domingo, marzo 25, 2007

SUMARIO 26-03-07

Hola amigos en Venezuela y el mundo.

Esta edición de Ideas de Babel se presenta muy variada pues alberga un artículo de la escritora y filóloga española Pilar Rahole ("Buenos Aires, capital de Venezuela") sobre el mitin que el caudillo venezolano presentó en la capital argentina, la opinión de Gerver Torres sobre la próxima visita de Lula a Camp David, la mirada crítica de Trino Márquez sobre las incoherencias del Gobierno y el irónico texto de Felipe Benites sobre las relaciones de sumisión que se generan entre el teniete coronel y sus aliados. Un tema que, por cierto, abordo en mi artículo de apertura desde la perspectiva del "padre" que domina a sus hijos rebeldes.

También encontrarán sendas críticas sobre los filmes 300 y Escándalo, así como una nota sobre el nuevo local en El Hatillo que abrió el tradicional resurant francés Le Coq d'Or y un anuncio de lo que vendrá: el nuevo montaje de La revolución, mítico texto teatral de Isaac Chocrón. el festival de cine Cortos muy cortos y la próxima presentación de Chambao en el Aula Magna de la UCV.

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Política Ficción: ¿QUIÉN LE RESPONDE AL PADRE?

El sábado pasado, la Sociedad Psicoanalítica de Caracas presentó, en el Trasnocho Cultural, un revelador cineforo con El último rey de Escocia, film del británico Kevin Macdonald que recrea la experiencia del médico escocés Nicholas Garrigan como asesor personal de Idi Amin Dada, muy peculiar presidente de Uganda desde 1971 hasta 1979. Todos sabemos que Forest Whitaker acaba de ganar el Oscar como actor por su interpretación del dictador africano. Pero, obviamente, el interés en el film va más allá de las virtudes de uno de los grandes actores del cine independiente de EEUU. Al finalizar la función, el profesor Heinz Sonntag, doctor en ciencias sociales, y el doctor Carlos Rasquin, psicoanalista de vasta trayectoria, ofrecieron sus muy interesante visiones sobre la personalidad de uno de los gobernantes más curiosos y nefastos del África que despertaba del colonialismo europeo.

Al fragor de las exposiciones de ambos y de las intervenciones de los asistentes, aquel caudillo africano fue definido como populista, militarista y narcisista, tal como lo muestra la película, y fue inevitable establecer una relación entre el general Idi Amin Dada y el teniente coronel que hoy nos gobierna en Venezuela. Un caudillo populista, militarista y narcisista. Desde luego, el film de Macdonald no pretendía establecer tal relación entre aquel gobernante ugandés —fallecido en Arabia Saudita en 2003— que gastó enormes sumas de dinero para mantenerse en el poder y el caudillo venezolano que ha hecho lo mismo para preservar su poder. Cuando veíamos la proyección del film encontramos los vínculos entre uno y otro gobernante. Era imposible hacerse de la vista gorda.

Pero hay un momento en la película en el que Amín le dice a Garrigan que se siente el padre de Uganda, que cada acto de su gobierno es un acto paternal, que todos los ugandeses son sus hijos y que cuando él —Amin— lo abrazaba a él —Garrigan— debía sentir que Uganda lo abrazaba. Un padre que mantenía el dominio sobre sus hijos a sangre y fuego. Un hombre, un padre, un país, un pueblo y un hijo unidos como algo indivisible, tal como le había propuesto Norberto Ceresole al teniente coronel venezolano.

Eso me recordó al "padre" Josef Stalin, al "taita" Juan Vicente Gómez, al "protector" Kim Il Sung y a todos los caudillos que en el mundo se han amparado en el populismo, el militarismo y el narcisismo para ejercer una "paternidad" que nadie les ha pedido pero que han impuesto con la hegemonía militar, política, económica e ideológica.

Pero también me recordó el reciente episodio protagonizado por el teniente coronel y los miembros de las organizaciones políticas Podemos, Patria Para Todos y el Partido Comunista de Venezuela, aparentemente no dispuestos a perder su identidad en la conformación del Partido Socialista Unificado de Venezuela, tal como lo ha ordenado el caudillo. Los regañó en público como si fuesen niños, los invitó a irse de la revolución, les mostró la puerta de salida. El teniente coronel puede subsistir sin ellos. Ellos, en cambio, no pueden subsistir sin el teniente coronel. Lo más importante es que hay miedo a la muerte política, miedo al poder del caudillo, miedo a lo que saben inevitable.

José Albornoz, uno de los portavoces del PPT, cuando los periodistas le pidieron su opinión sobre lo que había dicho el caudillo, sólo atinó a responder, temeroso, que "a un padre no se le responde". Según una arcaica concepción, al padre no se le discute, no se le le lleva la contraria, no se le desobedece, y mucho menos si se trata de un padre proveedor. Pero habría que preguntarse ¿quién engendró a quién? Un hombre como Albornoz militante de un partido oportunista que surgió de la división de La Causa R que fundó Alfredo Maneiro siente que el militar que ocupa el poder es el padre, que ese militar que quiere un partido único es el padre, que el militar que desde el Ejecutivo le quita las funciones a los otros poderes del Estado es el padre.

El caudillo venezolano ha asumido el rol de padre, el que premia y perdona, aunque no escuche a sus hijos. El que ordena y castiga, aunque sus hijos tengan derecho a disentir. El que provee la mesa y el techo, pero no duda en dejarte en la calle. Debería recordar que Idi Amin Dadá se consideraba el padre de Uganda, pero sus propios hijos lo sacaron del poder.

Cine: LA GLORIA DE ESPARTA

Si usted pertenece a la cultura de la llamada novela gráfica encontrará bastantes motivos de regocijo al ver esta película. En cambio, si usted es como yo, es decir, un relativo ignorante de esa corriente de la narrativa con dibujos, tan en boga hoy por hoy, encontrará una experiencia audiovisual insólita, sorprendente y sugestiva. 300 es un enorme homenaje cinematográfico a una de las más famosas novelas de este tipo —escrita por el legendario Frank Miller con los aportes de Lynn Varley— que recrea la batalla de las Termópilas, hazaña heroica de 300 espartanos liderados por su rey Leónidas contra el poderoso ejército persa de Jerjes, el amo del mundo en el año 480 antes de la era cristiana.

Estamos ante una épica pero también ante un a estética. El segundo largometraje del director Zack Snyder —proveniente de la publicidad y del clip musical y responsable de La noche de los muertos vivientes— propone una indagación audiovisual —imagen, sonido, ritmo— sobre un planteamiento narrativo y gráfico que se fundamenta en un sentido heroico de la historia creado y desarrollado por Miller. La desmesura entre los tres centenares de espartanos y las decenas de miles de persas se convierte en el punto de partida dramático —de hecho, el film se llama así— para una gesta épica contra la ocupación imperial. Leónidas representa el honor, el orgullo, la sabiduría, la honestidad y la entrega total al colectivo de la patria, en un mundo dominado por el egoísmo y la manipulación. Jerjes es todo lo contrario: el rey de reyes, el rey-dios, el divino, el que aplasta, destruye, soborna y asesina. Es la historia clásica de David contra Goliath, contada desde una perspectiva que no es necesaria y rigurosamente histórica sino simplemente épica.

La puesta en escena desarrollada por Snyder es alucinante, sobre todo en la selección de los encuadres, en el movimiento de la imagen y en la angulación de la cámara —factores sustentados en la excelente fotografía de Larry Fong— y en la poderosa banda sonora en la que la música —de Tyler Bates— y los efectos alcanzan niveles de alta expresión. Las escenas de las batallas semejan fastuosas coreografías orquestadas por un orden supremo de la naturaleza. Ciertamente, sin esta realización grandilocuente la historia de Frank Miller no habría adquirido mayor dimensión.

Este tono narrativo explica el tipo de actuaciones que llevan adelante los miembros del reparto. Es un estilo recitativo inspirado en la tragedia griega y con cierto carácter de Shakespeare. El británico Gerard Butler conduce el personaje de Leónidas de forma creciente, secundando por un elenco de intérpretes no muy famosos pero muy profesionales todos.

Estamos ante una película inusual y sorprendente que se apoya en la violencia para condenar las ocupaciones militares y las amenazas de violar las soberanías nacionales, algo que no ha gustado mucho en los sectores republicanos más conservadores de Estados Unidos, pues advierten una clara alusión a la invasión norteamericana en Irak. Otro grupo de críticos advierten una estética masculina cercana al homoerotismo, lo cual no me parece nada raro en una sociedad como la espartana en la que los valores masculinos —guerrear, defender, proteger— se imponían sobre los femeninos. Hay dos frases que han llamado mucho la atención en la película. La de Leónidas, cuando le grita a sus soldados “esta noche cenaremos en el infierno” y la de la bella y leal reina Gorgo cuando le dice a los atenienses y a los otros griegos que “sólo las mujeres de Esparta parimos hombres de verdad”. Elogio del machismo clásico.

300 (”300″), EEUU, 2007. Dirección: Zack Snyder. Guión: Zack Snyder, Kurt Johnstad y Michael B. Gordon, sobre la novela gráfica de Frank Miller y Lynn Varley. Producción: Gianni Nunnari, Mark Canton, Bernie Goldmann y Jeffrey Silv. Fotografía: Larry Fong. Montaje: William Hoy. Música: Tyler Bates. Elenco: Gerard Butler, Lena Headey, David Wenham, Dominic West y Vincent Regan, entrev otros. Distribución: Warner Bross.

sábado, marzo 24, 2007

Gerver Torres: CAMP DAVID

El 31 de marzo Lula da Silva estará en Camp David para un encuentro oficial de dos días con su homologo estadounidense. Será la primera visita de un presidente latinoamericano a esa residencia presidencial en los últimos nueve años. En la agenda destaca el desarrollo del etanol. Brasil y Estados Unidos son los mayores productores en el mundo de ese combustible y tienen planteado una gran alianza para aumentar su producción y hacerlo más competitivo frente al petróleo.

