
Con más de treinta largometrajes en sus espaldas, Altman se paseó por casi todos los géneros cinematográficos —comedia, tragedia, western, policial, romance, biografía, musical, aventura, melodrama, sátira política, cine dentro del cine— y trabajó tanto con grandes elencos como con actores desconocidos.
Obras tan disímiles y sugerentes como la comedia M*A*S*H, el drama social del oeste MacCabe y la señora Miller, la sátira Ladrones como nosotros, el policial El largo adiós, la biografía Vincent y Theo, el homenaje al cómic Popeye, el drama inglés Gosford Park, el film coral Short Cuts, la revisión histórica Buffalo Bill y los indios, la irónica Prêt à porter, la doblemente irònica The player, la también coral La boda, la desconcertante Quinteto y el drama femenino Tres mujeres, entre muchas otras, conforman uno de los legados más sólidos que realizador alguno ha dejado a la cultura de su país. Porque a Altman sólo le interesó hacer cine norteamericano, con sus valores y conflictos y con un humanismo poco usual.
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