido muchos) el de Chávez es el más personalista de todos. Nunca, ningún gobernante, demócrata o dictador, ha acumulado tanto poder en sus manos, como el que hoy maneja Chávez. Incluso, el más populista de todos, que fue el de Perón, hubo de compartir el poder con Eva (y con los sindicatos obreros). Chávez, en cambio, no lo comparte con nadie. Él saca y mueve ministros a su antojo, cambia los símbolos nacionales, y últimamente, se hace erigir estatuas. Su poder es omnímodo. Esa parece ser, por ahora, su gran ventaja, pero es también, si pensamos políticamente, su debilidad más grande. Pues, Paulina, mientras más es el poder que acumula un gobernante, más solo estará ese gobernante.
Todo gobernante, para gobernar, requiere compartir obligaciones y responsabilidades con otros poderes. Ni siquiera un genio político (y no estoy convencido de que el Presidente Chávez lo sea) puede conducir solo, los destinos de una nación, y mucho menos, como él se lo ha propuesto, formar con arcilla venezolana el "socialismo del Siglo XXl" al que ni siquiera ideólogos tan esotéricos como Heinz Dieterich, han logrado definir. Si se pudiera comparar a la política con el ajedrez, yo diría que en la Venezuela de hoy miro un tablero donde la oposición tiene algunas piezas menos, y el gobierno tiene más piezas, pero ha cometido el imperdonable error de adelantar la figura del Rey (Presidente), poniéndolo no sólo sobre sus peones, sino que, además, bloqueando la salida de sus torres, sus caballos y sus alfiles (ya que no hay reina)
¿Se entiende entonces Paulina por qué afirmo que la oposición se encuentra, a pesar de su aparente derrota electoral, bien posicionada?
Ha llegado entonces el momento de asegurar esas posiciones hasta que, esa oposición, convertida ya en un "frente nacional", esté en condiciones de continuar su pacífico proceso de crecimiento. Pues, en eso estamos de acuerdo Paulina: Si bien ninguna mayoría asegura la democracia, sin mayoría no puede haber democracia.
Lo que quiero decir es que hay condiciones para que esa necesaria A del Aguante, que todo proceso político requiere, no se convierta en la nefasta R, la de la Resignación, ni mucho menos en la E trágica del Exilio.

Reciba Paulina, mis cariñosos saludos.

Fernando Mires

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