Lula llega al encuentro con los vientos soplando a su favor, pues encontrará una nación decidida a disminuir su dependencia del petróleo importado. En ese país, personalidades que hasta hace poco sostenían posiciones contrarias al desarrollo del etanol, se han convertido ahora en sus más radicales defensores. Un ejemplo es el de la precandidata presidencial Hillary Clinton, quien, de haber tenido una posición crítica sobre el combustible alternativo, ha pasado a proponer un fondo de 50 millardos de dólares para promover su desarrollo. Eso lo hace al mismo tiempo que su gobierno, de signo político opuesto, se impone la meta de reducir la importación de petróleo en 20% en los próximos diez años. El consenso que se ha formado en torno de la conveniencia de impulsar el etanol es tal, que el asunto amenaza con desaparecer como tema de la campaña electoral que se avecina en los Estados Unidos, pues todos están de acuerdo sobre el asunto.

Lo que se vuelve un consenso para los norteamericanos se traduce en un serio problema de mediano y largo plazo para los venezolanos. Por esa razón es una lastima que quien esté viajando a Camp David no sea el presidente venezolano, también para hablar de energía. La conversación versaría sobre como desarrollar de manera más acelerada las enormes reservas de petróleo que tenemos, especialmente en la faja petrolífera del Orinoco. Por supuesto, eso requeriría poner los intereses del país por encima de los de la revolución.

gerver@liderazgoyvision.org

viernes, marzo 23, 2007

Trino Márquez: TIEMPOS BÍBLICOS

Tiempos extraños estos que estamos viviendo. Parecieran salidos de algunos de los salmos del Viejo Testamento. La ineficacia del Gobierno está alcanzando cuotas tan elevadas, que todos los gobiernos anteriores parecen ejemplos cósmicos de eficiencia y probidad. Resulta difícil entender por qué mientras la inmensa mayoría de los países del planeta han resuelto el problema de la inflación, Venezuela, junto a Zimbawue, continúa teniendo una de las tasas más altas del mundo. También es complicado comprender cómo con el barril de petróleo por encima de 50 dólares, y con más de 33 mil millones de dólares en reservas internacionales, escasean productos alimenticios de la canasta básica, además de artículos de limpieza y de tocador ¡con lo presumido que este pueblo!

Desde luego que las explicaciones racionales existen. El embotellamiento se encuentra en la oferta de bienes. El aparato productivo no puede satisfacer la demanda interna, por el desequilibrio que se ha creado entre la masa de dinero en manos de la gente y la oferta de bienes existente. El Gobierno ha tratado de reducir ese desajuste por la vía de las importaciones. Pero ocurre que CADIVI, a pesar de que después de varios años de estar funcionando debería hacerlo con gran eficiencia, restringe con cada vez mayor rigor la entrega de divisas. La discrecionalidad pasa factura.

Cualquiera podría pensar que estos desaguisados son obra de la improvisación o novatería de un equipo que, a pesar de tener ocho años dirigiendo al país, no aprende a hacerlo. Sin embargo, los datos señalan que estas fallas responden a la concepción general que predomina en el Gobierno y, especialmente, en el Presidente de la República. La línea de controles adoptada por el régimen, junto a la aprobación de un conjunto de instrumentos legislativos que desestimulan la inversión, afectan severamente la capacidad generadora de bienes. Los empresarios nacionales se sienten, con razón, amenazados por la cantidad de leyes y reglamentos draconianos que han entrado en vigencia, mientras los inversionistas extranjeros, por las mismas razones, no se arriesgan a colocar sus capitales en el país. En estas condiciones, lucen lejanas las posibilidades de fortalecer el aparato productivo con el fin de incrementar la oferta. Todo esto ocurre en medio de la mayor y más prolongada bonanza petrolera de la historia nacional.

Ahora bien, el desconcierto no reside solamente en el comportamiento errático del jefe del Estado y del Gabinete que lo acompaña. Las enormes marfiladas en el área de las políticas públicas podrían atribuirse al hecho de que esas medidas se insertan dentro del modelo del socialismo del siglo XXI, receta intervencionista y dirigista condenada por la historia a fracasar en todas las sociedades donde trata de aplicarse. La debilidad más grave de la nueva “clase” gobernante reside en su postración, alienación diría el joven Marx de los Manuscritos económicos y filosóficos, ante el Presidente de la República. Es la obsecuencia desvergonzada de algunos dirigentes que militan en el proceso, inaceptable en una democracia, la que le confiere tintes dramáticos al período que vivimos.

Los ejemplos de sumisión y mansedumbre frente al jefe abundan. No puedo referirme a todos. Ni siquiera a los más importantes. Pero señalar algunos de los casos más grotescos permite identificar hasta dónde puede llegar la degradación de unos militantes y dirigentes, cuando el liderazgo de un Presidente se concibe desde una perspectiva personalista, y no dentro del marco del sistema institucional y legal que debe regir una nación.

Luego del atronador regaño que Hugo Chávez les propinó a los partidos Podemos y Patria Para Todos el domingo 18 de marzo, el gobernador de Yaracuy —¿ex militante de Podemos?— declaró su ya célebre frase: “Me declaro un soldado más para fortalecer la patria soñada, ahora que contamos con el líder soñado”. Aparte de todo el servilismo contenido en la expresión, ¿sabrá Carlos Jiménez que la elección directa, popular y secreta de los gobernadores de Estado, uno de los máximos símbolos de la descentralización, se logró luego de una dura batalla contra el poder central y, particularmente, contra el presidencialismo predominante en Venezuela desde Cipriano Castro en adelante? ¿Tendrá conciencia de que a los mandatarios estadales les corresponde, tanto por decoro como por razones políticas, mantener posturas firmes frente al Presidente de la República? Es evidente que la sindéresis no representa el punto más fuerte del gobernante yaracuyano.

También después del aquella iracunda reprimenda por parte del primer mandatario, el secretario general del PPT bajó la cerviz hasta las rodillas. Su actitud reverencial obliga a preguntarnos cuál idea tienen de las alianzas los partidos y grupos que apoyan a Chávez. Por lo visto, a partir de las palabras del Secretario General del PPT, la única manera de integrar una plataforma común con el jefe del Estado es obedeciendo incondicionalmente sus órdenes y satisfaciendo sin chistar sus caprichos. Queda proscrito todo lo que signifique disidencia, autonomía relativa, independencia para pensar con cabeza propia o tímido asomo de crítica, que fue lo que hizo Ismael García en nombre de la democracia y la pluralidad.

Por encima de las edulcoradas palabras que Hugo Chávez pronunció ante la complaciente Barbara Walters acerca del socialismo del siglo XXI y sus planes para Venezuela, su comportamiento frente a sus aliados revela el talante irremediablemente autoritario de su proyecto político. Más deplorable aún es la vileza de personajes públicos que son incapaces de guardar la dignidad que sus cargos y responsabilidades exigen.

Felipe Benites: NO SE VAYAN QUE ESTO SE PONE BUENO...

Una noche de éstas, al ver un anuncio sobre el maltrato femenino, mi esposa me preguntó por qué algunas mujeres soportaban vivir bajo tal situación. Yo —que estaba más dormido que despierto— respondí con un breve suspiro acompañado de levantamiento de cejas y un arqueo de boca como diciendo... sabrá Dios en su infinita sabiduría. Sin embargo, a los pocos días los muchachones del PPT salieron al auxilio de mi desgano y afirmando que “a un papá no se le discute” suministraron lo que yo consideraba buena pista para responder lo que displicente, pero elegantemente, había dejado en el aire días atrás.

Prensa en mano y cual maestro de la antigua Grecia le dije a mi consorte: “amor, lee estas declaraciones del dirigente del PPT José Albornoz a propósito de las emitidas por el presidente y coteja lo que sería ese partido hoy sin la bendición del líder. A lo mejor consigues algo que pueda responder a tu pregunta sobre el tema de la violencia doméstica”. Entonces asintió: “Por más lochas y representación que un hombre proporcione a una mujer, golpes son golpes, cosa que ni de lejos se parece al amor. Es como la claridad del presidente con los partidos respondones a quienes les hizo saber, palabras más, palabras menos: ¡Váyanse! En ambos casos no hay respeto ni mucho menos amor”. Tal contundencia hizo que desde el pragmatismo le advirtiera que detrás de los golpes del macho muchas mujeres juran y perjuran que existe amor, de la misma forma como los casi disidentes justifican que su líder no los pateó, sino que sólo les propinó el acostumbrado golpecillo con el pie, empleando la parte frontal y puntiaguda del zapato. ¡Más vale que no! Proseguir la conversa por ese callejón provocó el incendio de la pradera al llegar a predios donde la moral, la formación política, la autoestima, la identidad, la autodeterminación y otras cosillas, gustan de aparecer para terciar en la evaluación de la tan manoseada dignidad de las gentes.

En tal sentido, noté en el intercambio que —al tiempo en que aumentaba el fragor de las intervenciones— se manifestaba uno de esos episodios, que no por poco frecuentes, dejan de ser universales. Me refiero al momento en que lo evidente se revela ante nosotros y comienza a asimilarse, a verbalizarse y con ello a generar la conciencia y emotividad que predispone a la acción. Es uno de esos casos en los cuales la gente dice cosas como: “…mientras te cuento y más pienso en eso, más arrechera me da” Pues sí, ¿qué no otra cosa sugiere esta pataleta de unos partidos y dirigentes que —salvo honrosas excepciones— han pasado de las catacumbas y de lo etéreo a la pomposidad del poder desenfrenado, sino la exteriorización de los temores sobre el creciente autoritarismo, personalismo y militarismo que destila este “proceso político” por doquier? ¿No se asemeja esto a la hipotética postura de quien teme con certeza lo que le espera después de empeñar el alma al diablo, por ejemplo?

