domingo, septiembre 17, 2006

Política: ¿CÓMO SE DEFIENDE EL VOTO?


A menos de tres meses de la fecha prevista para las elecciones presidenciales venezolanas, la oposición a Hugo Chávez ha registrado un interesante movimiento interno signado, de una parte, por la reactivación de las fuerzas de resistencia que habían permanecido dos años dormidas y, de la otra, por el incremento de la esperanza de derrotar al peor de los presidentes de la era democrática en el país, lo cual ya es decir mucho, dados los antecedentes que hemos tenido en materia de gobernantes. Hemos ido de malos en peores. Espero que podamos revertir esta tendencia.
El candidato de la unidad de oposición, Manuel Rosales, actual gobernador del estado Zulia, recorre el país y germina la idea de la victoria sobre el teniente coronel que hoy ocupa el Palacio de Miraflores. Todo esto sucede mientras permanece intacta en los sectores democráticos la convicción de un fraude a ser ejecutado por Chávez con la anuencia del Consejo Nacional Electoral el próximo 3 de diciembre. Nadie en la oposición piensa que no habrá intento de una nueva estafa electoral, como la que hubo ante el referendo revocatorio del 15 de agosto de 2004. Aún así, con esa certeza, el entusiasmo crece. Ya se sabe que somos un pueblo contradictorio, pero muy poco aburrido.
La renovación del entusiasmo de la oposición es un hecho comprobable en cualquier rincón de Venezuela, lo cual sin duda posee una importancia fundamental en sí misma. Sin las fuerzas democráticas en la calle, movilizadas, no será posible exigir condiciones de transparencia en los comicios. Ello explica por qué el sector abstencionista ha venido debilitándose a favor del crecimiento constante de una candidatura que hace tres meses ni siquiera existía. Existe la oportunidad histórica de cambiar el rumbo y hay que aprovecharla.
Pero tal entusiasmo no es lo más importante. Lo esencial, lo prioritario, lo imprescindible en los próximos tres meses es la defensa del voto. Antes de la elecciones. Incluso antes de que se posterguen las elecciones, como ya lo insinuó Chávez hace unos días en ese monumento a la escatología llamado “La hojilla”, que transmite Venezolana de Televisión, uno de los canales del gobierno. En un artículo anterior examiné el “cuarto escenario”, es decir, la posibilidad de que el dueño del Circo Bolivariano le dé un golpe al tablero y se acabe el juego electoral cuando perciba que los índices de intención de voto se cruzan a favor de Rosales. Por eso despliega todo aquello de la lucha antiimperialista y bla, bla, bla. En un estado de “emergencia nacional” en la lucha contra el gobierno de EEUU no hay cabida para elecciones.
¿De qué sirve construir un gran movimiento popular que socave las bases electorales del chavismo —ya bastante deterioradas— si no puede garantizar el reconocimiento de ese triunfo? ¿Cómo se defiende ese voto? En política no hay acción efectiva sin organización. Ergo: los electores democráticos deberían organizarse —en los circuitos electorales, en las juntas de vecinos, en las mesas de votación— para alcanzar tres metas: 1) que no se suspendan las elecciones bajo la excusa de la “emergencia nacional”: 2) que se garanticen condiciones mínimas de transparencia; y 3) que se cumplan tales condiciones de transparencia el día de los comicios.
Pero, ¿qué o quién impulsa la organización de los electores? Debería ser una tarea fundamental del comando de campaña de la candidatura de Rosales y, sobre todo, del voluntariado que actualmente lleva a cabo labores de coordinación. La creación de esas unidades de defensa del voto podría ser, además, un nuevo factor de estímulo y movilización.