A sus sesenta y seis años, Terrence Malick constituye un caso muy particular en el cine norteamericano. Es un director que goza de un inmenso prestigio, a pesar de que su filmografía —hasta hace dos años— constaba sólo de tres filmes. Ahora son cuatro. Debutó hace exactamente treinta y tres años, en 1973, al realizar Badlands, una road movie que se convirtió en una de las películas de culto de esa década y que lanzó a la fama inicial a Sissy Spacek y Martin Sheen, al recrear los crímenes cometidos por Caril Fugate y Charley Starkweather a finales de los años cincuenta. Siete años después, en 1980, sorprendió con una intensa historia romántica, Días de gloria, protagonizada por Richard Gere y tal vez su película más celebrada. Luego mantuvo un silencio cinematográfico de diecisiete años, hasta que en 1997 estrenó La delgada línea roja, un film coral basado en la novela de James Jones y protagonizado por grandes actores de Hollywood, que se sumergió en la anegadas aguas de la II Guerra Mundial, casi simultáneamente con Salvando al soldado Ryan, de Steven Spielberg, pero con una postura diferente, nada heroica y muy crítica de los mandos militares. Y ahora, ocho años después, presenta El nuevo mundo, una interpretación muy personal de una leyenda americana de esas que llaman originaria… por no decir endógenas: la leyenda de Pocahontas.
A principios del siglo XVII llegó a la costa este de lo que hoy es Estados Unidos una flotilla de buques con 103 hombres provenientes de Inglaterra para establecerse como colonos y llevar a los nativos la cultura y la religión cristiana. Con ellos vino encadenado un insumiso joven de veintisiete años llamado John Smith, a quien esperaba el patíbulo por desobediencia. Smith, por razones anecdóticas, es liberado y busca ayuda entre los indígenas de la zona y así conoce a una chica que ostenta el nombre de Pocahontas, que significa "juguetona". En poco tiempo, según la leyenda, surgió el amor entre Smith y Pocahontas y también el encuentro de dos mundos y los conflictos entre dos formas de entender la vida. Una historia que hace unos años The Walt Disney Company convirtió en film de animación con rotundo éxito. No esperen la misma clase de film.
Malick es un realizador muy peculiar que maneja el lenguaje cinematográfico como soporte de escenas de gran belleza plástica y de intensa expresividad dramática. En El nuevo mundo trabajó con el excelente director de fotografía mexicano Emmanuel Lubezki para construir la atmósfera apasionada del encuentro entre Smith y Pocahontas, que se amplía hacia horizontes insospechados. Los encuadres y los movimientos de la cámara construyen ese tono intimista y grandioso, a la vez, que transforma una historia de amor en la premonición de un nuevo orden mundial, donde los habitantes originarios de este continente por descubrir sufrirán la devastación y la incomprensión. Estamos hablando de una obra poética que reclama un ritmo particular, alejado de los cánones comerciales.
Las actuaciones de Colin Farrel —como un John Smith lleno de dudas y angustias, tan distinto al de Disney—, Christian Bale —como el mercante John Rolfe, el rival involuntario de Smith—, Christopher Plummer —como el áspero capitán Newport— y la muy joven y hermosa Q’orianka Kilcher —como Pocahontas— son estupendas. Conforman un elenco de primera que habita un film que no se parece a muchos. El nuevo mundo es otro reto de Malick o quizá habría que decir que un nuevo capricho de su autor. Lo importante es que se trata de un realizador que se toma muy en serio el cine y que propone visiones muy distintas al espectador.
A principios del siglo XVII llegó a la costa este de lo que hoy es Estados Unidos una flotilla de buques con 103 hombres provenientes de Inglaterra para establecerse como colonos y llevar a los nativos la cultura y la religión cristiana. Con ellos vino encadenado un insumiso joven de veintisiete años llamado John Smith, a quien esperaba el patíbulo por desobediencia. Smith, por razones anecdóticas, es liberado y busca ayuda entre los indígenas de la zona y así conoce a una chica que ostenta el nombre de Pocahontas, que significa "juguetona". En poco tiempo, según la leyenda, surgió el amor entre Smith y Pocahontas y también el encuentro de dos mundos y los conflictos entre dos formas de entender la vida. Una historia que hace unos años The Walt Disney Company convirtió en film de animación con rotundo éxito. No esperen la misma clase de film.
Malick es un realizador muy peculiar que maneja el lenguaje cinematográfico como soporte de escenas de gran belleza plástica y de intensa expresividad dramática. En El nuevo mundo
Las actuaciones de Colin Farrel —como un John Smith lleno de dudas y angustias, tan distinto al de Disney—, Christian Bale —como el mercante John Rolfe, el rival involuntario de Smith—, Christopher Plummer —como el áspero capitán Newport— y la muy joven y hermosa Q’orianka Kilcher —como Pocahontas— son estupendas. Conforman un elenco de primera que habita un film que no se parece a muchos. El nuevo mundo es otro reto de Malick o quizá habría que decir que un nuevo capricho de su autor. Lo importante es que se trata de un realizador que se toma muy en serio el cine y que propone visiones muy distintas al espectador.
Calificación: 7,5/10
EL NUEVO MUNDO (“The New World”), EEUU, 2005. Dirección y guión: Terrence Malick. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Montaje: Richard Chew, Hank Corwin, Saar Klein y Mark Yoshikawa. Música: James Horner. Elenco: Colin Farrell, Q'Orianka Kilcher, Christopher Plummer, Christian Bale, August Schellenberg, Wes Studi, David Thewlis, Yorick van Wageningen, Raoul Trujillo, Michael Greyeyes, entre otros. Distribuye: Cinematográfica Blancica.
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