Pues bien, muy pública se ha hecho la discusión —a pesar que el PPT “daría su imperio” porque no se hablare, mucho menos se le preguntare por el tema— y el impacto más relevante de la misma no será si los “tímidamente” disidentes se dividen o no, se convierten en "pesuvistas" o quedan —por descarte chavista— en el círculo opositor. A mi juicio, el resultado es la creciente asimilación y acuerdo alrededor de las evidencias que cuestionan constantemente el talante democrático del Gran Bwana. La mejor muestra es que entre la misma familia el conflicto no obedece a desencuentros ideológicos o doctrinarios —todos dicen ser revolucionarios, bolivarianos, socialistas, zamoranos, robisonianos y pare de contar— sino de forma, de método, de instrumentación; es decir, de los protocolos y detalles formales que —a fin de cuentas— respaldan el que un sistema sea democrático o no. Por ello vienen a mi mente los tiempos universitarios en que la izquierda decía que estaban dadas las “condiciones objetivas” para hacer la revolución, mas faltaban las “subjetivas” para que se desencadenara la acción. Parafraseando esto, a partir del asunto del método para el partido “unido”, la presión y la amenaza de cierre a algunos medios, el incesante dispendio internacional, las dudas que aparecen sobre los resultados electorales, el oscurantismo alrededor del tema de la reforma constitucional, la figura de la eternidad presidencial, la invasión flagrante de lo comunitario y, en fin, el desgaste de un país que va de sobresalto en sobresalto, a mí me huele que esas llamadas condiciones subjetivas para el ocaso de la “retro-ilusión” pudieran estar cuajando en un segmento cada vez más amplio de la población. Mientras que las denominadas objetivas ya asomaron la jeta a comienzos de año (inflación y escasez) sumándose a la tradicional y creciente ineficiencia y corrupción doméstica que —vista la conducta “piñateril” de ciertas elites de gobierno— pareciera que hace rato viven preparados para una eventual mezcla de aquellas con cualquier resfriado o recalentamiento de la economía internacional, en un molotov sociopolítico de dimensiones insondables.

En todo caso, mi papá cuando su equipo — o su boxeador— iba pa'encima y era el momento de los comerciales, recordaba a un famoso narrador deportivo —a quien no conocí— a través de aquella memorable frase, la cual por cierto, ya no creo que aplique para los amigos de Podemos, PCV y PPT: “No se vayan que esto se pone bueno...”

jueves, marzo 22, 2007

Pilar Rahola*: BUENOS AIRES, CAPITAL DE VENEZUELA

La perplejidad. Recuerdo perfectamente el momento. Hebe de Bonafini acababa de elogiar el mundo de ETA y se despachaba a gusto contra la democracia española. Era el mismo año en que ETA asesinaba en Barcelona al político socialista Ernest Lluch (amigo de muchos de nosotros), y la larga lista de muertos inundaba nuestra ensombrecida conciencia.

Para todos los que nos habíamos educado en los movimientos contra Franco, las Madres de la Plaza de Mayo eran un referente, una especie de lucha blanca contra la maldad negra de la dictadura, y así las habíamos incorporado a nuestra mitología, sin depurar matices. Probablemente éramos víctimas de la ignorancia, acostumbrados a poner en el saco de las bondades a todos los movimientos solidarios. Pero Hebe nos despertó de golpe, como un molesto viento, frío e inesperado.

Si esa mujer representaba la lucha por las libertades, ¿cómo podía defender a una organización totalitaria que mataba a nuestros amigos, a la gente que pasaba por la calle, a cualquiera que situara en su demoníaco punto de mira? Las reivindicaciones vascas, planteadas de forma democrática, formaban parte de las causas de muchos de nosotros. Pero el terrorismo sólo era una maldad nihilista.

Desde aquel día, Hebe de Bonafini conformó el ejemplo más triste -más decepcionante- de cómo una bandera noble podía esconder auténticas maldades ideológicas. Al fin y al cabo, la izquierda reaccionaria había sido, históricamente, tan enemiga de la libertad como su homóloga de derecha, y Bonafini recuperaba esa tradición sin ningún complejo.

¿Cuántos miles de muertos, en nombre de los principios de la izquierda, en nuestra historia reciente? Y a cada muerto, su silencio, porque el mundo decidió que sólo las víctimas de las dictaduras de derecha existían.

Ahí están, en su doble asesinato, el físico y el del olvido, los millones que masacró el estalinismo, o los que murieron en las Camboyas olvidadas, o los que sufren el espantajo de la dictadura cubana.

Las víctimas de Chile, Argentina, España, tuvieron sus poetas, sus recuerdos, su memoria. Pero las víctimas de Pol Pot, de Stalin, de Fidel, no tienen quien les escriba, porque la izquierda decidió no hacer la autocrítica que la historia reclamaba.

Ahora, viendo a los D'Elia pasearse por la tiranía iraní, defendiendo sus bondades incluso por encima del respeto mínimo a las víctimas de AMIA, el círculo del fascismo de izquierdas se cierra a la perfección. Sabemos que una parte de la extrema izquierda latinoamericana ya coquetea con el islamismo fundamentalista: les une el mismo odio a los valores de Occidente, y el mismo desprecio a la libertad.

Lo de Ferro, pues, con Hebe de Bonafini y su colega Luis D'Elía, abrazándose al sátrapa Hugo Chávez, no resulta una sorpresa. Dios los cría y el mismo populismo demagogo los junta.

El reaccionarismo de izquierdas, tan exhibicionista como el de derechas, gusta de la escenografía y el relumbre de los focos. Tampoco es una sorpresa que Chávez plante la carpa de su circo antiyanqui en todo territorio que considere propio, confundida la persona con el cargo, y el cargo con el país.

Venezuela ya es de su propiedad, dominada la prensa, amordazado el Parlamento y perseguida la oposición. Pero incluso gozando de una notable imaginación, nunca pensé que el dominio territorial de Chávez llegaría hasta el mismo corazón porteño, como si fuera una extensión venezolana de los sueños de Bolívar.

En uno de esos lujos que la vida nos regala, tuve la ocasión de platicar unas horas con Julio María Sanguinetti, una de las cabezas más bien amuebladas de América del Sur. Dos perlas de esa mente privilegiada: "La Paz es un convento, Bogotá una universidad y Caracas un cuartel"; "los venezolanos, cuando votan, no votan al presidente de Venezuela, sino al presidente de América".

Desde ese cuartel con ínfulas imperialistas, este tipo, a medio camino entre el fascismo mussoliniano y el populismo castrista, que tiene sus posaderas asentadas en una ingente y pornográfica fortuna, pero que mantiene a su población en cotas también pornográficas de pobreza, ese Chávez parece que tiene tantas agallas como poca vergüenza.

Visto desde la distancia, su mitín en Ferro me parece un acto de colonialismo sólo imaginable en un país sin entidad, pero alucinante, en una nación que, como la Argentina, es geopolíticamente tan relevante. Viene a chillar contra el imperio, y lo hace colonizando la imagen de otro país, en un acto de imperialismo chusco que me resulta imposible entender cómo han permitido.

Desde luego, un acto así resultaría impensable en Europa. Ya sé que la Argentina respondió poco, que el Gobierno no envió a nadie, que eran menos de los que querían, pero haberlo permitido es ya, sin duda, una dejación muy seria de la soberanía de un país.

Por supuesto, la visita de Bush por América del Sur merece una mirada crítica: no en vano el gobierno norteamericano ha ignorado los problemas de la región. Pero hay un gran trecho entre la crítica severa y este acto de "freakismo" político que reúne lo mejor de la izquierda más jurásica.

Si la oposición a Bush son los amigos de Irán, las amigas de ETA y un aprendiz de dictador que dilapida la fortuna de su país, mientras crecen las diferencias sociales, Bush mejora por momentos.

No hay nada como tener enemigos de caricatura para parecer algo serio.

*La autora es una periodista, escritora y filóloga española.

miércoles, marzo 21, 2007

Cine: DIARIO DE UNA PSICOPATÍA

Uno sale de la proyección con la firme convicción de haber visto un film extremadamente fuerte, muy bien construido y definitivamente inteligente. Escándalo juega con el espectador. Ciertamente la película de Richard Eyre le plantea un tema inquietante pero luego resuelve los dilemas propios de la situación de una forma distinta. ¿Qué es más escandaloso? ¿Que una maestra de bachillerato se enrede sexualmente con uno de sus alumnos? ¿Qué otra maestra —anciana y solterona— intente una relación lésbica con ella? ¿O que entre ambas mujeres se establezca una relación de manipulación y destrucción? El resultado es tremendo.

Barbara Covett —interpretada magistralmente por la inglesa dame Judy Dench— es una profesora solterona en un liceo del centro de Londres. Solitaria, inteligente y muy aguda, descubre a su nueva compañera, la bella y juvenil Sheba Hart —con el talento interpretativo de la australiana Kate Blanchet— quien despierta el interés de profesores y estudiantes. La vieja maestra también se siente atraída por Sheba, por su personalidad fresca y desenfadada, y no tardan en hacerse amigas. Sheba encuentra una especie de madre en Barbara. Le confía todo sobre su familia, sus hijos, su esposo. Incluso hasta le confiesa su affaire con un alumno de 15 años. Le presenta el escenario perfecto para el juego de la manipulación.

Richard Eyre posee una amplia experiencia como director en la escena teatral británica. Su breve filmografía incluye su notable Iris (2003, en español Recuerdos imborrables) sobre la extraordinaria escritora Iris Murdoch y la tragicomedia de época Stage Beauty (2004) nunca estrenada en Venezuela. Cuando le plantearon adaptar al cine la exitosa novela de Zoe Heller no vaciló en afirmar: “Lo vi como un relato de amistades e intoxicaciones sexuales. Es verdaderamente una historia de dos obsesiones, de dos mujeres atrapadas por sus propias pasiones autodestructivas e incontrolables”. Eyre no pudo definirlo mejor, porque el film trata sobre eso —pasiones autodestructivas e incontrolables— pero también sobre el desarrollo de una psicopatía brutal que somete, humilla y maltrata sin registrar el menor sentimiento de culpa. Escándalo es un registro diario sobre una psicopatía que cubre todas las expectativas.

Las actuaciones de Dench y Blanchet son superlativas. Las dos merecerían los premios Oscar a las actrices principal y secundaria a los cuales fueron postuladas. La verdad es que todo el elenco es muy profesional, pero ambas actrices demuestran una capacidad expresiva poco usual. La forma en que los personajes de Barbara y Sheba van evolucionando tiene un ritmo preciso y hasta casi natural. Cada una desnuda su propia alma y expone su verdadera naturaleza. Claro, una de ellas gana y deja muy en claro el sentido de la justicia y la presencia de una patología. Y uno sale pensativo de la proyección, pero con la firme convicción de haber visto un film fuerte, inteligente e importante. Aún está en cartelera. No se la pierdan.

