jueves, agosto 31, 2006

Letras: ¿LA ÚLTIMA MIRADA DE RAY BRADBURY?

Casi por azar cayó en mis manos Matemos todos a Constance, la última novela de Ray Bradbury -publicada en inglés en 2003 y editada en español en 2004 por Minotauro- y la devoré de manera adictiva bajo el sol de unas vacaciones en Margarita. Confieso que me resultó distante del conjunto de su obra pero al mismo tiempo me señaló la capacidad de renovación no sólo temática sino estilística de un escritor que cabalga los ochenta y seis años de edad y que legó hace medio siglo piezas fundamentales como Crónicas marcianas (1950), El hombre ilustrado (1951) o Farenheit 451 (1953), por sólo nombrar tres de sus máximos emblemas. Lo digo porque encontré en sus páginas -apenas 186- a un autor delirante, irreverente, a ratos incoherente, intentando saldar sus cuentas con aquel Hollywood donde sirvió con éxito como guionista y con un mundo y una época en los que la vida era una aventura sin mesura ni sospecha. La Meca del Cine se miraba el ombligo, mientras los muchachos de la primera potencia iban a combatir en el sureste asiático, los soviéticos llevaban la delantera en la carrera espacial y Bob Dylan comenzaba a berrear sus inconformidad poética.
La narración se ubica en una noche de tempestad en la California de 1960, cuando un escritor recibe la inesperada visita de una famosa actriz de Hollywood -un antiguo y eterno amor- que deambula desesperada y borracha porque la persigue la Muerte, así con mayúscula, y le entraga una guía telefónica de Los Ángeles pero de 60 años antes, es decir, de 1900, con un listado de nombres que ya han muerto. Lo que surge a partir de esta situación es un conflicto personal que navega los pantanos de lo insólito, con personajes descabellados dispuestos a correr aventuras sin trasiego y con un final que reafirma la íntima necesidad del amor.
Bradbury es, de lejos, el más conocido de los llamados escritores de ciencia ficción, secundado por Isaac Asimov y Philip K. Dick. Sin embargo, Bradbury para mi es un escritor poco clasificable. No siquiera lo catalogo como miembro de la ficción de anticipación o de la "fantaciencia", como afirman unos por allí. Eso sería como decir que Farenheit 451 o la propia 1984 de George Orwell son textos de ciencia ficción o literatura de anticipación, cuando todos sabemos que ambas novelas expresan una visión política y humanística sobre el totalitarismo. El rasgo fundamental reside en la capacidad especulativa, en la "imaginación alarmada" ante el presente y, en el caso específico de Matemos todos a Constance, en la mirada incisiva y desconcertante que dirige Bradbury sobre aquellos EEUU de la Guerra Fría. Nada hay de anticipación sino todo lo contrario. Es una muy directa reflexión sobre el pasado para tratar de entender lo que estamos viviendo en los albores del siglo XXI. Es su nuevo legado. Tal vez sea la última mirada de Ray Bradbury.

MATEMOS TODOS A CONSTANCE ("Let's all kill Constance"), 2004, Editorial Minotauro, Barcelona, 186 páginas. Traducción de Marcial Souto.

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