Carlos Villegas debuta en la dirección de largometraje a través de una historia y unos personajes que se desarrollan a partir de una visión sobre la irracionalidad colectiva e individual que ya había trabajado en sus cortos Remoto (1991), Entre mentiras (1997) y, especialmente, Rosa, un delirio (2001), piezas muy distintas entre sí pero que comparten la condición de la enajenación de sus personajes. Por eso no extrañan los enajenados que actúan desesperados en Al borde de la línea, su primer largo, atrapados en un microcosmos que por momentos funciona como parábola de una sociedad traumatizada por sus contradicciones y sus sin sentidos. Lo hace a través de un conjunto de situaciones insólitas que no escapan a la tragicomedia y, sobre todo, a la expresión lacerante del humor negro. El final es realmente insólito.
El centro de la trama se halla en los sentimientos y esperanzas de Claudia, sobre quien gravitan los otros personajes. Ella desencadena o articula las acciones de la historia. Sus decisiones generan los conflictos o entorpecen los planes de los demás. Bajo esta premisa se construye una narración poco usual que desdeña los convencionalismos, que muestra un mundo oscuro poblado por pequeñas figuras humanas, que juega con los estereotipos para mostrar un rostro más íntimo. En este campo residen las mejores virtudes del film —en la medida que expresa a personajes de carne y hueso— pero también sus defectos, pues tras armar la estructura de personajes y acciones el film zigzaguea a ratos, vuelve a su punto de partida de forma dubitativa y, en un momento dado, pareciera que no sabe qué hacer con los personajes secundarios —Juan, por ejemplo, que ha impulsado buena parte de la trama, o Alma, cuyo pasado apenas intuimos y desconocemos su futuro— o con situaciones apenas esbozadas y no desarrolladas.
Uno de los puntos más fuertes de Al borde de la línea se ubica en el trabajo de un conjunto compacto de actores, bien construido, liderado por Daniela Bascopé, quien se sumerge en el personaje de Claudia de forma íntima y verosímil. Su gestualidad es sugerente, su forma de decir los diálogos es convincente. A su alrededor Jerónimo Gil, Roque Valero, Caridad Canelón, Armando Gota, Dad Dáger y Aníbal Grunn ejecutan interpretaciones comedidas, controladas, rehuyendo los clisés del drama y la comedia, que permiten el fluir del personaje central.
Villegas salió airoso en su debut en el largometraje y logró, simultáneamente, ser fiel a su visión oscura sobre personajes y conductas, gracias a la orquestación lograda con la fotografía de Alejandro Wiedemann, las músicas de Gerry Rosado, Ignacio Izcaray y Alberto Vrgara y al montaje de Carlos Caridad. Al borde de la línea no es una película tradicional, incluso juega con la idea de chocar al espectador y de negarle una mirada bonita sobre la realidad. Su apuesta no es por un cine fashion ni complaciente. Esto es un riesgo que vale la pena correr.
AL BORDE DE LA LÍNEA, Venezuela, 2006. Dirección: Carlos Villegas. Guión: Annie Van Der Dys y Villegas. Producción: Luisa de la Ville. Fotografía: Alejandro Wiedemann. Música: Gerry Rosado. Montaje: Carlos Caridad Montero. Música original: Ignacio Izcaray y Alberto Vergara. Elenco: Daniela Bascopé. Jerónimo Gil, Roque Valero, Caridad Canelón, Armando Gota, Dad Dager y Aníbal Grunn, entre otros. Distribución: Cines Unidos.
El centro de la trama se halla en los sentimientos y esperanzas de Claudia, sobre quien gravitan los otros personajes. Ella desencadena o articula las acciones de la historia. Sus decisiones generan los conflictos o entorpecen los planes de los demás. Bajo esta premisa se construye una narración poco usual que desdeña los convencionalismos, que muestra un mundo oscuro poblado por pequeñas figuras humanas, que juega con los estereotipos para mostrar un rostro más íntimo. En este campo residen las mejores virtudes del film —en la medida que expresa a personajes de carne y hueso— pero también sus defectos, pues tras armar la estructura de personajes y acciones el film zigzaguea a ratos, vuelve a su punto de partida de forma dubitativa y, en un momento dado, pareciera que no sabe qué hacer con los personajes secundarios —Juan, por ejemplo, que ha impulsado buena parte de la trama, o Alma, cuyo pasado apenas intuimos y desconocemos su futuro— o con situaciones apenas esbozadas y no desarrolladas.
Uno de los puntos más fuertes de Al borde de la línea se ubica en el trabajo de un conjunto compacto de actores, bien construido, liderado por Daniela Bascopé, quien se sumerge en el personaje de Claudia de forma íntima y verosímil. Su gestualidad es sugerente, su forma de decir los diálogos es convincente. A su alrededor Jerónimo Gil, Roque Valero, Caridad Canelón, Armando Gota, Dad Dáger y Aníbal Grunn ejecutan interpretaciones comedidas, controladas, rehuyendo los clisés del drama y la comedia, que permiten el fluir del personaje central.
Villegas salió airoso en su debut en el largometraje y logró, simultáneamente, ser fiel a su visión oscura sobre personajes y conductas, gracias a la orquestación lograda con la fotografía de Alejandro Wiedemann, las músicas de Gerry Rosado, Ignacio Izcaray y Alberto Vrgara y al montaje de Carlos Caridad. Al borde de la línea no es una película tradicional, incluso juega con la idea de chocar al espectador y de negarle una mirada bonita sobre la realidad. Su apuesta no es por un cine fashion ni complaciente. Esto es un riesgo que vale la pena correr.
AL BORDE DE LA LÍNEA, Venezuela, 2006. Dirección: Carlos Villegas. Guión: Annie Van Der Dys y Villegas. Producción: Luisa de la Ville. Fotografía: Alejandro Wiedemann. Música: Gerry Rosado. Montaje: Carlos Caridad Montero. Música original: Ignacio Izcaray y Alberto Vergara. Elenco: Daniela Bascopé. Jerónimo Gil, Roque Valero, Caridad Canelón, Armando Gota, Dad Dager y Aníbal Grunn, entre otros. Distribución: Cines Unidos.
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