ESCÁNDALO (Notes on a scandal), Reino Unido, 2006. Dirección: Richard Eyre. Guión: Patrick Marber, sobre la novela de Zoë Heller. Producción: Scot Rudin y Robert Fox. Fotografía: Chris Menges. Montaje: John Bloom, Antonia Van Drimmelen. Música: Philip Glass. Elenco: Cate Blanchette (Sheba Hart), Judi Dench (Barbara Covett), Bill Nighy (Richard Hart), Andrew Simpson (Steven Connolly). Distribución: 20th Century Fox.

Culinaria: LE COQ D'OR SE ACERCA A EL HATILLO

En 1958, a comienzos de la democracia, un madrileño y un mallorquí abrieron en Caracas un restaurante. Pero no español sino francés. Antonio Martínez y Bartolomeo Pol fundaron en un pequeño local de la Galería Bolívar de Sabana Grande, en plena avenida Solano, un lugar que es legendario en la gastronomía caraqueña.

Le Coq d’Or —literalmente El Gallo de Oro— nació para recrear la culinaria tradicional gala. Las tiernas endivias, los rotundos escargots a la bourgogne, el delicioso pâté de fôie, el llamativo canard a l’orange, el famoso chateaubriand a la bernaisse, el muy pedido entrêcot au poivre, sin contar la solicitadísima tarta de fresas con masa de polvorosa, se convirtieron rápidamente en los platos más celebrados. Dos décadas más tarde Le Coq d’Or era una referencia inevitable. Tal vez no tuviera el lujo del Laserre o del Henri IV, emblemas de la época, pero sí la calidad honesta de un buen bistro parisiense. Allí se iba a comer bien y sin complicaciones. Y lo mejor de todo: a unos precios sin competencia. Buena cocina, buena atención y buenos precios.

A mediados de los ochenta, Martínez y Pol decidieron mudarse a una callejuela detrás de la tienda Selemar, siempre en Sabana Grande, y su clientela se mudó también. Cada mediodía y cada noche había que hacer cola para sentarse en alguna de las mesas. Se convirtió en un sitio donde la gente se encontraba, socializaba y comía muy bien a precios más que razonables.

Tras la invasión de los buhoneros de Sabana Grande, sus clientes dejaron de frecuentar la zona por razones de seguridad. Ya había aparecido la segunda generación de Le Coq d’Or con los herederos Joel García y Miguel Pol. Estos jóvenes decidieron abandonar la zona de Caracas que vio nacer al restaurante y se mudaron a Las Mercedes. Los clientes volvieron a llenar su sala y a pedir los platos de una carta que en casi 50 años no ha cambiado: las endivias, los escargots a la bourgogne, el pâté de fôie, el canard a l’orange, el chateaubriand a la bernaisse, el entrêcot au poivre y la tarta de fresas con masa de polvorosa.

La noticia es que ahora García y Pol abrieron hace 15 días el nuevo local de Le Coq d’Or en el Centro Comercial Paseo El Hatillo, en un coqueto local que sirve la carta de siempre. Es como comer en un bistro de París pero en El Hatillo. Además, se mantiene el local en Las Mercedes.

Le Coq d’Or. Centro Comercial Paseo El Hatillo, piso 4. Urb. La Lagunita. Teléfono: 0412 20.3324.

Le Coq d’Or. Av. Río de Janeiro con calle Trinidad, Torre Centro Río de Janeiro, PB, Las Mercedes. Teléfonos: 993.4320 y 993.7997.


Cultura: LO QUE VENDRÁ


Desde el 30 de marzo en Corp Group

VUELVE LA REVOLUCIÓN DE CHOCRÓN

Evocaremos a José Ignacio Cabrujas y Rafael Briceño. Los imaginaremos, de nuevo, interpretando a una pareja de homosexuales que busca transformar la vida ante lo inminente? Aquel diálogo intenso y conmovedor, escrito por Isaac Chocrón, se llamó La revolución y se convirtió en un emblema del teatro venezolano de los setenta. Años después Gustavo Rodríguez y Mariano Álvarez repitieron la hazaña. Ahora les toca a Basilio Álvarez y Héctor Manrique enfrentan el duro reto de dirigir e interpretar una pieza que adquiere hoy una nueva dimensión.

Desde el viernes 30 de marzo y en los espacios del Centro Cultural Corp Group, Alvarez y Manrique interpretarán a Gabriel y Eloy, el patético dúo de homosexuales cuyas existencias entran en crisis. ¿Una revolución personal? ¿Una rebelión ante lo inevitable? ¿Una manera de rescatar el pasado ante la decadencia del presente? Hay que ver el nuevo montaje para responder estas inquietudes. La producción es de Carolina Rincón y el vestuario de Eva Ivany.

Las entradas están a la venta en la taquilla del Centro Cultural Corp Group y tienen un costo de Bs. 25.000 los días jueves, y de viernes a domingo Bs. 30.000. El horario de las funciones es de jueves a sábado a las 8 de la noche y los domingos a las 6 de la tarde.

la-mari-de-chambao.jpgEl 21 de abril en el Aula Magna de la UCV

CHAMBAO TRAE A VENEZUELA SU NUEVO DISCO

Una buena noticia: el flamenco chill está de vuelta con la banda de mayor éxito de los últimos años. En apenas un mes la tendremos en Caracas, liderada por La Mari, una mujer que es sinónimo de coraje.

Otra buena noticia: la recopilación de toda la discografía del sorprendente grupo español se encuentra en Caminando 2001-2006, que es el disco que presentará en Venezuela.

Tercera buena noticia: además incluirá un tema inédito y un dvd con el concierto Chambao puro. Todo esto el 21 de abril en el Aula Magna de la UCV. ¿Qué más se puede pedir?

afiche-cortos-muy-cortos-2.JPGEl cine de los grandes retos creativos

CORTOS MUY CORTOS… PERO MUY GRANDES

Caracas será la primera ciudad latinoamericana que se incorpora al Festival Internacional de Cortos Muy Cortos cuando se lleve adelante mundialmente los días 4, 5 y 6 de mayo. Aquí se proyectará en las salas de Cines Unidos con la distribución de The Media Office. Y lo mejor de todo es que participarán diez cortometrajes venezolanos.

En esta novena edición de este innovador festival cinematográfico que muestra lo mejor del cine mundial de breve duración participarán películas de máximo tres minutos, producidas en todo el planeta.

Para la edición del año pasado, 37 ciudades celebraron el festival simultáneamente durante un fin de semana. Esta red se desarrolló con el apoyo de los servicios culturales municipales, los centros culturales, las salas de proyección alternativas y las asociaciones audiovisuales locales.

En la novena edición del festival, 2007, se cuenta con 50 ciudades alrededor del mundo y Caracas se suma como la puerta de entrada a América Latina. La premiación se realizará simultáneamente en más de 50 ciudades los días 4, 5 y 6 de mayo.

Entre los países participantes se encuentran Francia, Suecia, Alemania, Italia, Rumania, Canadá y Venezuela, país del cual se encuentran inscritos 10 cortos actualmente después de la preseleccion. La entrega de premios se realizará vía Internet permitiéndoles así a los participantes y votantes a nivel mundial, enterarse de los resultados simultáneamente.

El Festival Internacional de Cortos Muy Cortos es una producción de The Media Office con el apoyo corporativo de Cines Unidos, Chivas Regal 12 años, Planeta 105.3 FM, átano Verde, 100.7 FM la Radio del Ateneo de Caracas y Versace.


lunes, marzo 19, 2007

SUMARIO: 19-03-07

Hola amigos en Venezuela y el mundo.

Este edición de Ideas de Babel es breve pero sustanciosa.

Comenzamos en Política Ficción con una pregunta --¿Sindicatos socialistas?-- para analizar las contradicciones de un sindicalismo chavista que no ha podido estar al servicio de los trabajadores sino de los intereses de Hugo Chávez.

En la sección Democracia los invitamos a sumarse a la campaña de firmas de apoyo a RCTV y a la sociedad venezolana --ante el zarpazo del gobierno contra la libertad de expresión-- que impulsa la asociación civil Liderazgo y Visión a través del sitio http://pueblolibre.net/apoyo_rctv.php.

En Cine nos ocupamos de El buen pastor, segundo largometraje dirigido por Robert De Niro que aborda los orígenes de la CIA y los conflictos personales de un agente, y en Letras de la muy interesante novela La otra isla, del venezolano Francisco Suniaga, que muestra la cara profunda de Margarita.

En su agudo artículo de todas las semanas, Trino Márquez desnuda las contradicciones de eso que llaman de forma adulante "el pensamiento de Hugo Chávez" y lo expone como expresión del oportunismo "teórico".

Visiten también
  • El Blog de Alfonso Molina en www.noticierodigital.com o http://blogs.noticierodigital.com/alfonso/
  • El Blog Crítico en www.grancine.net.

Gracias.

Alfonso

domingo, marzo 18, 2007

Política Ficción: ¿SINDICATOS SOCIALISTAS?

Desde su llegada al poder Hugo Chávez ha impulsado el desarrollo de un movimiento sindical de corte bolivariano que agrupe a distintas organizaciones bajo el paraguas de la Unión Nacional de Trabajadores, central obrera alterna a la Confederación de Trabajadores de Venezuela, es decir, una respuesta propia al sindicalismo de la IV República.

Con la ayuda del Ejecutivo, especialmente del Ministerio del Trabajo, en ocho años la UNT ha logrado controlar el movimiento obrero. Ha nacido un nuevo proletariado, vocean sus dirigentes. Un proletariado que respalda el proceso bolivariano. La UNT ha logrado desplazar a la CTV con el apoyo autoritario del gobierno —lo que no pudo hacer por la vía electoral Aristóbulo Isturíz cuando intentó vanamente disputarle la presidencia de la CTV a Carlos Ortega— y trabaja arduamente para convertirse en el brazo político que le dé soporte popular al chavismo.

El trabajo sindical, tradicionalmente, se traduce en más convenciones colectivas, más reivindicaciones, mejores condiciones de trabajo, etcétera, pero para sorpresa de algunos dirigentes sindicales del chavismo —que ya están despertando— las convenciones colectivas del sector público están paralizadas. Cada vez más el Estado —fundamentándose en los principios de la participación y el protagonismo popular que propugna la Constitución Nacional— manifiesta querer convertirse en el gran protector y promotor de la pequeña y mediana industria, de las cooperativas, de las empresas familiares y microempresas. Es decir, creador y protector de todas estas figuras en donde no cabe el sindicalismo.

Pronto han comenzado a surgir las contradicciones internas en la UNT y sus sindicatos afiliados. Por los menos dos corrientes se disputan agriamente el liderazgo. Una representada por Marcela Maspero, dirigente que ha merecido la confianza de Chávez y a menudo se le ve sentada a su lado en los actos oficiales, y la otra por Orlando Chirinos, hombre del sindicalismo "nuevo" que busca su definición revolucionaria, no a través del poder ni del gobierno, sino en el espacio que le dan las organizaciones sindicales. Ambos son los representantes de una lucha interna que, desde afuera, se aprecia muy intensa. Pero la existencia de dos o tres tendencias en pugna constituye algo perfectamente natural dentro de una organización de masas. No habría que alarmarse por ello en un sistema democrático.

Los problemas que acuchillan al movimiento sindical en general —más dramáticos aun en el sindicalismo chavista— son otros. Desde el punto de vista del socialismo marxista, son graves y contradictorios el derecho del trabajo y el sindicalismo. concebidos como “inventos del capitalismo” para perpetuar la contradicción entre el capital y el trabajo. En el modo de producción socialista no existe sindicalismo auténtico pues la patronal está representada por el gobierno revolucionario. En la dictadura del proletariado no puede haber sindicatos que saboteen el proceso... del proletariado. Allí están los ejemplos históricos de la Unión Soviética y la República Popular China, y los ejemplos nuestros de cada día.

En el sector energético, los sindicatos de las empresas mejoradoras del crudo pesado que pasarán a ser controladas por PDVSA en mayo, ya han sido notificados —decreto por delante— que se regirán por la convención colectiva de PDVSA. Esto quiere decir que han perdido su derecho a negociar colectivamente con sus verdaderos empleadores: Sincor, Ameriven, Petrozuata o las contratistas.

Los sindicatos de la C.A. Electricidad de Caracas están a la expectativa. ¿Qué pasará con la CANTV? Sólo es cuestión de tiempo.

El segundo problema —no por ello menos importante— que se evidencia en el sindicalismo bolivariano es el gusto por el poder estatal de sus dirigentes. Los venezolanos estábamos acostumbrados al poder del buró sindical de Acción Democrática. Éste ponía y quitaba candidatos a presidente de la República (¿recuerdan el caso de Leoni?), siempre tenían un número significativo de votos en el Congreso de la República, pero no dejaban de ser “sindicalistas”, esto es, legislaban desde el parlamento para los trabajadores, desarrollaron la convención colectiva como instrumento de acuerdos entre intereses contrarios, diseñaron un sistema de seguridad social en franco diálogo con los empresarios. Esto hay que reconocerlo y decirlo hoy sin querer defender los peores momentos de la antigua CTV.

A estos sindicalistas y gremialistas chavistas que están en la Asamblea Nacional, por ejemplo, habría que preguntarles por qué no han sido capaces de cumplir con el mandato constitucional de reformar el régimen de prestaciones sociales, por qué no han aprobado el proyecto de Ley de Cogestión, aparente bandera del chavismo, por qué los sindicalistas del Ejecutivo, el ministro del Trabajo y el actual Canciller no han representado los intereses de su clase. Les ha gustado el poder.

Lo cierto es que cada vez más, en Venezuela, el Estado es dueño de los medios de producción. Es decir, el gobierno revolucionario es el gran patrón. A ese patrón se deben enfrentar ahora los dirigentes de la UNT. Es la nueva imagen de The Big Brother, como diría George Orwell en su premonitoria novela 1984, escrita precisamente en 1948, tras tomar la URSS el control de la mitad de Europa.

¿Qué papel van a jugar los sindicatos chavistas, en las próximas protestas populares que se avecinan producto de la situación económica? ¿Correrán con la misma suerte de los trabajadores informales? ¿O reaparecerá su combatividad histórica? ¿Estarán preparados para la represión que se les avecina?

Solo ellos tienen la respuesta.

sábado, marzo 17, 2007

Sociedad: EN APOYO A RCTV Y A LA SOCIEDAD VENEZOLANA

La tentación totalitaria de la que hablaba Jean François Revel es cada vez más una realidad en Venezuela. Cuando el Supremo habla hay que obedecerle. No le basta con dominar a los suyos. Quiere dominar la vida de todos. Tiene que impulsar la hegemonía de un modelo de sociedad a través del control de todas sus vertientes. La hegemonía del partido, a pesar de la disidencia de Podemos, el PPT y el PCV, que pasan a convertirse en "casi oposición". La hegemonía educativa que pretende acabar con las instituciones privadas, sean laicas o religiosas. La hegemonía ideológica, que impone el tema y los límites de la discusión teórica. Y la hegemonía comunicacional, ya sea adquiriendo medios, sometiéndolos o simplemente eliminándolos. Busca el partido único, la educación única, la comunicación única. El pensamiento único.

Ante este panorama, en la asociación civil Liderazgo y Visión estamos promoviendo una campaña de respaldo a RCTV, lo cual significa un respaldo a la defensa de los derechos de todo el conjunto social venezolano. Permitir el cierre de la televisora que tiene más de medio siglo trasmitiendo su señal es permitir que ese pensamiento único se esparza por todo el mapa nacional.

Es muy fácil adherirse a la campaña. Sólo tienen que acceder a http://pueblolibre.net/apoyo_rctv.php y colocar sus datos para sumarse a esta iniciativa ciudadana. Si ya han firmado, pueden seguir colaborando, distribuyendo el enlace entre tus allegados. Estamos seguros que por esta vía podemos recoger la voz de muchos que se oponen a la implantación de una hegemonía comunicacional en nuestro país y que están a favor de la libertad y de la democracia.

Otra manera de colaborar es colocando la consigna "Apoya a RCTV con tu firma en http://pueblolibre.net/apoyo_rctv.php " en el espacio de mensajes personales del Messenger.

viernes, marzo 16, 2007

Cine: LOS ASESINOS TAMBIÉN CANTAN VILLANCICOS


Hay una escena en El buen pastor —segunda película dirigida por Robert De Niro— que sintetiza el drama de unos hombres enajenados que llevan sus creencias patrióticas y políticas hasta el campo de la muerte y la destrucción. Es Navidad y un grupo de fundadores de la CIA se reúnen en un hogar, con esposas e hijos, para cantar villancicos. Los rostros de aquellos hombres que entonan muy devotamente Jingle Bell son los mismos rostros que de manera fría e implacable ordenan un atentado, torturan a un presunto agente doble y terminan destruyendo familias. Los asesinos también son cristianos.

De Niro tardó 13 años en volver a la realización y lo hizo de forma muy personal. El buen pastor no es una película comercial… pero merecería serlo, dada su calidad intrínseca. El origen y la conformación de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense —al surgimiento de la Guerra Fría— define cuál será su conducta medular hasta nuestros días. Creada para combatir el comunismo y a la Unión Soviética, la CIA devino en una maquinaria de muerte y destrucción, incluso más allá de sus objetivos iniciales.

El fanatismo y la obsesión se hallan representados en Edward Wilson, brillante egresado de Yale que es reclutado en 1939 por la antigua Oficina de Servicios Estratégicos —la OSS, según sus siglas en inglés, precursora de la CIA— cuando se inicia la II Guerra Mundial en Europa y comienza la hegemonía del nazismo. Wilson es un patriota inquebrantable, nadie puede dudarlo, pero también el responsable de la muerte de personas. Es un ciudadano ejemplar, pero no puede brindarles a su esposa y a su hijo la calidez del amor. Es capaz de sacrificarse por el deber, sin detenerse ante el dolor ajeno. Su patología le impide liberarse de sus miedos originados en su trágica infancia. Este personaje contradictorio y complejo, tan bien dibujado por Matt Damon, funciona como suerte de conciencia del asesino universal. Es un hombre que lucha contra sí mismo sin que pueda encontrar una verdadera victoria.

Ni De Niro ni su guionista Eric Roth intentan disculpar la patológica conducta de Wilson ni proponen una comprensión amable del rol de la CIA en la geopolítica de la Guerra Fría. Por el contrario, lo que el hilo narrativo pone de manifiesto, yuxtaponiendo distintos momentos históricos, es la condición perversa de toda aquella cruzada cuyos fines justifican los medios. Desde la plausible lucha contra los nazis en 1939 hasta el error político y humano de la invasión a la cubana Bahía de Cochinos o, según prefiera, Playa Girón en 1961.

Wilson es blanco, anglosajón y protestante —casi una redundancia— en una sociedad impregnada por la heterogeneidad étnica, religiosa y política. Por ello las secuencias de la fraternidad casi secreta de los Skulls and bones —de donde salen los cuadros del conservadurismo político de los Estados Unidos— marcan el tono inicial del film, signado por el secretismo, la supremacía wasp y los valores del anticomunismo. Pero en poco se diferencian las conductas institucionales de la CIA y el KGB. Sus agentes fueron programados hechos para lo mismo. Sobre todo en un mundo polarizado donde nadie podía confiar en nadie… ni siquiera en la familia.

Como buen actor que es, De Niro conformó un elenco de primera encabezado por Matt Damon y secundado por Angelina Jolie, Alec Baldwin, William Hurt, John Turturro y el propio De Niro. El buen pastor es, por encima de todo, una gran película de actores, cuyas interpretaciones van más allá de lo tradicional.

¿Qué habría que reprocharle a El buen pastor? Sin duda, su duración de casi tres horas y el ritmo narrativo de su primera hora, excesivamente lento.

Calificación: 8,5 /10

EL BUEN PASTOR (“The good sheperd”), EEUU, 2006. Dirección: Robert De Niro. Guión: Eric Roth. Producción: James G. Robinson, Jane Rosenthal y Robert De Niro. Fotografía: Robert Richardson. Montaje: Joel Cox y Gary D. Roach. Música: Marcelo Zarvos y Bruce Fowler. Elenco: Matt Damon, Angelina Jolie, Alec Baldwin, Tammy Blanchard, Billy Crudup, Robert De Niro, John Turturro, William Hurt, Michael Gambon, entre otros. Distribución: Cinematográfica Blancica.

Letras: LA OTRA MARGARITA DE FRANCISCO SUNIAGA

En las 258 páginas de La otra isla se siente el olor a misterio y dolor, se aprecia el sabor del sexo y la sal, se adivina la presencia del sol y la arena. La primera novela del abogado margariteño Francisco Suniaga cobra vigor a través de una trama que no por sensual y emotiva deja de tener una lógica implacable. Una anciana alemana arriba a Margarita para investigar la insólita muerte de su hijo Wolfgang, sin saber que desencadenará una historia secreta de locura y pasiones. Pero más allá de la intriga y la pesquisa policial se revela poco a poco una ínsula desconocida, alejada del turismo, poseída por sus propios dramas.

El año pasado me topé con La otra isla en los estantes de Noctua y me dejé llevar por sus párrafos iniciales. La devoré en breve tiempo y descubrí una visión interna de Margarita que escapa de los tópicos para mostrar distintos rostros ocultos. Hace unas noches volví a hojearla y de pronto me encontré, de nuevo, en un recorrido textual con el que pude ratificar la calidad de esta novela venezolana.

El verdadero personaje conductor de la trama es José Alberto Benitez, abogado margariteño que habla alemán y posee un pasado izquierdista y que funciona —al menos para mí— como una especie de alter ego del autor. Ese hombre, que guarda su propia dosis de misterio, es quien investiga la muerte en Playa El Agua de un joven alemán que —años antes— arribó a la isla con su esposa Renata y se dejaron seducir por la exuberancia del Caribe. Es el relato de una atracción enajenante expresada en varias vertientes que conducen a distintos dramas contenido en uno mayor. Pero también Benitez es ese extraño y solitario hombre que matiza sus días con la lectura del Joseph Conrad de El corazón de las tinieblas, como para dejar en claro que en medio de la luminosidad de Margarita también se manifiestan las tinieblas de la locura y el desamor.

Edificada sobre el encuentro de dos culturas —la alemana y la insular— y sobre la necesidad de comprender las razones de la muerte y la sexualidad, la historia imaginada por Suniaga se sumerge en los cánones de la intriga para narrar una historia fascinante que involucra la demencia y la sensualidad. Wolfgang no sólo cede ante los encantos del trópico sino que enloquece con las peleas de gallo, al punto de abandonarlo todo por la sangre y la crueldad. Renata observa cómo se transforma su esposo y asiste a sus propios cambios como mujer. Ese punto de desequilibrio de los personajes es lo que permite que la trama adquiera nuevos rumbos y que el autor exprese la esencia de una isla que va más allá del turismo y las playas. Los oscuros códigos de la cultura de los gallos, las relaciones utilitarias del turismo con la naturaleza, el hallazgo del paraíso del buen salvaje y el abandono sistemático del vínculo amoroso son los factores que convergen en torno de una historia que puede suceder perfectamente en este lado del mundo.

Pero lo más sobresaliente de La otra isla reside en la sorprendente destreza narrativa del autor, tanto en el plano de la estructuración y la yuxtaposición textuales como en el criterio de uso de ciertos recursos. Digo sorprendente porque nunca antes había leído algo de Suniaga. Se aprecia que es una novela bien pensada, preparada a fuego lento, con largas horas de corrección de un escritor muy profesional. Por añadidura, la edición de Oscar Todtman Editores posee el cuidado de un joyero que prepara una pieza de alto valor. Una de las mejores lecturas de los últimos tiempos.

LA OTRA ISLA, de Francisco Zuniaga. Oscar Toddman Editores, Caracas, 2005.

Trino Márquez: ¿QUIÉN ENTIENDE SU PENSAMIENTO?

La Presidenta de la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional, María de Queipo, sin que se le moviera un músculo de la cara, declaró en días recientes que habría que introducir el “pensamiento” del Presidente de la República en el sistema educativo. Estoy convencido de que sería mucho más provechoso para el país que ocurriera exactamente lo contrario, pero en vista de la sugerencia —que seguramente se convertirá en mandato inapelable en el curso de los próximos meses, dado el desvergonzado culto a la personalidad que campea entre los oficialistas— vale la pena preguntarse de cuál “pensamiento” está hablando la referida diputada. Más allá de su insaciable afán por eternizarse en el poder, como todo autócrata que se respete, definir las ideas y principios del comandante resulta más difícil que descifrar un códice maya, pues un día dice una cosa y acto seguido afirma otra que, incluso, suele ser la contraria. Me referiré sólo a algunos ejemplos que muestran su incoherencia.

Una de sus afirmaciones más socorridas es que el capitalismo (la economía de mercado) es cruel e inhumano, mientras el socialismo es solidario y profundamente humanista. De allí su proyecto del socialismo del siglo XXI. Esta convicción debería llevarlo a combatir el capitalismo allí donde se encuentre. Sin embargo, ¿qué ocurre en la práctica? El socialismo o — mejor dicho— el comunismo chavista, se funda en una presencia abusiva del Estado en todas las esferas de la vida social. Por ahora el rasgo más sobresaliente y que afecta más a la población es la intervención estatal en la actividad económica. La incapacidad del aparato productivo interno para elevar la oferta de bienes manufacturados, de modo que se satisfaga la demanda doméstica, así como la sobrevaloración del dólar oficial, han disparado las importaciones hasta niveles nunca vistos.

Esas importaciones, por cierto, han paliado la escasez. Para aumentar la producción nativa habría que estimular la inversión privada, para lo cual se requiere crear las condiciones apropiadas: desmontar progresivamente los controles de cambio y de precio, respetar la propiedad privada, eliminar los instrumentos jurídicos punitivos, favorecer los beneficios con base en el aumento de la inversión y la productividad. Sin embargo, el comandante emprendió el camino inverso: los controles se han exacerbado al igual que el acoso a la libre iniciativa. El Gobierno, a través de una campaña igual de costosa que de ineficaz, señala como responsables del desabastecimiento y la inflación a unos supuestos acaparadores y especuladores, que lo más que pueden haber cometido es un delito menor.

Mientras dentro del país se hostiga a los productores nacionales, se descalifica la economía de mercado y se demoniza al capitalismo, el Presidente de la República importa bienes, como la carne traída de Colombia, que son fabricados dentro de los cánones de las economías libres altamente competitivas. El jefe de Estado ataca y destruye al capitalismo dentro de la nación, pero fomenta la inversión privada, el empleo asalariado y la ganancia de los empresarios foráneos. En Venezuela, comunismo del siglo XXI; en el exterior, capitalismo clásico.

Otra incongruencia es su visión de la ganancia y el “precio justo”. Según sus palabras la ganancia capitalista es inmoral. Las fábricas deben producir para satisfacer las necesidades básicas de la sociedad y, por lo tanto, el precio de los bienes tiene que ser aquel que permita recuperar los costos de inversión. Veamos qué pasa con el petróleo, principal fuente de donde brota el poder del primer mandatario. En Venezuela el barril de crudo cuesta producirlo entre $12 y $15, sin embargo, actualmente se cotiza en los mercados internacionales entre $50 y $55. Estos precios, que a Hugo Chávez le parecen muy bajos, representan una ganancia cercana a 400%, algo escandaloso aplíquesele el rasero que se le aplique. Lo que explica que un producto se venda cuatro veces por encima de su costo de producción es la ley de la oferta y la demanda. El crecimiento de la economía mundial y la falta de fuentes alternas de energía en gran escala, dispararon la cotización internacional de los hidrocarburos. Si el Presidente fuese consistente con los principios que dice sostener para los empresarios privados del país, tendría que convocar con urgencia una reunión de la OPEP para que la organización fije el “precio justo”, lo cual significaría bajarlo, y, además, para que eleve la producción, pues sus miembros estarían cometiendo una injusticia al controlar la oferta para mantener el precio del barril en un nivel muy elevado. No obstante, hasta donde se sabe, lo que hace es frotarse las manos con cada jalón hacia arriba del oro negro.

El comandante ataca al imperialismo norteamericano y a quien pretende convertir en su archirival, Geoge Bush. Uno de los rasgos del imperialismo consiste en no respetar la autodeterminación de los pueblos, violar el principio de la no intervención y, basado en su poder, entrometerse en la vida de los pueblos que “imperializa”. El teniente coronel, en la escala en la que se mueve, se comporta como un imperialista de los más ortodoxos.

Utilizando el poder de los petrodólares, le impuso al complaciente Néstor Kirchner un acto humillante en el que el Gobierno argentino quedó muy mal parado, por la debilidad que mostró y por lo bochornoso del espectáculo. Habría que imaginarse por un momento de qué modo actuaría el señor Chávez si en vez de ser el Presidente de una nación modesta como Venezuela, lo fuese de los Estado Unidos. Stalin, con sus tanques y su Ejército Rojo, sería una inocente criatura frente a la vocación expansionista del comandante tropical.

La reciente gira por varios países de la región intentando vanamente competir con Bush, mostró un Chávez megalómano, fatuo, pero sobre todo extraviado. Se nota que carece de las coordenadas para comportarse como un verdadero jefe de Estado, capaz de anteponer sus intereses personales a los fines estratégicos de la nación. En esta materia Lula y Tabaré Vásquez le dieron una lección.

Frente a estas y muchas otras incongruencias, ¿ su “pensamiento” sirve de ejemplo? ¿Es conveniente introducirlo en las escuelas?


tmarquez@cantv.net


domingo, marzo 11, 2007

SUMARIO: 12-03-07

Hola amigos en Venezuela y el mundo.

Las contradicciones y el oportunismo de ciertos sectores empresariales ante la puesta en marcha del socialismo del siglo XXI es el tema de Política Ficción que abre esta edición de Ideas de Babel.

En la sección Cine me ocupo de Soñadoras, de Bill Condon, y en Letras de la exitosa y controvertida novela Sin tetas no hay paraiso, del colombiano Gustavo Bolívar Moreno, y del libro de entrevistas Habla el que se fue, conjunto de testimonios del dirigente sindical Carlos Ortega recogido por el historiador e investigador Agustín Blanco Muñoz.

Gerver Torres contextualiza la escandalosa cifra de muertos en las cárceles venezolanas, mientras Trino Márquez desmonta la fragilidad de la fe marxista de Hugo Chávez. Finalmente, Alonso Domínguez revisa la iconografía típica de lo venezolano y se pregunta qué somos en realidad.

Visiten también El Blog de Alfonso Molina en www.noticierodigital.com y el Blog Crítico en www.grancine.net.

Gracias.

Alfonso

sábado, marzo 10, 2007

Política Ficción: ¿EMPRESARIOS SOCIALISTAS?

No es pesimismo decir que en el socialismo del siglo XXI no caben los empresarios. No cupieron en el del siglo pasado, ¿se acuerdan? En el modo de producción socialista la actividad económica en su totalidad la ejerce el Estado, no los particulares. Y en el proceso rojo que avanza en Venezuela no estamos hablando de socialdemocracia ni de gobiernos socialistas en sociedades democráticas liberales y capitalistas, como los hay o ha habido en Francia, España o Chile. Ni siquiera hablamos de la República Popular China, donde el partido comunista insta al desarrollo del modo de producción capitalista y —oh, sorpresa— hay cada vez más empresarios que amasan atractivas fortunas y generan empleos a millones de conciudadanos. Por cierto, una buena parte de esos trabajadores son niños.

No, tenemos una verdad como una catedral: cuando hablamos del socialismo del siglo XXI estamos hablando del socialismo marxista al estilo de Cuba, Corea del Norte y la Unión Soviética del siglo pasado.

En el reacomodo del poder en Venezuela —a lo largo de los ocho años del dominio de Hugo Chávez— se han operado transformaciones muy importantes en el campo de la actividad privada venezolana. Para empezar podemos hablar del grupo de empresarios que a lo largo de 1998 financió la campaña del entonces candidato de la llamada antipolítica. Chávez estaba dispuesto a permitir el enriquecimiento de algunos sectores empresariales, siempre y cuando no quisieran intervenir en lo político. O dicho de otro modo: en sus mecanismos para perpetuarse en el poder.
Una vez investido como Presidente de la República, Chávez no tardó en declararse a favor de la Tercera Vía que Tony Blair proclamaba desde Londres. Esa fue su manera de mantener una posición crítica frente al capitalismo sin asumir una definición claramente socialista. Ni capitalismo ni socialismo sino todo lo contrario, como dijo Carlos Andrés Pérez en su primer mandato.

Fue el inicio de una película que se iba desarrollando con escenas de amor y odio mientras dos tipos de negocios avanzaban: el económico para el sector privado y el político para el gobierno. Lejanos tiempos cuando Chávez aún no hablaba del socialismo del siglo XXI.

De aquella ingenuidad —¿existe en los negocios tal cosa?— de algunos sectores empresariales se pasó a otra etapa mucho más crítica a partir del primer paro general convocado el 10 de diciembre de 2001 por la Fedecámaras comandada por Pedro Carmona Estanga. En ese momento la película no se desarrolló como se esperaba y aparecieron unas leyes que fueron producto de la primera habilitante. Entonces, algunos empresarios comenzaron a darse cuenta que la presión democrática ejercida por su dirigencia no encontraba eco. El gobierno hasta ese entonces tan solo amenazaba al propietario de grandes extensiones de tierra —¿se acuerdan de la ruptura de la Gaceta Oficial?— y a los padres de familia —craso error— ante la reforma ideologizada de la educación. Por cierto, ¿qué será de la vida de los supervisores itinerantes?

Por supuesto, otros sectores —básicamente del sector financiero— continuaban tranquilos y nuevos empresarios adquirieron los bienes productivos a otros empresarios que sí veían con mayor claridad —para esa época— que vendría lo que después se llamaría el socialismo del siglo XXI .

La presión empresarial —no eran todos los que estaban ni estaban todos los que eran— continuó hasta final del paro petrolero el 2 de febrero de 2003, con la participación decidida de la Fedecámaras liderada por Carlos Fernández. Desde ese momento se abrió paso el reacomodo del poder económico venezolano. ¿Se acuerdan de la talanquera? ¿Existe la inocencia en el mundo de los negocios?

Buena parte del sector financiero y de las telecomunicaciones —las dos actividades privadas de mayor crecimiento— se cuadró con las estrategias económicas del gobierno y, sin duda alguna, extrajo nada desdeñables beneficios de esta alianza. Empresarios que antes habían sido adversarios directos se plegaron a las oportunidades de negocios que Chávez abrió en aquel entonces para ellos.

En la otra orilla, otro sector de los emprendedores privados —más conscientes del peligro que se avecinaba y con mayor solidez ética— decidió mantenerse al margen de los negocios del oficialismo. Tomaron una posición mucho más digna aunque también más riesgosa.

Tal fue la cantidad de dinero que el gobierno puso en la calle que un directivo de una muy importante cámara binancional de comercio llegó a afirmar que los hombres de negocios estaban participando en una gran fiesta con excelentes dividendos. Alguien que estuvo presente en esa reunión le respondió que sí, que era una gran fiesta millonaria pero paradójicamente el whisky que estaban sirviendo estaba adulterado y que el ratón sería tremendo. Algunos ya han comenzado a despertar con resaca.

Hace dos meses, despuntando los primeros días de enero, Chávez radicalizó su discurso y puso proa hacia lo que él llama el socialismo del siglo XXI, que más allá de la mitología romántica de la revolución significa algo groseramente concreto: la estatización y el control directo y total sobre la actividad productiva, la industrial y la comercial. Cada vez más se achica el campo de lo privado. Chávez, el gran propietario de todo, incluida la red más importante de medios de comunicación, acaba de estatizar la mayor parte de la actividad petrolera, toda la energía eléctrica del país, la mayor operadora telefónica y amenaza con hacer lo mismo con la cadena productiva de los alimentos.

Tenemos algunos capitanes de las finanzas, las telecomunicaciones, la construcción, los medios de comunicación y la industria manufacturera que han apostado al enriquecimiento a la sombra de Chávez. El oportunismo es mal consejero para "los inocentes". Prefieren calzarse las botas rojas sin recordar una verdad tan grande como una catedral: en el socialismo real no hay empresarios.

viernes, marzo 09, 2007

Letras: LAS TETAS DEL PARAÍSO Y EL INFIERNO DE LA SILICONA

El nada sorprendente éxito de la telenovela Sin tetas no hay paraíso, que actualmente transmite Televen, se fundamenta en el libro homónimo de Gustavo Bolívar Moreno que se convirtió en un best seller en Colombia y ahora lo hace aquí en Venezuela. Y digo nada sorprendente porque tanto el libro como la telenovela abordan tres problemas básicos de la sociedad colombiana, en particular, y de las latinoamericanas, en general: el narcotráfico, la prostitución infantil y juvenil y la aceptación de valores estéticos e ideológicos enajenantes.

Tres espacios dramáticos sobre los cuales se mueven las acciones y sus personajes. Tres catapultas de conflictos fácilmente identificables en nuestros países.
Pero hay un cuarto problema que es aún más grave y aparece casi sobreentendido a lo largo de la trama: la pobreza, es decir, la plataforma de miseria y muerte donde se montan los tres problemas anteriores.

Tuve que leerme Sin tetas no hay paraíso gracias a una invitación del Concejo Municipal de El Hatillo y la Fundación Comunidad Organizada para participar en un foro sobre sexualidad y autoestima, en el que presentamos nuestras opiniones el pasado jueces 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la abogada María Hernández Royett, defensora de los derechos humanos de la mujer, la psicólogo Victoria Loreto, el psiquiatra y sexólogo Rómulo Aponte y yo. Fue una sesión muy interesante y, la verdad. descubrí un libro y un autor que superaron mis expectativas o prejuicios.

Periodista, guionista y dramaturgo, Gustavo Bolívar Moreno ha gestado una larga trayectoria en el campo de la televisión de su país, a través de telenovelas, miniseries y documentales de distinto tipo. Debuta en el campo de la novela gracias a una historia sórdida y conmovedora, nutrida de personajes y situaciones de la realidad que tiene más de guión cinematográfico que de lenguaje literario.

Bolívar Moreno es un escritor que ha recorrido una ruta distinta a la literatura. Antes, los grandes escritores —en Colombia, en Venezuela y en el mundo— provenían del periodismo. Ahora vienen de la televisión. Por eso su novelística posee, tanto en el campo de la estructura narrativa como en el tono de presentación de los hechos y protagonistas, los rasgos de una extensión textual de la escritura audiovisual.

Sin tetas no hay paraíso narra una dramática historia sobre el daño físico, moral y cultural que han hecho los narcotraficantes a toda una generación de niñas y jóvenes que no ven otra salida a la pobreza que la inmersión en un mundo que, tarde o temprano, les termina cobrando un precio demasiado alto.

La novela cuenta la historia de Catalina, una niña de sus catorce años que asoció la dudosa o cuestionable prosperidad de las niñas de su barrio en la localidad de Pereira —muy cercana a Medellín— con el tamaño de sus senos. De modo que quienes los tenían pequeños, como ella, debían resignarse a vivir en la pobreza. Por esta razón Catalina se propuso como meta fundamental conseguir —sea como sea— cinco millones de pesos para implantarse un par de tetas de silicona. ¿Para qué? Para ganarse el favoritismo de los oficiales del narcotráfico, los mismos que andan en Mercedes y BMW y que reparten dinero entre los más necesitados.

Pero nunca imaginó que, al contrario de lo que ella creía, sus soñadas prótesis no se iban a convertir en el cielo de su felicidad sino en su tragedia personal y su infierno. Estaban buscando el paraíso de las tetas y encontaron el infierno de la silicona.

Bolívar Moreno conoció a Catalina y Yésica, las protagonistas de la novela, en Pereira, y vivió de cerca sus ansias por conseguir el dinero para la operación de cirugía plástica que las ayudaría a cumplir su sueño. Son personajes reales cuyas vidas y muertes se convierten en testimonios de una especie de barbarie sin límite ni solución.
Este fundamento documental es lo mejor de la novela y lo que le otorga un interés humano más sólido.

El guionista cuenta que tomó la decisión de escribir el libro “cuando Catalina me dijo que un médico por acostarse con ella la había operado gratuitamente, pero que le había puesto un par de siliconas usadas que le generaron alergias e infecciones”.

“Me dio mucha tristeza ver cómo dos niñas dedicaban toda su vida a conseguir un par de tetas de silicona. Pensé en hacer un libro para llamar la atención sobre el tema cuando me contaron miles de historias de niñas que deseaban un novio ‘traqueto’ para involucrarse en el mundo del narcotráfico, que para ellas significaba ingresar al paraíso”.

La trama se completa con Albeiro, el novio de Catalina, un muchacho pobre pero trabajador, que está perdidamente enamorado de ella aunque no deja de sentir una prohibida atracción por la mamá de su novia. Este detalle, que parece secundario, desencadena la fórmula del amor equívoco que crea conflictos dramáticos propios de la estructura de una telenovela.

Albeiro representa lo que debe ser, desde la perspectiva moral, asociado a la pobreza, a la aceptación de la realidad, mientras los “traquetos” y las “niñas” que se prostituyen conforman el modelo para escapar de esa realidad. Lo cierto es que las condiciones sociales sobre las cuales se desarrollan la pobreza, la prostitución y el delito siguen siendo las mismas, no varían.

La novela no deja de tener un cierto sentido sensacionalista y hasta moralista, pues no sólo reproduce con gran fidelidad cada una de las situaciones que conducen a la gran tragedia social sino que necesita la muerte como única forma de salida dramática y moral ante la conducta de los personajes.

La compleja realidad que genera la pobreza constituye el verdadero drama de la historia de Catalina y Yésica. En Colombia, en Venezuela y en todas partes.

SIN TETAS NO HAY PARAÍSO. Gustavo Bolívar Moreno. Quintero Editores, Bogotá, 2005.

Cine: SUEÑOS Y REALIDADES

En 1981 el dramaturgo neoyorquino Tom Eyan, con la acertada dirección de Michael Bennet, presentó en Broadway su musical Dreamgirls que evocaba, a través de la ficción, el surgimiento de Diana Ross y Las Supremas durante los años sesenta y los setenta para establecer una parábola de la manipulación y del poder. Al año siguiente el play se ganó el Tony y se convirtió en un clásico en su género. Un cuarto de siglo después, Bill Condon —director de las irregulares Kinsey y Dioses y monstruos y guionista de la oscarizada Chicago— realizó la esperada adaptación fílmica como una homenaje a Eyan, muerto en Nueva York, víctima de VIH, en 1992. La película permitió que Eddie Murphy recibiera su primera postulación del Oscar como actor de reparto y logró que la debutante Jennifer Hudson se alzara con la presea a la actriz secundaria. Sin embargo, Dreamgirls, el film, no logra superar la medianía. Aún más: se hunde en el aburrimiento para terminar con un final extremadamente convencional.

La película debe demasiado al lenguaje del teatro musical y se limita a recrear de forma tradicional la historia de las tres chicas de Detroit que lograron ser estrellas de un sello disquero dedicado a cantantes negros, obviamente inspirado en Motown Records, bajo la conducción de Curtis Taylor, un vendedor de autor convertido en gerente de cantantes negros. No hay un planteamiento cinematográfico en sí mismo, sino una esclavitud expresa a la pieza original.

El uso de planos medios y cercanos para sustituir el “plano general” que implica el escenario teatral es apenas un recurso extremadamente manido que no añade innovación. Quienes hayan visto el musical en Manhattan sabrán que la versión cinematográfica de Condon no hace otra cosa que reproducirla. Dreamgirls es la película que la industria de Hollywood necesitaba en el Oscar.

¿Un ejemplo de lo contrarrio? Lo que hizo el australiano Baz Luhrmann en Moulin Rouge —tal vez el mejor musical cinematográfico de los últimos años, superior a la sobrevalorada Chicago— que logró renovar el lenguaje del musical al otorgarle al encuadre y la angulación valores no tradicionales.

Pero además, uno de los conflictos fundamentales de la historia —la resistencia cultural y musical de la discriminada población negra— se desdibuja a través de consideraciones anecdóticas, más vinculadas con el romanticismo que con drama social de los afroamericanos a principios de los sesenta, cuando aún no habían sido asesinados Martin Luther King Jr. y Malcolm X.

En el plano actoral se hallan interpretaciones muy profesionales, especialmente las del elenco masculino —Jamie Foxx, Eddie Murphy, Danny Glover— que se impone sobre el reparto femenino. Jennifer Hudson, en particular, demuestra más sus extraordinarias condiciones de cantante —innegables— que las de actriz. La verdad es que no merecía el Oscar frente a otras intérpretes secundarias como la mexicana Adriana Barraza y la japonesa Rinko Kikuchi, ambas de Babel, la inglesa Kate Blanchet en Escándalo o la niña Abigail Breslin, de Pequeña Miss Sunshine, filmes y actrices soberbiamente superiores.

SOÑADORAS (Dreamgirls), EEUU, 2006. Dirección y guión: Bill Condon. Producción: Laurence Mark. Fotografía: Tobias Schliessler. Montaje: Virginia Katz. Música: Henry Krieger. Elenco: Jamie Foxx, Beyoncé Knowles, Eddie Murphy, Danny Glover, Jennifer Hudson, Anika Noni Rose, Keith Robinson, Hinton Battle, Sharon Leal. Distribución: The Walt Disney Company.

Letras: LOS TESTIMONIOS DE CARLOS ORTEGA

Habla el que se fue es un libro que se lee rápido, como con urgencia. Las páginas vuelan en las manos al recorrer las diez extensas entrevistas —en diferentes fechas— que mantuvieron el historiador, profesor universitario e investigador Agustín Blanco Muñoz y el dirigente sindical Carlos Ortega, hoy en la clandestinidad, alrededor de los hechos más importantes de la vida política venezolana en los últimos años. ¿Cuál es la conclusión más importante que se extrae de su lectura? Sencilla: Chávez ostenta el poder en venezuela no tanto por su propio talento —que lo tiene— sino por todos los errores y las agendas ocultas de la oposición.

Inscrito como el volúmen 17 de la serie Testimonios violentos que ha desarrollado Blanco Muñoz en varias décadas, Habla el que se fue aparece después de las elecciones del 3 de diciembre del año pasado con los testimonios directos y personales de un protagonista fundamental de nuestra historia más reciente, más allá de nuestras posiciones políticas. Pero, sobre todo, se trata de un conjunto de textos que ayudan a comprender los porqués de la permanencia de Hugo Chávez en el poder.
La figura de Ortega ha sido controvertida en diversas épocas. Lo fue en la IV República cuando estaba al frente del sindicalismo del sector petrolero y se enfrentó a los gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera en la discusión de convenciones colectivas. Adquiriró mayor dimensión al ganarle, en octubre de 2001, las elecciones por la presidencia de la Conferederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) a Aristóbulo Iztúriz, en los primeros tiempos del gobierno de Hugo Chávez.
Pero fue a partir del 10 de diciembre de ese mismo años, cuando Fedecámaras llama a un paro general en protesta por las leyes habilitantes que impulsaba por primera vez el oficialismo, que se redefine el protagonismo de la CTV y Ortega pasa a convertirse de simple aliado circunstancial a personaje central de esta película de acción e intriga que no ha terminado aún.
Lucha abierta de masas, condena judicial, asilo diplomático, exilio en varios países, clandestinidad en Venezuela, captura en Caracas y prisión en la carcel de seguridad de Ramo Verde son los antecedentes de su espectacular fuga, el 13 de agosto de 2006 que, entre otras cosas, puso en evidencia que el monolito militar de Chávez no es tal, pues “el preso del presidente” no pudo escaparse sin la complicidad de ese sector. Ése es “el que se fue”. El que habla.
El paro general que culminó el 11 de abril de 2002, con las consecuencias políticas y militares que todos sabemos, el paro petrolero que se inició el 2 de diciembre de ese mismo año y culminó el 2 de febrero de 2003 y el referendo revocatorio presidencial del 15 de agosto de 2004 son los tres procesos fundamentales que ha propulsado la oposición para desplazar del poder a Chávez, antes de las pasadas elecciones del 3 de diciembre de 2006. Según los testimonios recogidos en Habla el que se fue no hubo unidad conceptual ni de intereses entre los distintos factores que adversaron al caudillo. Ortega es implacable con los integrantes de la Coordinadora Democrática, por ejemplo, que no supieron defender el RR del 15 de agosto de 2004, de la misma manera como desnuda a antiguos compañeros del sindicalismo adeco como Manuel Cova o a dirigentes empresariales como José Luis Betancourt, a quien acusa de acomodaticio, y el propio Pedro Carmona Estanga, figura central de las acciones del 11 de abril de 2002. Los medios de comunicación tampoco salen indemnes.
Carlos Ortega no es mango bajito, como se dice coloquialmente. Ha sido criticado desde el gobierno y, más veladamente, la oposición. La misma cuyos dirigentes no han sido capaces de estructurar un movimiento coherente y efectivo. Algunos de sus intelectuales más notables han sido críticos con el dirigente sindical. Pero lo cierto es que el puñado de hombres que en un momento dado se jugaron el todo por el todo en una lucha de masas contra el régimen están hoy presos, clandestinos o en el exilio. Los demás andan por allí.
A este enfoque contribuye de manera decidida la propia perspectiva del profesor Blanco Muñoz, quien expone su palabra crítica tanto de la conducta de Hugo Chávez como de los manejos ocultos de varios dirigentes de la oposición. De distintas maneras, este libro es fundamental para nutrir la comprensión de estos hechos y procesos que han marcado la historia de Venezuela en los primeros años del siglo XXI. Y para la discusión, desde luego, pues los testimonios de Ortega no conforman la Biblia de la oposición.
Tal vez habría que reprocharle al autor la urgencia con que fue elaborado Habla el que se fue, pues evidencia cierto descuido editorial que habría que corregir para futuras reediciones.
HABLA EL QUE SE FUE. Agustín Blanco Muños. Fundación Cátedra Pío Tamayo, Centro de Estudios de Historia Actual, Facuktad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 2006.